Los deudores encontraron mayores dificultades para cancelar las cuotas mensuales de sus préstamos; el atraso en la atención de sus obligaciones crediticias se hizo notar.
Entre enero y setiembre del 2018, la morosidad subió impulsada por una mayor demora en el pago de las deudas denominadas en moneda extranjera.
El sistema financiero mismo atribuye el deterioro de las carteras de crédito a los efectos que ejerce la situación fiscal, pero también del valor que ganó el dólar respecto al colón.
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En igual periodo (enero a setiembre), el colón se depreció 2,44% respecto al dólar, tras un aumento del monto (¢13,91) que debía pagar por cada divisa.
Una buena porción de los deudores de dólares reciben su salario en colones, y si el precio del dólar sube, pueden entrar en dificultades para atender los préstamos.
Si a este panorama se suma la incertidumbre generada por el déficit fiscal, el menor dinamismo de la actividad económica y el desempleo, las posibilidades de posponer el pago de las cuotas mensuales de los préstamos aumentan. Esto es justo lo que ocurrió.
Este efecto lo percibió más la banca pública, que inclusive aplicó cambios en su oferta crediticia para evitar que más personas caigan en condición de morosos y por ende, reducir el impacto negativo en sus arcas. Le siguen, muy de lejos, las mutuales y la banca privada, en ese orden.
Por tipo de operación, el mayor impacto llegó a deudas de consumo (préstamos personales y tarjetas de crédito) y vivienda, explicó Javier Barnes, gerente de Crédito de BAC Credomatic.
Un dato curioso es que la cartera de crédito en dólares del sistema financiero muestra una tendencia reciente de aceleración. Desde junio abandonó el decrecimiento y mostró una cifra positiva que no llegaba al 1%, pero a partir de ahí mejoró el ritmo y se ubicó en 3% a setiembre.
Es decir, aunque una buena parte de deudores enfrenta problemas para atender el pago de sus deudas, otra porción apuesta por continuar con el endeudamiento en dólares.
Este dinamismo todavía está lejos del visto años atrás, pero se mantiene al alza, realidad ausente en la cartera en colones, que mantiene una desaceleración sostenida.
Indicadores deteriorados
El índice de morosidad –la porción de la cartera total de crédito que muestra un atraso mayor a 90 días y en cobro judicial– pasó de 2,1% a 2,6% en el último año (setiembre 2017 - setiembre 2018).
La cartera en dólares fue la que percibió en su mayoría ese incremento, mientras que la de colones subió menos, muestran los datos proporcionados por la Superintendencia General de Entidades Financieras (Sugef).
A simple vista, un incremento de 0,5 puntos porcentuales no parece muy alto, sin embargo el cambio sí es significativo.
Una subida así en la morosidad estuvo ausente por muchos años. Basta con mirar un periodo reciente para demostrar esta afirmación.
El indicador se mantuvo casi sin movimiento entre el 2014 y la primera mitad del 2017. Es decir, un periodo de estabilidad de casi cuatro años.
Ya para la segunda parte del año pasado subió levemente pero fue en 2018 cuando pegó el mayor salto.
La subida más alarmante la percibió la banca pública, que aumentó su indicador de morosidad en 1,85 puntos porcentuales.
Tanto el Banco Nacional de Costa Rica (BNCR) como el Banco de Costa Rica (BCR) registran un incremento, de 2,19 y 0,71 puntos porcentuales, respectivamente.
El Banco Crédito Agrícola de Cartago (Bancrédito), del que se anunció la absorción por parte del BCR, pero todavía registra indicadores separados, muestra una cartera morosa de 40%, aunque es bien sabido que su situación es particular por el deterioro de la entidad y proceso que transita.
El crecimiento de la morosidad en los préstamos en dólares, además, generó un cambio en la composición de la cartera con atrasos.
Siempre en el mismo periodo de análisis, los dólares pasaron de representar el 35% dentro de la cartera morosa total a más de 90 días, al 44% en el último año. Por consiguiente, los colones pasaron de adueñarse del 65% de la cartera morosa al 56%.
