La Terminal de Contenedores de Moín (TCM) está lista para iniciar operaciones y ya abrió sus puertas para recibir los primeros barcos comerciales de cara a su apertura definitiva en febrero del 2019.
Luego de una década de procesos burocráticos, férreas oposiciones sindicales, trabas para conseguir los permisos ambientales y el apoyo de los gobiernos de turno, la holandesa APM Terminals, desarrolladora del proyecto, completó la primera fase de la obra.
Antes de construir el megapuerto fue necesario crear una isla artificial de 40 hectáreas en la playa de Moín. Esta obra requirió la movilización de más de 2,1 millones de toneladas de roca y la colocación de 5,4 millones de metros cúbicos de material dragado.
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Una vez concluida la isla, se desarrolló la terminal de contenedores que en su primera etapa tendrá dos puestos de atraque, seis grúas pórticas -cada una de ellas más alta que el edificio del Banco Nacional en San José- y 29 grúas de patio para el movimiento interno de contendores.
APM Terminals operará la TCM en Costa Rica durante 33 años y su negocio es el movimiento de los contenedores para llevarlos de los furgones a los barcos y viceversa. Una actividad que parece sencilla pero realmente no lo es.
Para hacer más eficiente la carga y descarga de contenedores se requiere de equipos especializados, personal capacitado en el extranjero e infraestructura portuaria de primer mundo. Así, la Terminal de Contenedores de Moín abre sus puertas con la promesa de hacer más competitiva a Costa Rica.
Un recorrido por la TCM
El 19 de diciembre del 2014, el Consejo Nacional de Concesiones (CNC) dio la orden de inicio de las obras de construcción para el nuevo megapuerto en Moín.
Cuatro años después y luego de algunos atrasos, APM Terminals logró finalizar la primera fase de la terminal valorada en $702 millones de los $1.000 millones que costará todo el proyecto.
La nueva TCM tendrá una zona de ingreso para tráilers que será completamente automatizada y digital.
En la entrada los conductores recibirán un tiquete que les indicará el número de parqueo y la posición a la que deben llevar el contenedor. Una vez en el patio un conjunto de 29 grúas especiales, cuyo precio es de $1,8 millones por unidad, quitará el contenedor del cabezal y lo ubicará en la posición que le corresponde.
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Dentro de la terminal se instalaron reefer racks que son una especie de torres metálicas en las cuales se pueden conectar los contenedores refrigerados que transportan productos fríos.
El patio de la TCM cuenta con un amplio espacio para almacenar 26.000 contenedores de 20 pies conocidos como TEU (6,1 metros de largo por 2,4 metros de ancho) y 3.800 con refrigeración.
Además, el puerto tendrá una planta de generación de energía eléctrica del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), un edificio de oficinas para instituciones públicas como el Ministerio de Hacienda y otra edificación para las instalaciones administrativas de APM Terminals.
En la isla artificial también se construyó un centro para el mantenimiento de equipos y una zona de fumigación para los contenedores que deben salir del puerto.
Las instalaciones están a un 97% y la concesionaria ya cuenta con los permisos del CNC para empezar a recibir barcos comerciales.
La firma holandesa informó que el viernes 2 de noviembre recibirá el Polar Perú, un barco carguero de la empresa Hamburg Süd que viene de Panamá con el objetivo de descargar mercadería y llevar productos costarricenses al norte de Europa.
Se trata de la primera embarcación comercial que arribaría al nuevo puerto de Moín para llevarse un cargamento compuesto en un 70% por banano y piña de las empresas Del Monte y Fyffes y el 30% restante en varios productos.
Orígenes y trabas
Los orígenes de la TCM se remontan al 2008, en ese año el Gobierno contrató a la empresa holandesa Royal Haskoning para que actualizara el Plan Maestro para el Complejo Portuario de Limón-Moín.
La empresa recomendó construir, bajo la modalidad de concesión, una nueva terminal de contenedores que permitiera modernizar y hacer más competitiva esta actividad en el país.
La propuesta también abogaba por transformar el actual puerto de Moín, Gastón Kogan, en una terminal especializada en cargas generales y modernizar el muelle Hernán Garrón para convertirlo en una zona destinada a los cruceros turísticos.
Estos últimos dos proyectos estarán a cargo de la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva) que recibirá cerca de $1.000 millones durante las tres décadas en las que APM Terminals operará la TCM.
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Desde que la firma holandesa ganó la concesión para desarrollar el proyecto, se despertó una férrea oposición por parte del sindicato de trabajadores de Japdeva.
La segunda voz que se levantó en contra de la TCM fue la de los ambientalistas quienes apuntaban supuestos daños al humedal Cariari y a la playa de Moín por la construcción de la obra.
Luego de superar todos estos escollos, APM Terminals, que gozó de un apoyo incondicional de los últimos tres gobiernos, pudo construir la primera de las tres fases del megapuerto.
La firma desarrollará la segunda y tercera etapa de la TCM conforme las necesidades del mercado en el futuro y en relación con el aumento en la cantidad de barcos y contenedores que lleguen al país.
La promesa
La promesa es grande. APM Terminals sostiene que abrirá las puertas de la competitividad y pondrá al país en una mejor posición con uno de los proyectos portuarios más modernos de América Latina.
Cuando la TCM empiece a operar, el tiempo de atención a cada barco bajará de 40 horas a 15 horas, en promedio, según la empresa.
“Una vez que la Terminal de Contenedores de Moín entre en operación, pasaremos de recibir barcos pequeños que requieren un trasbordo para llegar su destino final, a barcos grandes que tienen conexión y travesía directa con el mercado. Limón se convertirá en un lugar estratégico en el paso de mercancías hacia el mundo”, indicó Kenneth Waugh, director general de APM Terminals.
La Academia de Centroamérica elaboró en 2016 un estudio para determinar el impacto socioeconómico que tendrá la TCM en la provincia de Limón.
El análisis estimó que la operación del nuevo puerto generará 650 empleos directos por contrataciones de APM Terminals -en la actualidad tiene 334 trabajadores-, 380 puestos que serán agregados por proveedores y 1.100 plazas adicionales que se generarán por el mayor consumo de los colaboradores contratados por la concesionaria y sus suplidoras.
El informe asegura que para el 2019 la TCM generará 2.100 empleos en Limón y la cifra crecerá debido al incremento en la capacidad y productividad, por lo que se esperan 2.400 plazas para el 2026.
Cada puesto de trabajo que se abra en el futuro generará mayor actividad comercial que se traducirá en una contribución de $210 millones, en 2019, para la producción regional de la provincia.
El Informe Global de Competitividad 2018 coloca a Costa Rica en puesto 89 de 140 países en cuanto a eficiencia de servicios portuarios. En la actualidad el 80% de todos los bienes que se exportan en el país pasan por la terminal de Gastón Kogan de Moín, que es operada por Japdeva.
El estudio muestra que la TCM bajará el costo de exportar un contenedor de dispositivos médicos de $8.919 a $7.735, debido a una reducción del 14% en el costo de transporte, que se obtendría mediante la disminución en el gasto del inventario y la eliminación de múltiples retrasos en el proceso.
La Terminal de Contenedores de Moín será uno de los puertos más modernos de América Latina y empezará a operar el próximo año con la firme promesa de convertir a Costa Rica un país mucho más competitivo frente a los mercados comerciales del mundo.