Ernesto Quirós Jiménez nació en Guápiles y allí vivió su niñez y adolescencia.
A los 18 años, tras salir del colegio, sentía que necesitaba hacer algo más con su vida.
No quería ser el típico adolescente que luego de graduarse entraba directamente a la universidad a estudiar. Deseaba variar el orden de las cosas.
Él anhelaba recorrer el mundo primero y planeó un viaje a Francia por 15 días para conocer París.
Tras su llegada, mientras se trasladaba del aeropuerto, se topó con un camión con militares franceses.
Ellos repartían volantes en diferentes idiomas y a Ernesto le llamó la atención esa escena.
Su interés creció al leer el documento, que anunciaba la existencia de La Legión Extranjera Francesa, la cual acepta a hombres de todo el mundo para que se conviertan en soldados que sirven a Francia.
“¿Y qué tal si me uno? Vamos a ver”, pensó en ese momento.
Se dirigió al centro de reclutamiento y realizó diferentes pruebas físicas y de personalidad, además de una entrevista.
Ernesto recuerda que debió quedarse en Francia más del tiempo planeado y hasta perdió su vuelo por participar en el proceso.
“Me estaba jugando el todo por el todo... No sé por qué, pero me escogieron. Fui uno de los escogidos”.
¿Qué hace que un joven de un país sin ejército quiera unirse a uno de otro país y arriesgar su vida?
“No reflexioné realmente en los contras, solamente me fijé en los pros. Era un adolescente. Yo iba en busca de aventuras y el destino me puso eso en el camino, literalmente”, analiza hoy el emprendedor de 27 años.
En los años que estuvo en La Legión debió participar en entrenamientos muy duros, como el que se realiza en la selva de la Guayana Francesa y hasta combatió en países como Afganistán.
También dice que visitó países de África como Senegal, Costa de Marfil y Sudán del Sur.
En cada lugar al que llegaba, Ernesto se interesaba en las costumbres de los pueblos y probaba las comidas que se ofrecían.
Así su bagaje cultural se fue acrecentando.
“En los países árabes comen muy poca carne, utilizan muchas pastas, muchas especies”, recordó.
Regreso a estudiar y a crear restaurantes
Después de servir en dicha legión por alrededor de tres años y medio (en total debía trabajar cinco, como estipulaba su contrato) ocurrió un hecho doloroso.
Su novia (con la que estaba comprometido) falleció en un accidente de tránsito y a Ernesto se le “cayó el mundo”.
Él pidió darse de baja, le costó, pero se lo permitieron. La idea era regresar a Costa Rica.
Le dijeron que debía trabajar seis meses más y lo enviaron a La Guayana Francesa.
Otro factor que influyó en su deseo de retornar fue que a su mamá no le gustaba que él estuviese ahí y le pidió volver.
En el 2012, regresó a Costa Rica e ingresó a la Universidad de Costa Rica a estudiar enseñanza del francés, para aprovechar el conocimiento que tenía del idioma y entrenarse en la parte pedagógica.
Ernesto trabajó varios años como profesor en algunos centros educativos.
Como había acumulado tantas experiencias y compartido con muchas personas de diferentes pensamientos, creencias, religiones y costumbres, le pareció interesante hacer algo con eso.
Luego de conocer a dos jóvenes emprendedores, Andrés Hip Torres y Paul Hsu Alfaro, los tres pensaron que sería bonito tener algo propio y abrir un restaurante.
Hace dos años, inauguraron el restaurante Hoplers, ubicado en Los Yoses.
Este año decidieron crecer y abrieron otro espacio hace dos meses en Barrio Escalante, llamado Loopers.
Se trata de un restaurante “de cocina de autor”, inspirada en ingredientes del país y de otras naciones.
Se ofrecen alimentos marinos (como atunes a la parilla), carne de res (por ejemplo, hay un estofado de osobuco), ensaladas y pastas.
En el tiempo que tienen de operar, el emprendedor asegura que, a pesar de la competencia que hay en la zona, les ha ido bien y que espera crear el punto para atraer a más consumidores.