El desbalance fiscal continúa ensanchándose ante la ausencia de una reforma fiscal que detenga su sostenido crecimiento.
A setiembre del 2018, el déficit fiscal (diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno Central, con intereses) llegó a 4,5%., tras un decrecimiento en los ingresos. Esta cifra se traduce en más de ¢1,5 billones.
A pesar de un menor dinamismo de los egresos estatales, estos sí aumentaron la proporción que toman del Producto Interno Bruto (PIB).
Al tercer trimestre, los gastos representan el 12,4% del PIB (hace un año era el 12,2%). Por su parte, los ingresos pasaron de 9% a 8,7% en el último año.
Desde julio y en meses siguientes hasta setiembre, el Gobierno registra el déficit más alto visto en los últimos diez años.
La ministra de Hacienda, Rocío Aguilar, afirmó que el país ya no aguanta más la ausencia de una ley para fortalecer las finanzas del Estado, además, esta realidad se une a otras dificultades que enfrenta Costa Rica.
La urgencia del país para solventar la situación fiscal es evidente, según Hacienda, tras el anuncio de la próxima revisión de la calificación de riesgo del país, el aumento en el índice de pobreza dado a conocer esta semana y el aumento en la morosidad del sistema financiero; entre otros factores.
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El BCCR estima que el déficit fiscal sería de 7,2% al término del 2018 y subiría a 7,5% en 2019.
Sin una solución, la proporción de la deuda respecto al PIB llegaría al 100% en un periodo de 10 años, según los cálculos del Central. Por ahora, se ubica en 52,3%.
Ingresos decrecen y gastos bajan el ritmo
La entrada de dinero del Gobierno está prácticamente sin crecimiento.
Los ingresos totales crecieron 1% a setiembre, muy por debajo del 6% visto hace un año.
Las entradas de dinero bajan tanto en la recaudación de impuestos como en los ingresos no tributarios. Además, aquellos que crecen lo hacen por debajo de lo visto años atrás.
Los egresos, por su lado, pasaron de crecer 10,2% a 5,8% en el último año.
Los gastos por cargas sociales crecen mucho menos pero el dinero destinado a sueldos y salarios crece más.
Las transferencias también crecen más.
El pago de los intereses de la deuda interna crece menos y el de la deuda externa decrece.