Hola, Esteban:
Yo tampoco soy nutricionista, pero algo he aprendido de mi mejor amiga, que sí lo es.
Así que mi crítica no atañe al hecho de que dé consejos nutricionales tan radicales sin estar titulado al respecto. No voy por ahí.
Mi esposo creyó que usted tenía 40 años y, por eso, a veces le ponía atención.
Pero leímos que tiene 30.
¿Cómo habla con tanta propiedad sobre lo que conviene o no a los cuarentones, si no es desde la formación académica ni desde la experiencia propia?
En fin, de todos modos, no voy por ahí tampoco.
Soy periodista y he trabajado en mercadeo y en diseño gráfico. Entiendo cómo titulares sensacionalistas venden: usar palabras que pican los SEO, poner una foto consumiendo tabaco en un post sobre tips para controlar la ansiedad, puyar la opinión pública con polémica...
Lo entiendo. Entonces, mi crítica tampoco va por ahí.

Leí que usted nunca ha tenido esa cantidad de sobrepeso. Yo tampoco. ¿Sabe qué sí he tenido? Anorexia, bulimia y ortorexia, gracias a personas cuyas percepciones del cuerpo ligaron características físicas a atributos de personalidad.
"No contrate a nadie gordo“; ”si usted tiene panza y maneja un Mercedes, usted está dañando la reputación de esta prestigiosa marca de lujo“, ha dicho usted.
Yo ahí leo que las personas con sobrepeso —el cual puede ser producto de medicamentos, genética, desconocimiento, reducida capacidad adquisitiva y un sinfín de factores más allá de simplemente no querer entrenar— no merecen ni tener trabajo, ni acceder a activos de lujo.
Tal vez no debería meter la cuchara porque ni siquiera alude a las mujeres, solo a “hombre exitoso [... que] tiene una panza”...
Pero no puedo contenerme, porque me recuerda a cuando una influencer de mi clase, en tercer grado (ambas teníamos 9 años), me dijo que yo tenía celulitis. Sí, celulitis, con 9 años.
A partir de ahí, dejé de usar shorts e iba con jeans (largos) a la playa... así me metía al mar y así lo hice por casi una década. Ese fue el peso de UNA palabra en mi vida.
¿Dimensiona usted cuánto peso podrían tener sus palabras en los miles de personas que lo siguen?
"Ha sido probado que [los influencers] afectan la salud mental" de las personas que ven el contenido y que la exposición a ello "causa que la autoestima de los individuos decrezca“.

Hay personas que se motivan cuando son confrontadas. "Dígame que no puedo para demostrarle que sí“, dicen algunas frases motivacionales.
Quiero creer en sus buenas intenciones y que su mensaje intenta motivar con ese tipo de psicología inversa. ¿Pero por qué a lo bully?
Dudo que no lo sepa, pero, por si acaso, la victimización producto del bullying influye en la "ideación y el comportamiento suicida, así como en conductas de salud negativas“; especialmente entre adolescentes, que no son su target, afortunadamente.
En todo caso, aun si quisiera motivar al estilo “la letra con sangre entra”, lo que pasa es que muchas personas no lo ven así, sino más en la línea de “Dígame que no puedo para darme una excusa para ni siquiera intentarlo”.
¿Lo había pensado? ¿Le importa?
Yo defiendo que las personas necesitan estar en su rango de peso saludable precisamente por SALUD. Hay mucha evidencia científica de las consecuencias negativas que se derivan de no estarlo.
Esa es la razón por la que lo promuevo, muy lejos de razones estéticas, que tan subjetivas y cambiantes pueden ser. ¡Sin mencionar lo dañinas que pueden resultar para la autoestima!
Esteban: Carolinita de 9 años le pide que tenga cuidado con cómo dice lo que dice.
Ya hay suficientes thinfluencers, imágenes distorsionadas y desinformación sobre lo que es estar “saludable” y ser atractivo en la ciberesfera, como para sumarle, además, ser ofensivo y soez.
¿No quisiera ser radical y polémico de otra forma?
¿O es que teme que, si cambia su estilo (no el fondo del contenido, sino solo la forma), va a perder seguidores?
Aún puede ser igual de disruptivo, igual de provocador, igual de seguido. Pero también podría ser más tolerante y usar su famositica plataforma para construir, y no, para aplastar.
Porfa, piénselo, ¿sí?