El margen de intermediación de las entidades financieras del país fue, durante el 2018, el más bajo de los últimos 13 años.
Tanto en moneda nacional como en moneda extranjera, los bancos percibieron menos ingresos por el dinero que prestan y que reciben de sus clientes, según datos de la Asociación Bancaria Costarricense (ABC) solicitados por EF.
El margen muestra la diferencia entre las tasas activas promedio (la que cobran los bancos por los créditos) y el promedio de las pasivas (las que paga por el dinero de los ahorrantes).
De este modo, el cálculo revela cuán eficientes son las entidades para captar ahorros y colocarlos en créditos a personas y empresas.
Los factores propios de la economía, como el incremento de las tasas activas y pasivas, y la desaceleración del crédito en ambas monedas, propiciaron la situación, además de que, para algunas entidades, Costa Rica es una plaza “cara” para operar.
Los efectos de menores márgenes han hecho que se vea reducida la rentabilidad de los bancos, pero también demuestra la necesidad de que las entidades mejoren la eficiencia y diversifiquen sus ingresos.
Los resultados
Según la ABC, con datos de la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef), mientras que las tasas activas en colones del sistema bancario se ubicaron alrededor del 10% este año, las pasivas rondaron el 5,6%.
La diferencia, que resulta en el margen de intermediación, fue de 4,4%.
Este resultado es considerablemente menor que en el 2010 y más bajo aún que en el 2005.
A la mitad de la década pasada, el margen de intermediación se ubicaba 13,5 puntos porcentuales, lo que demostraba una operación relativamente más pesada en las entidades.
Este comportamiento fue favorecido por un entorno en el que los créditos y los ahorros tenían tasas mucho más altas.
En el 2005 la tasa pasiva se ubicaba en 9,3%, mientras que las activas rozaban el 23%.
Además, en ese entonces los niveles de la inflación eran muy diferentes de los que se registran actualmente. Para diciembre del 2005, la variación interanual del Índice de Precios al Consumidor fue de 14,07%.
Sin embargo, a partir de ese año comenzó una tendencia a la baja hasta la crisis del 2008, cuando el margen fue de 4 puntos porcentuales, el más bajo registrado desde entonces y más cercano al que tenemos en la actualidad.
Después de la crisis las tasas tuvieron una relativa estabilidad y, por ende, los márgenes se estabilizaron cerca de los cinco puntos, pero volvieron a caer después del 2016.
Según la Asociación Bancaria, desde el 2005 la tasa activa promedio se ha reducido 12,8 puntos porcentuales: 7,9 puntos por reducción del margen y 4,9 por reducción de la tasa pasiva.
En dólares, los bancos operan con márgenes más estrechos.
El margen en moneda extranjera fue de 3,4% en el 2018, casi la mitad del que se registró al cierre del 2005.
Entorno que obliga a ser eficientes
El entorno de tasas altas y mayor estabilidad financiera que se vivía antes de la crisis económica desapareció, lo que obliga a las entidades a diversificar sus fuentes de ingresos y a ser más eficientes respecto de sus costos y colocaciones.
Según Reinaldo Herrera, director de finanzas del Banco Nacional, el principal factor que influyó en la reducción del margen es el comportamiento de la Tasa Básica Pasiva durante este año, que se ha mantenido muy estable.
La Tasa Básica Pasiva, que se usa como referencia para los ahorros en colones y a la que están indexada la mayoría de créditos del sistema bancario, tuvo variaciones de menos de un punto porcentual en 2018, lo que hace que la posibilidad de manejar mayores márgenes sea poco probable.
En moneda nacional las tasas activas también se han comportado a la baja, lo que a su vez estrecha más el margen.
Un contexto similar ocurrió en el caso de ahorros y créditos en dólares.
Mientras que en el 2017 la tasa activa era 6,7% y la pasiva 3,6%, este año la activa cayó a 6,1% y la pasiva a 3,4%.
Otro componente que hizo que las entidades tuvieran menos margen en su gestión es la desaceleración del crédito durante el 2018, en parte por la incertidumbre de la reforma fiscal y por el menor ingreso disponible de los hogares.
Para Lilliana Blanco, vicepresidenta de Finanzas de Prival Bank, este es uno de los hechos que más afectó a la banca este año.
Mientras que el crédito crecía a un ritmo de 12,5% en el primer semestre del 2017, en el mismo período del 2018 crecía a un ritmo de 3,4%.
Sin embargo, Blanco asegura que hay que considerar que Costa Rica es una plaza relativamente “cara” para que los bancos operen, por los costos de regulación, la carga tributaria y los costos operativos y administrativos que demanda el país, haciendo que ante una economía poco acelerada, los márgenes rápidamente se deterioren.
Durante el próximo año se prevé que las presiones de las tasas se mantengan y no se espera un crecimiento sustancial del crédito; entonces, las entidades deberán diversificar sus fuentes de ingresos y ampliar las estrategias para reducir la estructura de sus costos operativos para ser más eficientes.
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