Imagine que llega a su trabajo y, al entrar, encuentra a otra persona en su oficina. Está sentada en su silla, usando su computadora, haciendo el trabajo que usted debería estar haciendo.
Supongo que, además de extrañarse, pensará usted que lo despidieron o que, por lo menos, ya no le tocará hacer ese trabajo.
Algo así le pasa a las fibras musculares (aquellas de la fábrica corporal de las que habíamos hablado hace meses) del abdomen cuando van a hacer su trabajo (ayudar a sostener la columna en posición erguida) y encuentran a alguien más haciéndolo: las fajas de peso.
Generalmente son de cuero y se las he visto principalmente a hombres que quieren alzar mucho peso.
De hecho, en las tiendas de deporte donde pregunté para qué servían (tratando de averiguar el pretexto usado para su venta), me dijeron que eran “para poder levantar más peso”.
“Más peso”. Más peso del que deberían, del que son capaces de levantar por sus propias fuerzas, del que puede soportar su columna por sí sola, sin ayuda de una faja y sin lesionarse en el intento.
¿Por qué quiere levantar más peso si no se aguanta ni si quiera el que debería (su propio peso sin jorobarse)?
Un error común es creer que entre más peso se levanta, más crece el músculo. La realidad es que el peso está directamente relacionado con el desarrollo de la fuerza, y no con el tamaño de la masa muscular.
Así que levantando más peso del recomendado, no solo no se va a hacer más musculoso, necesariamente, sino que se expone a una lesión en la columna.
Fajas térmicas
Pero las fajas de peso no son las únicas que están “de moda” en los gimnasios.
Hay otras de hule, más usadas por mujeres que por hombres, en las que se envuelven la cintura para sudar más. Estas fajas térmicas efectivamente logran ese propósito; lo que desconocen sus usuarios es que con eso no logran nada.
El sudor no es grasa, es deshidratación.
Además, si no se limpian adecuadamente, ese sudor puede generar criaderos de bacterias que se sentirán felices de ir a visitar a sus amigas del gimnasio.
Así que mejor quítese el cinturón, “fájese” a hacer ejercicio y a fortalecer sus abdominales; y después, si lo logra, levante lo que es capaz de sostener con los trabajadores de su fábrica corporal, que para eso los tiene.