Washington. Tras reunirse con el líder norcoreano Kim Jong Un después de una escalada verbal sin precedentes, el presidente Donald Trump se dijo dispuesto a reunirse con las autoridades iraníes “cuando quieran” y “sin precondiciones”, a pesar de sus duros mensajes recientes hacia la República Islámica.
“No sé si ellos están listos”, dijo el lunes el mandatario estadounidense, al ser consultado sobre un posible encuentro con su homólogo iraní, Hasan Rohani.
“Probablemente terminen queriendo reunirse y estoy listo cuando quieran”, señaló Trump en una rueda de prensa en la Casa Blanca. “Sin precondiciones”, precisó.
Según Trump, “es bueno para el país, bueno para ellos, bueno para nosotros y bueno para el mundo”, especialmente “si pudiéramos resolver algo significativo, no el desperdicio de papel que era el otro acuerdo”.
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Trump retiró en mayo a Estados Unidos del histórico acuerdo internacional de 2015 sobre el programa nuclear iraní, que busca impedir que Teherán se dote de la bomba atómica, por considerarlo demasiado laxo.
Además, restauró las sanciones económicas levantadas cuando se firmó el trato, un severo revés para muchas empresas europeas, a las que se ordenó abandonar Irán so pena de ser golpeadas por las medidas punitivas de Estados Unidos.
Un asesor de Rohani declaró el martes que cualquier diálogo con Estados Unidos debe comenzar por una reducción de hostilidades y un retorno al acuerdo nuclear.
“El respeto a la gran nación iraní, la reducción de las hostilidades, el regreso de Estados Unidos al acuerdo... Eso dará salida al caótico camino de este momento”, dijo Hamid Aboutalebi en Twitter.
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Washington, que culpa a Teherán de jugar un papel “desestabilizador” en Medio Oriente, ha señalado doce condiciones draconianas para un nuevo acuerdo con Irán.
Una reunión entre líderes de Irán y Estados Unidos sería la primera en casi 40 años, ya que ambos países rompieron relaciones diplomáticas en 1980, después de la revolución islámica de 1979.
Pese a que Trump dijo que el encuentro podría producirse sin requisitos establecidos, su secretario de Estado, Mike Pompeo, hizo algunas consideraciones al respecto en la cadena CNBC.
“Si los iraníes demuestran un compromiso de hacer cambios fundamentales en la forma en que tratan a su propio pueblo, modifican su comportamiento malicioso, y aceptan que vale la pena celebrar un acuerdo nuclear que realmente impida la proliferación, el presidente dijo que está preparado para sentarse a conversar”, afirmó.
En tanto, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Garret Marquis, dijo que “Estados Unidos está preparado para tomar medidas que pongan fin a las sanciones, restablecer relaciones diplomáticas y comerciales plenas, permitir que Irán tenga tecnología avanzada y apoyar la reintegración de la economía iraní en el sistema económico internacional”.
Sin embargo, advirtió que “este alivio solo es posible si hay cambios tangibles, demostrados y sostenidos en las políticas de Teherán. Hasta entonces, el castigo de las sanciones solo será más doloroso si el régimen no cambia de rumbo”.
Rohani empezó advirtiéndole a Trump que un conflicto con Irán sería la “madre de todas las guerras”, y le pidió que no “jugara con la cola del león”.
El mandatario estadounidense respondió con un virulento mensaje en Twitter, escrito todo en mayúsculas.
“NUNCA MÁS VUELVA A AMENAZAR A ESTADOS UNIDOS O SUFRIRÁ CONSECUENCIAS COMO MUY POCOS A LO LARGO DE LA HISTORIA HAN SUFRIDO ANTES. YA NO SOMOS UN PAÍS QUE SOPORTARÁ SUS PALABRAS DEMENTES DE VIOLENCIA Y MUERTE. íTENGA CUIDADO!”, le espetó.
íSEA PRUDENTE!", replicó también en Twitter y con mayúsculas el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, tras afirmar: “NO ESTAMOS IMPRESIONADOS”.
La retórica recuerda a la empleada por Trump hace un año contra las ambiciones nucleares de Corea del Norte, a las que prometió responder con “fuego e ira” y “destrucción total” en caso de agresión.
Junto con la campaña de “máxima presión” de Washington, que combinó aislamiento diplomático y duras sanciones, los incendiarios intercambios con Kim crecían a medida que Pyongyang multiplicaba las pruebas nucleares y balísticas.
Pero tras la espectacular reconciliación con el líder norcoreano a principios de este año y la cumbre del 12 de junio en Singapur, Trump dejó de presionarlo.
¿Se repetirá esto con la República Islámica?
Teherán ha reemplazado a Pyongyang como el enemigo número uno de Washington, y la “presión máxima”, que ha desaparecido del léxico de Trump para referirse a Corea del Norte, ahora la usa con Irán.
Pero de momento, el resto de la comunidad internacional, que acompañó a Estados Unidos al imponer fuertes sanciones contra el régimen norcoreano el año pasado, se niega a hacer lo mismo contra las autoridades iraníes.
Los aliados europeos, en particular, están intentando, contra viento y marea, salvar el acuerdo nuclear de Irán.
En este contexto, ¿se encontrará finalmente Trump con Rohani, quien ya tuvo una entrevista telefónica con el expresidente Barack Obama en 2013?
La próxima Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre en Nueva York podría ser una oportunidad para encontrarse. Pero resta ver si el presidente iraní está dispuesto. Según su séquito, Trump le pidió ocho veces una reunión al margen de la reunión de la ONU del año pasado. En vano.