¿Ahorrar o invertir es una de las metas que se propuso para el 2019, pero tiene dudas de cómo hacerlo? Las recomendaciones dependerán de sus objetivos y del apetito al riesgo, pero también de lo que se espera del comportamiento económico para este año.
Si tiene cierta cantidad de dinero reservada para invertir en 2019, por ejemplo unos ¢500.000 o su equivalente en dólares, el principal consejo de las instituciones financieras es que ahorre a un corto plazo, ya sea en un certificado de depósito a plazo desmaterializado (digital) o un fondo de inversión de mercado de dinero.
En medio de la coyuntura económica actual, en la que se esperan movimientos en los macroprecios (tasas de interés, precio del dólar e inflación), es más prudente ahorrar en instrumentos que le permitan optar por plazos de un año o menos.
De este modo, podrá estar atento a los movimientos de estas variables para tomar decisiones.
Por otro lado, si lo que quiere es empezar a guardar dinero desde cero e ingresar al mundo del ahorro por primera vez, los instrumentos recomendados son las cuentas de ahorro tradicionales y el ahorro programado. Los fondos de mercado de dinero también dan su pelea.
La decisión de ahorro
Antes de elegir el producto de inversión, debe tener claro para qué quiere ahorrar, es decir cuál es el objetivo que pretende alcanzar con ese dinero.
Con la meta del ahorro clara y según su apetito de riesgo, podrá empezar a tomar decisiones de cómo invertir, qué instrumento utilizar, a qué plazo y en qué moneda.
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El mercado financiero ofrece múltiples productos que van desde una cuenta de ahorro, certificados de depósito a plazo y ahorro programado, hasta productos más sofisticados como los fondos de inversión.
¿Cuál de ellos utilizar? La decisión dependerá de las necesidades de cada consumidor.
Una reserva de efectivo para emergencias puede tenerla disponible en una cuenta de ahorro tradicional. Sin embargo, si lo que busca es reservar dinero para la prima de una casa o carro, un viaje o el inicio de un negocio, es mejor que opte por un certificado de depósito a plazo (si ya cuenta con dinero y quiere ganar intereses) o un ahorro programado (quiere empezar de cero).
La cantidad de dinero que disponga para iniciar el ahorro también juega un papel importante, aunque los montos de arranque abren el acceso a muchas personas.
Los certificados a plazo solicitan un monto mínimo de inversión de unos ¢100.000 o $1.000, esta cifra puede variar según entidad.
Un fondo de inversión, por su lado, solicita un monto de arranque mínimo que puede ser inclusive de ¢10.000 o $100. Estos montos compiten con los productos de ahorro programado que ofrece el mercado.
Si cuenta con esos ¢500.000 del ejemplo inicial, puede utilizar cualquiera de esos instrumentos.
Si, por otro lado, lo que busca es obtener el mayor rendimiento, puede elegir un fondo de inversión de mercado de dinero.
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Este instrumento permite obtener un rendimiento más alto, en comparación con una cuenta de ahorro, y es líquido. “El inversionista puede obtener sus ahorros de una manera rápida, al siguiente día hábil luego de la solicitud”, explicó Angélica Villegas, gerente de Estrategia de Aldesa.
Un certificado de depósito, por el contrario, no es líquido. Usualmente es necesario esperar hasta el vencimiento para obtener la inversión de regreso o recibir el dinero antes del plazo pactado, pero con cierto castigo en los intereses.
Eso sí, el fondo de mercado de dinero está enfocado en el corto plazo, mientras un certificado le ofrece varios plazos y, por ende, la posibilidad de obtener rendimientos más altos. Recuerde, una mayor rentabilidad puede estar asociada a un mayor riesgo.
Por esto, en buena medida, la elección del plazo dependerá de su apetito de riesgo.
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Si la coyuntura económica fuera estable y sin la expectativa de movimientos al alza o fluctuantes en los macroprecios, el ahorro se puede ajustar al plazo en el que quiera cumplir sus metas.
Sin embargo, las previsiones para el 2019 dictan lo contrario, las presiones en estos indicadores siguen presentes y sin dictar un rumbo seguro. Por esta razón, se recomienda el corto plazo, para reducir la exposición a esos riesgos.
Además, en este año se implementará la reforma fiscal y la nueva carga impositiva podría generar un periodo de desaceleración o estancamiento de la economía, algo que ya proyectan entidades como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y calificadoras de riesgo.
¿Cómo elegir la moneda? Esto también dependerá del objetivo trazado. Se debe invertir o ahorrar en la moneda en la que tiene pensado utilizar ese dinero.
Si su ingreso es en dólares y necesita el dinero dentro de varios años, puede ahorrar en esta misma moneda e inclusive aventurarse a invertir en el largo plazo. El dólar es una moneda que se fortalece y sus rendimientos van al alza.
Si por el contrario, recibe su ingreso en colones y necesita ahorrar para un plan de mediano o largo plazo en el que necesita dólares, lo óptimo es comprar divisas conforme ensancha el ahorro.
Por ejemplo, adquiere un certificado de inversión en colones y ahorra a corto plazo. En cada vencimiento, valore si es un buen momento para comprar dólares o no, según el precio del dólar vigente.
Así, se aprovechan los diferentes momentos de mercado y se puede optimizar el tipo de cambio promedio obtenido, explicó Mariela Alvarado, gerente de Inversiones y Depósitos de Scotiabank.
Los colones ofrecen una tasa de interés más alta, por lo que si su plan es en esta moneda lo mejor es quedarse en ella.
La decisión de invertir a corto plazo o a un periodo más amplio, dependerá de cuánto riesgo quiera asumir. Si es un ahorrante más experimentado, puede analizar si quiere sacar provecho de los rendimientos de mediano e inclusive largo plazo.
Cuanto mayor sea el plazo, más alta será la tasa que le pague la entidad financiera por guardar su dinero.
En la otra acera, si los recursos son relativamente escasos y una pérdida no anticipada puede afectar de manera importante el objetivo del ahorro, lo mejor es no asumir ese riesgo e invertir en el corto plazo, afirmó Adriana Rodríguez, economista de Frecuencia Económica.
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Otro factor por analizar es que precisamente con la entrada en marcha de la reforma fiscal, la renta de capital de los títulos –inversiones en bancos, certificados, bonos– sufrirá un ajuste. La tarifa del impuesto que aplica a las inversiones en valores aumentará de 8% a 15%.
Sin embargo, un transitorio abrió una ventana para mantener ese 8%.
“Si usted va a la ventanilla del banco antes del 30 de junio, y compra un título, ese certificado va a tener un 8% y así se queda hasta que venza”, explicó Rafael González, socio en Grant Thornton Costa Rica.
A partir del 1⁰ de julio, toda nueva operación cancelará una renta del 15% sobre los intereses ganados.