La llegada de la Terminal de Contenedores de Moín (TCM) se vio con buenos ojos en casi todos en el país. Casi todos menos la Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica (Japdeva). La TCM implica que Japdeva dejará de ser la dueña y señora de todos los barcos que procuran cargar y descargar mercadería en el Caribe costarricense.
Ahora la competencia es grande. Una terminal creada desde cero en una isla artificial con más de 40 hectáreas, seis grúas pórticas y 29 grúas de patio; además, un tiempo de atención por barco que promete ser de menos de la mitad de lo que hoy se registra en el país.
Japdeva ya siente en sus espaldas el peso de la TCM. Aún faltan unos meses para el inicio de la fase 2A de la nueva terminal y ya varias embarcaciones pasaron sus procesos al lado de los holandeses. Un augurio de lo que vendrá –inevitablemente– para el primer trimestre del 2019.
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Menos embarcaciones usando los puertos de Japdeva significa menos personal necesario. El Gobierno emitió la directriz para que los empleados de la Junta fueran recontratados por otras instituciones. Mientras tanto unos cuantos buscan recolocarse y otros pocos corren para acogerse a la pensión.
A pesar de todo, Japdeva se mantiene firme en el objetivo de seguir viva y útil. Ante esto, el turismo y volver a negocios más pequeños –antes rezagados ante los grandes buques de contenedores– son la esperanza de la institución para reinventarse y, de paso, aportar más desarrollo a la provincia de Limón.
El peso de la TCM
Aunque la apertura definitiva de la nueva TCM, operada por APM Terminals, está programada para febrero del 2019, desde mediados de noviembre pasado el megapuerto ya abrió sus puertas a los primeros barcos comerciales.
Cerca de 28 embarcaciones trasladaron sus operaciones de Japdeva a la TCM; pero aún quedan pendientes los cambios más pesados.
Las estimaciones preliminares –y actualmente en revisión– hechas por Japdeva, señalan que para el 2019 la empresa dejará de percibir al menos ¢11.900 millones, por barcos que pasarán a operar en la nueva terminal, según Marlon Clarke gerente portuario. Este monto representa un 27% de los ingresos que la institución tuvo en el 2018.
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Este paso inevitable de carga que van a perder, hace que Japdeva tenga que redimensionar no solo su funcionamiento diario sino la institución en su totalidad. Con el fin de tener un mejor manejo de los costos, debe reducir su personal.
Amparados en la directriz emitida por el presidente de la República, Carlos Alvarado, el 31 de agosto, Japdeva propuso trasladar un total de 540 trabajadores –de los 1.232 totales–, a otras instituciones públicas que los necesiten. Los traslados son voluntarios y tienen como otro objetivo no incrementar el desempleo en Limón.
De esos 540 trabajadores, al cierre del 2018 ya hay 189 perfilados. Es decir, están en la última etapa antes de migrar de trabajo. Tras colocar esos primeros empleados en instituciones descentralizadas, iniciarán un nuevo proceso con otro grupo de empleados.
El Instituto Nacional de Seguros, el Instituto Nacional de las Mujeres, el Instituto de Desarrollo Rural y la Caja Costarricense de Seguro Social son algunas de las que están dispuestas a recibir trabajadores de Japdeva, según Rita Myrie, gerenta general de la institución.
Estos traslados son un ganar-ganar para el Estado según el presidente Alvarado, porque “se puedan trasladar a otras instituciones, donde también necesitamos personal” dentro del contexto fiscal.
Además, la institución vivió una precipitación en las jubilaciones. En el último año más de 100 personas se acogieron a la pensión. El número suma las jubilaciones “normales”, pero también un incremento significativo de empleados que no se habían pensionado o bien decidieron adelantar el proceso, como consecuencia de la recién aprobada reforma fiscal que baja el tope de la cesantía a 12 años.
Lo que dejó la huelga
De los 1.232 empleados de la Junta, entre 800 y 850 se unieron a la huelga opositora al plan fiscal que se vivió este año en el país. El peso para la operación no fue poco de acuerdo con Myrie.
La huelga tampoco fue corta. Duró un mes exacto –para la institución– y durante este tiempo mantener las importaciones y exportaciones lo más normal posible fue la prioridad.
Las pérdidas fueron cuantiosas. El total de pérdidas rozó el 40% del total mensual de ingresos, principalmente por problemas con cargueros.
El atraco de cruceros no sufrió ningún inconveniente y ningún servicio de los ya programados tuvo que ser suspendido.
Apostar a nuevos negocios
Es justamente en el turismo donde Japdeva pretende encontrar de nuevo la gallina de los huevos de oro.
El 2018 fue un año de transición para Japdeva. La Junta inició un traslado paulatino de las operaciones de carga desde el puerto de Limón hacia el de Moín. La idea es concentrar los buques mercantes en este segundo puerto y que el muelle central de la provincia se dedique de manera exclusiva al turismo.
Con un muelle exclusivo para cruceros la expectativa es que se incrementen las visitas. Anualmente Limón recibe en promedio 120 barcos de este tipo y cada uno de estos puede traer al país hasta 3.600 turistas.
Japdeva está en conversaciones con operadores de cruceros, con el fin de crear nuevas alianzas. También está en el horizonte cercano la construcción de la Marina de Limón. Es un proyecto en etapa de preinversión y que se ejecutaría por medio de una alianza público-privada. Contaría con 150 parqueaderos para embarcaciones.
Para cumplir a cabalidad con una apertura tan grande ante el sector turismo como la que pretende, Japdeva, realizará obras nuevas para convertir el puerto en una gran terminal.
Otros trabajos realizados este año incluyen un dragado de 14 metros de profundidad para que barcos más pesados puedan atracar en Moín. Además de la entrada en operaciones al 100% de las dos grúas pórticas que la institución había adquirido años atrás y un remolcador nuevo de 60 toneladas.
Estas adquisiciones pretenden diversificar el negocio más allá del turismo. Operadores de carga más pequeña, navieras y nuevos servicios que antes quedaban de lado –opacados por barcos de mayor capacidad– son los nuevos clientes potenciales de Japdeva.
Con más espacio disponible, procuran convertirse en una solución para las empresas que operan con buques de granel líquido, como por ejemplo jugos de exportación o químicos de importación. Además, pretenden aprovechar la mayor capacidad de almacenamiento, en carga de trasbordo y brindar servicio a contenedores que no van a ser nacionalizados, pero que estarán en tránsito –de horas o días– en el país.
La importación de graneles líquidos, carga convencional e incluso un incremento en el tráfico de cruceros eran aspectos presentes y detallados en el Plan Maestro para el complejo portuario Limón-Moín, un estudio solicitado por el Gobierno de Costa Rica y publicado en el 2008. El documento hacía una previsión específica de las inversiones que tenía que realizar Japdeva para alcanzar un rendimiento máximo en los próximos años.
El escenario más avanzado llegaba hasta el 2030 y el plan desarrolló una estrategia recomendada con distintos escenarios para el complejo de muelles de Limón y Moín. Desde ese momento –10 años atrás– el estudio planteó la necesidad de dejar el muelle de Limón para manejo turístico, y Moín para carga y descarga.
Japdeva plantea las mismas soluciones con una década de atraso.