¿Qué explica la subida en la morosidad?
En mayo del 2017, cuando inicia la subida de la mora, fue cuando el precio del dólar dio el primer “susto” a la población no generadora de divisas, con deudas en dólares.
En ese momento, el tipo de cambio de referencia para venta llegó a ¢595 por cada dólar.
Al mismo tiempo, a partir de la segunda mitad del año pasado fue cuando las presiones del desbalance de las finanzas públicas se hicieron sentir en la economía y el comportamiento del crédito.
Cuando un país atraviesa una mala situación fiscal y de liquidez, la economía se llena de incertidumbre y empieza a crecer menos.
Al mismo tiempo, la demanda de recursos por parte del Gobierno, para atender sus obligaciones, presiona las tasas de interés de la moneda local.
Esto ha hecho que la morosidad en colones también aumentara en los últimos años, aunque en menor medida en comparación con los atrasos en los pagos de las deudas en dólares.
Más recientemente, las presiones en el dólar generaron un deterioro en las carteras de los bancos. Inclusive, la calificadora de riesgo Moody’s alertó sobre las consecuencias de este comportamiento en el sistema bancario.
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El tipo de cambio de referencia del Mercado de Monedas Extranjeras (Monex) subió ¢28,44 solo entre agosto y el 24 octubre pasados.
Recientemente, en agosto pasado cuando asumió Rodrigo Cubero como presidente del Banco Central, el tipo de cambio mostró una mayor volatilidad que terminó por ser una tendencia al alza. Una de las razones consiste en que Cubero dijo que prefería una flotación más libre en comparación con lo observado en meses anteriores. Actualmente, la mayoría de intermediarios vende cada divisa en valores superiores a los ¢600.
En la otra acera, está la presión en las tasas de interés en dólares.
La economía estadounidense se fortalece y aunque esto puede beneficiar al sector exportador costarricense, también tiene efectos en los bolsillos de los deudores residentes de Costa Rica.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) aceleró la adopción de una política monetaria más restrictiva, lo que generó un aumento en las tasas de referencia y por ende, y la cuota por intereses que deben cancelar las personas con deudas en dólares aumentó.
Por ejemplo, la tasa Libor a seis meses pasó de 1,53% a 2,65% en los últimos 12 meses, explicó Bernal Allen, subgerente financiero de Mucap.
El impacto llegó al presupuesto de los consumidores porque la cuota mensual de los préstamos en dólares ya subió.
Un análisis realizado por EF en agosto mostró que el 63% del monto adeudado en suelo nacional, en dólares, está expuesto a los incrementos en las tasas de referencia Libor (de origen inglés) y Prime (de Estados Unidos).
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Por otro lado, el sobreendeudamiento también es una de las causas principales aducidas por los deudores a la hora de justificar el impago de sus deudas, explicó Marco Cartín, gerente de Operaciones de Coopeservidores.
¿Qué puede acontecer en adelante?
Si los agentes económicos (personas y empresas) tienen un claro panorama de cuál será el desempeño de la economía costarricense, las carteras crediticias mostrarán resultados más saludables.
“Una situación fiscal sana que genere expectativas positivas a los actores económicos es un elemento fundamental”, explicó Barnes, de BAC Credomatic.
El proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas tendría un efecto positivo, pero sus beneficios tardarían en hacerse efectivos en un corto o mediano plazo.
Aún así, permitiría enviar un mensaje que mejoraría la confianza de los inversionistas, consumidores, y reducir presiones en el tipo de cambio, tasas de interés y desempleo, dijo Adrian Álvarez, subgerente de Coopenae.
A este le deben seguir acciones del Gobierno para estimular la actividad económica.
Además, otro factor permea en la atención de la morosidad del sistema financiero es el nivel de la educación financiera de las personas. Para la entidades del sector esta razón también está relacionada con el nivel de endeudamiento de los consumidores.