La compañía Tesla, propiedad de Elon Musk, quiere conquistar un nuevo mercado: el de los robots humanoides. Para lograrlo, presentó a Optimus, su prototipo de robot, pero el anuncio genera dudas en el sector de la robótica en torno a la viabilidad de las promesas de la empresa.
La tecnología que respalda a estos robots está en pleno desarrollo e involucra a un conjunto de disciplinas ingenieriles, sin embargo, hasta el momento, sus usos se limitan a ámbitos de investigación, universitarios y de comercio.
Aunque hay avances, el momento en que los humanoides y humanos convivan permanentemente en ámbitos de producción podría estar aún lejos. Además, persisten cuestiones por resolver como cuáles son sus potenciales aplicaciones, así como dilemas éticos.
Optimus
El robot salió del telón, flexionó sus brazos y movió sus manos viendo sus palmas con detenimiento; luego por encima de sus dedos, como reconociéndose. Dio algunos pasos en dirección al público e hizo un amago de saludo con la mano levantada. Subió ambos brazos como celebrando un triunfo y rehizo su camino hasta quedar de espaldas.
“El robot puede hacer mucho más de lo que acabamos de mostrar. No queríamos que se cayera de bruces”, intervino Musk, quien procedió a mostrar un video del robot haciendo otras cosas.
Luego enseñó un modelo más refinado, que podría acercarse a la versión final, pero este ni siquiera caminó; estaba fijado a una plataforma y solo movió sus manos.
Así fue la presentación de Optimus el pasado 30 de setiembre, el prototipo de robot humanoide de Tesla, empresa dedicada a la industria de vehículos eléctricos. De hecho, ese conocimiento fue la base para crear algunos de los sistemas del humanoide.
La develación, aunque algo deslucida, permitió conocer los rasgos principales del robot: mide 1,73 de altura y pesa 57 kilos. Camina, transporta paquetes, riega las plantas y coloca piezas una encima de otra.
Tesla apunta a fabricar a Optimus en masa, pero antes quiere probarlos en sus fábricas y ver si son útiles como “trabajadores”. La meta es comercializarlo por menos de $20.000. Pero en el sector de la robótica existen dudas de si será factible cumplir con estas promesas.
“Todo mundo está con bastante escepticismo y no ven factible llegar a esa producción en masa”, comentó Juan Carlos Brenes, profesor de ingeniería electrónica del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
El costo y la optimización se vislumbran como los principales obstáculos. Lo primero es que se pueden encontrar formas más baratas de solucionar problemas en las fábricas, algo de lo que Tesla podría caer en cuenta cuando entre a probarlos.
Lo segundo es que el último 10% del desarrollo lleva más tiempo incluso que el 90% previo. Aquí es cuando se afinan detalles o se optimizan, inclusive algunos que parecían ya finalizados. Hasta ahora, el prototipo presentado por Tesla luce poco ágil para realizar tareas de producción.
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No es la primera vez que una empresa clama que producirá un robot humanoide en masa por un “bajo” precio. Federico Ruiz, coordinador del Laboratorio de Investigación en Robots Autónomos y Sistemas Cognitivos (Arcos Lab) de la Universidad de Costa Rica, recordó el caso de Baxter, un robot que simula el tronco y los brazos de un humano, pero carece de piernas. En su caso no fue posible llegar a esa masificación. Crear un robot con solo un par de brazos podría costar hasta $15.000, por lo que un humanoide completo superaría ese monto.
“Bajo ciertas condiciones uno podría lograr un precio así. Posiblemente va a tener que comprometer la calidad o capacidades del hardware. Tal vez no va a tener una manipulación tan fina”, conjeturó Ruiz.
Tecnología en evolución
El objetivo principal de la industria robótica en este momento es evolucionar del robot clásico industrial, grande y pesado, a modelos más flexibles y que puedan estar cerca de personas. Lo más común son los brazos robóticos, pero cada vez más se persigue una forma humana.
La base de la tecnología detrás de estos robots mezcla ingeniería eléctrica e ingeniería mecánica con sistemas de control y programación. A este conjunto se le suele denominar sistemas mecatrónicos, una carrera que ya se imparte en el TEC.
Aunque la tecnología ha avanzado, aún queda un amplio espacio por abarcar. Un aporte reciente que significa también un campo de exploración es la inteligencia artificial (IA).

En el pasado se han lanzado predicciones, como que en el 2020 iban a haber robots humanoides con capacidad de hacer tareas cotidianas, algo que no pasó. Por el ritmo que lleva la innovación en este sector, todo apunta que eso ocurrirá, pero la incógnita que persiste es cuándo.
En Costa Rica, esta industria es incipiente. Ya existen carreras universitarias que integran robótica e incluso algunos colegios que imparten cursos de esta materia. Además, el Arcos Lab está trabajando en crear el primer robot humanoide completo del país.
Reto en la producción
La industria ha empezado a construir robots humanoides con el fin de que se adapten a entornos propios de los humanos, principalmente con dos objetivos: que emulen capacidades físicas de las personas o que manipulen objetos.
Las aplicaciones principales que tienen estos robots se limitan a la investigación, la educación o el comercio.
En ambientes de investigación, principalmente universitarios, se usan para optimizar los movimientos y para pruebas de programación. También se han usado para hacer más atractiva la enseñanza en centros educativos.
En comercio, se han aplicado como recepcionistas o en servicio al cliente, pero más como estrategia de mercadotecnia, pues suelen carecer de habilidades de manipulación.
Sin embargo, integrarlos en la producción en fábricas sigue siendo un reto por superar. Según Brenes, actualmente no existe un robot humanoide completo en plantas de producción.
“El consenso entre investigadores de robótica es que eso no va a pasar ni siquiera en los próximos cinco años”, aseguró el profesor.
La razón es que en fábricas se busca que el robot realice tareas repetibles constantes, algo que aún es difícil de conseguir y que parece será un reto para el prototipo de Tesla.
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Futuro prometedor, pero ética difusa
La robótica apunta a ser un mercado gigantesco y Musk lo sabe. Pero el momento en que los robots convivan con humanos podría estar aún lejos.
Los especialistas prevén un desarrollo considerable de la tecnología de robots humanoides a corto y mediano plazo. Crecerá también el nicho de los robots colaborativos, que asisten en ámbitos comerciales y de logística.
En opinión de Ruiz, el software será el principal desafío de la industria y el académico cree que restan 10 años en investigación para desarrollar la ciencia en este campo.
En los próximos años, se espera que se creen robots con capacidad de convivir con humanos, aunque no necesariamente simulando la forma humana. A eso se suma que los avances en IA van a paso más acelerado que los cambios físicos.
Un ejemplo de ello es la robot humanoide Sophia, creada por Hanson Robotics. Está dotada de una alta IA que le permite conversar y hasta dar conferencias, pero posee pocas funciones de manipulación de objetos.
También la ética es un área difusa en esta industria. A Sophia, por ejemplo, Arabia Saudita le concedió la ciudadanía y parece tener más derechos que las propias mujeres en ese país.
“Antes nunca la gente se había preocupado por la ética de la inteligencia artificial. No está resuelto y hay asuntos que prever”, mencionó Brenes. Entre esos asuntos está cuándo cabe un robot en un ambiente humano o no, cuándo puede afectar a un humano, cuáles son los riesgos y los límites, entre otros.
Posiblemente sí llegarán a sustituir trabajos que hoy realizan humanos, pero la esperanza del sector es que surjan otros empleos que los asuman personas.
