Antes de que Costa Rica se posicionara como uno de los mayores productores de aceite de palma de la región, varios empresarios ya habían iniciado en el negocio de otros aceites esenciales y base.
Aunque los números siguen siendo pequeños a la par de la palma, el nicho ha venido incrementando su cantidad producida entre dos y tres veces.
El aceite esencial de naranja es uno de los que ha mostrado mejores resultados y es el tercero en producción después de la palma y la soya. En el 2012, generó $8,7 millones por concepto de exportaciones, el triple del 2009.
Las empresas en el país producen tanto aceite base como esenciales.
El base se utiliza para cocinar o para mezclar con otros menos pesados, mientras que el esencial normalmente se utiliza en quemadores como aromatizante; ambos pueden utilizarse en la piel para tratamientos.
La producción nacional incluye variedades como soya, coco, girasol y esenciales de naranja, menta, limón y linaza.
Dadas las diferentes aplicaciones, los mercados donde se han ubicado los aceites ticos son variados y tienen demanda tanto dentro como fuera del país.
El de soya, por ejemplo, ha logrado posicionarse en Centroamérica; el esencial de naranja, en Estados Unidos, y el de coco ha ido ganando un trocito de mercado en Nicaragua.
Sin embargo, este último tiene aún camino por mejorar.
Andrea Becerra, fundadora de Aromas para el Alma, dijo que los productos que fabrican están hechos –hasta donde se puede– a base de materia prima tica.
Sin embargo, la calidad local del aceite de coco es menor frente a la importada, así que tuvieron que descontinuar su uso.
“Se lo comprábamos a una asociación de mujeres, pero se descomponía muy rápido y eso pone en riesgo nuestro producto; ahora solo usamos importado”, externó Becerra.
El proceso, además, se ha centrado en fábricas artesanales que cuentan con menos recursos para mejorar su proceso.
Por ejemplo, Ecoco es una empresa nacional que tiene cuatro años de estar en el mercado produciendo leche y aceite virgen de coco, utilizado para cocinar o para uso cosmético.
Su dueño, Leonidas Arellano, informó que utilizan un proceso semiartesanal en frío para extraer el aceite, que resulta costoso respecto a lo que se logra.
Además, detalló que la oferta de cocos es escasa, pues no se puede usar cualquiera que esté tirado en la playa.
Actualmente, tienen solo cinco empleados, una planilla insuficiente si desean lograr su meta de exportar.
Pese a la pequeña producción, Arellano afirmó que la demanda ha venido creciendo y hay mucho espacio para crecer.
“Crecemos poco a poco, hemos logrado ubicarnos en macrobióticas y ferias de salud”, externó.
“Sobro” de un proceso
Los aceites que han topado con mejor suerte son aquellos que son el “residuo” de un proceso productivo mayor.
Tal es el caso de Ticofrut, productores y exportadores de naranjas y piña.
De la cáscara del cítrico y del jugo se extrae aceite que venden en su totalidad en el exterior a dos únicos clientes: Coca Cola y Givaudan, una trasnacional dedicada a la fabricación de esencias.
En este caso, su uso es para aromatizar.
Carlos Odio, presidente de Ticofrut, confirmó que la demanda ha venido aumentando.
“Si produjéramos el doble de aceite, venderíamos el 100%, todavía hay mucho mercado para abarcar”, consideró Odio.
Esta empresa es una de las pioneras en el mercado de aceites, pues comercializan este producto desde que iniciaron operaciones, hace 24 años.
En su caso, dado que es un proceso secundario a su negocio central, los costos representan mucho menos que lo que puede representar para un empresario artesanal.
Otras empresas que se aprovechan de su proceso productivo para extraer aceite son Del Oro (productores de naranja), Compañía Mundimar (división de Chiquita Brand) y Gerber Ingredients.