Alejandra Rojas empezó a trabajar como psicóloga a los 21 años en un colegio.
A medida que pasaron los años y atendía a los estudiantes, se dio cuenta de que los jóvenes se enfrentaban a situaciones más complejas.
Les hacía falta un mayor acompañamiento, más allá de un diagnóstico que podía emitir un profesional de la salud sobre algún problema de aprendizaje.
Al dar clases en la universidad, escuchaba a sus estudiantes (que laboraban como profesores en centros educativos) quejarse de que era necesario trabajar en equipo con las familias de los alumnos para resolver de mejor manera los conflictos, pero que eso no ocurría siempre.
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Alejandra pensó que ella podía hacer algo para atender de forma más efectiva a esos muchachos y padres frustrados por su situación familiar o académica.
Su esposo, Mario Vega, le planteó una pregunta: “¿Por qué no te aventurás y creás tu propia empresa?”.
Esto sucedió aproximadamente en diciembre del año 2016 y Alejandra se pasó todo el mes pensando y a analizando qué hacer, cómo y dónde.
Después de reflexionarlo, decidió renunciar a su empleo, no porque hubiese algún problema en su trabajo, “todo estaba perfecto”.
Pero, ahora era el momento de darle forma a su idea de negocio, que se convirtió en su empresa One to One.
Su pyme ofrece diferentes servicios. Algunos de ellos se enfocan en estudiantes que tienen dificultades de aprendizaje o les cuesta comunicarse.
Se analiza su entorno (social, educativo y familiar) para ayudarles a solventar las complicaciones y guiarlos sobre qué metodología de estudio se adapta más a sus destrezas.
Asimismo, trabajan con los padres para que aprendan a estrechar su relación con sus hijos y que dejen de sentirse culpables o enojados por lo que sucede, explicó la emprendedora.
Junto con el estudiante, los docentes del centro educativo y los padres de familia se desarrollan “planes remediales”.
Otros de sus servicios se dirigen a brindar asesoría vocacional a colegiales e incluso a universitarios que no tienen claridad sobre qué estudiar o si su elección de carrera realmente fue la mejor decisión.
La empresa también organiza talleres y actividades para ayudar a las familias a comunicarse, mejorar la convivencia, hablar de sexualidad con los hijos y prevenir el bullying, entre otras temáticas.
En su “escuela para padres” se abordan problemáticas actuales y se guía a los progenitores.
“Las nuevas generaciones de papás cometemos graves equivocaciones y es que no permitimos el error en nuestros hijos", alertó Alejandra. "Todo se lo queremos solucionar: no queremos que se caigan, no queremos que se ensucien. Y lo que estamos viendo en la calle, el resultado de este proceso, es gente con poca tolerancia a la frustración, gente que deja botadas las cosas de forma rápida, que todo lo quiere ya porque no sabe que existen procesos”.
Según ella, es menester escuchar a los hijos, dejar que fallen, dejar que asuman su responsabilidad, estar ahí para ayudarles a levantarse y a que entiendan que “la vida no es un 100”.
Actualmente, la pyme la integra un grupo de mujeres profesionales que incluye a dos psicólogas (dentro de ellas Alejandra), una docente en educación especial, una terapeuta de lenguaje, una terapeuta ocupacional y una nutricionista.
De acuerdo con las necesidades específicas de los padres y estudiantes, una o varias de las profesionales intervienen.
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Alejandra sueña con que cada vez más personas conozcan su modelo de trabajo ─que pretende ser integral─ y que su pyme algún día se convierta en franquicia para poder colaborar con más jóvenes y sus familias.