Ankara. Sentada en una caja, delante de su puesto de verduras, Cemile Baykal se queja: “Fíjese ¡No he vendido nada!” En un mercado de Ankara, la crisis de la lira turca causa estragos entre algunos comerciantes.
"No vendemos, pero estamos obligados a venir para ganar nuestro pan", dice Baykal echando un vistazo a los sacos de verdolaga y de patatas.
Una situación motivada en parte por la crisis diplomática entre Turquía y Estados Unidos, debido sobre todo a la detención y puesta bajo arresto domiciliario de un pastor estadounidense.
El anuncio de sanciones contra Turquía -que ha replicado rápidamente- ha hecho caer la divisa turca, ya de por sí debilitada por la desconfianza de los mercados ante las políticas económicas de Ankara.
La lira ha perdido casi el 20% de su valor frente al dólar en un mes, y casi el 40% en lo que va de año.
Los precios se resienten. Yakup Kurdi se encoge de hombros delante de su puesto de venta de fruta. Antes el paquete de 20 bolsas de plástico le costaban 6,5 liras, ahora casi el doble. Para costearlo ha tenido que subir los precios.
Ilhan Geçgel, con un stand un poco más lejos, está enfadado. “Vendo la fruta, pero sufro vendiéndola. El kilo de higos cuesta 10 liras. ¿Se da cuenta?”. “Es absurdo. Debería estar a 4 o 5 liras”. “¡La gente ni siquiera puede organizar las bodas de sus hijos!”, añade.
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La abogada Semra Kalayci, clienta del mercado, matiza y atribuye la falta de gente al verano y a las vacaciones, pero sí nota que los precios se han disparado. Las almendras por las que la semana pasada pagó 55 liras ahora cuestan 70.
"Y como nuestros salarios no aumentaron, nos afecta mucho", explica.
La inflación no ha llegado con la crisis de Estados Unidos. En julio ya era de casi 16% interanual. Y los economistas advierten que la crisis de la lira puede dispararla a más de 20% durante los próximos meses.
Los sectores más afectados son los transportes, con subidas de más de 24% interanual en los precios, y la alimentación (+19,4%).
Altay Gültekin, un jubilado, reconoce que tuvo que bajar el nivel de vida. “No hay una familia en la que no se hable de ello en casa”, asegura.
Los economistas llevan meses advirtiendo de un recalentamiento de la economía, con una inflación galopante, un déficit de las cuentas corrientes en aumento y un crecimiento elevado.
Los mercados también se preocupan por la creciente intervención del presidente turco Recep Tayyip Erdogan en la economía, reforzada desde su reelección en junio.
Erdogan denuncia, por su parte, un "complot" para poner de rodillas a Turquía y ha llamado a la población a cambiar sus divisas extranjeras por liras.
Un llamamiento que reitera Ayse Celiktas, un ama de casa. "No cambiemos nuestras liras por dólares", insiste, "el oro también tiene valor".
En Turquía invertir en oro es algo tradicional.
A unos kilómetros de allí, en la ciudad vieja, los collares y brazaletes brillan en los escaparates de la joyería de Hakan Karakiliç. La crisis le ha afectado pero nota una mejora por las medidas y anuncios de las autoridades, asegura.
Otro joyero es menos optimista: “Cuando el precio del oro y del dólar suben, esto ralentiza inmediatamente nuestra actividad”. El efecto es inmediato: “La gente entra en pánico. Se preocupa por lo que pueda pasar”.