Hace unos años se pusieron de moda unos buzos para hacer ejercicio que eran hechos de un plástico grueso color gris y que se promocionaba como una excelente forma de sudar más al hacer ejercicio.
No era mentira: efectivamente el cuerpo sudaba más. Lo que no decía la publicidad era que ese sudor no era equivalente a mayor número de calorías quemadas ---ni de grasa, ni de carbohidratos, ni de nada---.
El sudor no es grasa líquida; es agua con minerales, que el cuerpo libera para regular su temperatura.
¿Cómo lo logra? Evaporándose.
Cuando hacemos ejercicio, aumenta nuestra temperatura corporal porque en el organismo ocurren una serie de trabajos que demandan energía y que liberan calor. El agua que sudamos absorbe esa temperatura extra y se evapora; ese proceso enfría al cuerpo.
Así que no se confunda: no es cierto que entre más suda, más se está ejercitando; sino más bien, entre más suda, más se está deshidratando.
Y la deshidratación puede ocasionar desde debilidad, mareos y fatiga, hasta fallos en el organismo e incluso, la muerte.
¿Y si no sudo? También se está ejercitando y también se está deshidratando.
A veces, el cuerpo está tan caliente, que el agua se evapora inmediatamente, sin chorrearle por la piel. Además, si está jadeando, también está liberando líquido en forma de vapor.
Por eso, esté sudando a chorros o no, hidrátese constantemente. No se espere a sentir sed para hacerlo; esta es un síntoma de deshidratación.
Además, prefiera el agua pues las bebidas hidratantes, como las terminadas en –ade, pueden aportarle incluso más calorías que las que logró quemar con el ejercicio realizado.