Los ingenieros y tecnólogos son los que menos realizan investigaciones dentro de las áreas científicas del país, según la plataforma Hipatia del Programa Estado de la Nación (PEN).
Se trata de los profesionales que integran las especialidades de biotecnología, ingeniería ambiental, química, industrial, civil y eléctrica; inteligencia artificial, nanotecnología y tecnología de alimentos.
En los últimos dos años, tan solo el 44% de los tecnólogos se han vinculado con proyectos de investigación. Esta cifra se queda corta en comparación con las ciencias médicas, dónde el 65%se ha relacionado con la exploración.
Los bajos niveles de investigación demuestran que las plataformas de ciencia, tecnología e innovación todavía son frágiles y evidencian la carencia de comunidades dedicadas a la innovación.
La suma de estos factores, representa para Costa Rica consecuencias negativas para la competitividad y en la formación de talento.
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Razones por las cuales el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), afirmó que entre sus planes se encuentra estimular las relaciones entre los centros educativos y las empresas para forjar una economía de conocimiento.
Producción científica
¿Por qué el área de tecnología es la que menos investiga dentro de las ramas de la ciencia?
Según Hipatia, el protagonismo científico en la generación de conocimiento a nivel nacional, corresponde a las ciencias biológicas y agrícolas, las cuales responden por un 31,3% de toda la producción durante los últimos 13 años.
El segundo lugar del volumen de producción científica corresponde a las ciencias médicas, que generan un 18,8% del conocimiento en ciencia y tecnología.
En contrase con estas ramas, el aporte de las ingenierías es de apenas un 1,8% de la producción de conocimiento científico-tecnológico, indica el índice Scopus, usado por el PEN para el periodo 2001-2014.
Los datos también muestran que en las áreas de ingeniería hay una menor prevalencia de profesionales con los mayores grados académicos, como por ejemplo doctorados.
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En esta área, los formados en computación e inteligencia artificial son quienes ostentan los mejores perfiles.
Miguel Rojas, coordinador del Centro de Investigación en Biotecnología del Instituto Tecnológico (TEC), afirmó que el financiamiento para las investigaciones en ingenierías y tecnologías es muy bajo, por ende las publicaciones son menores.
“Otra explicación, es que en el país, este tipo de profesionales no son formados para la investigación. No hay recurso humano formado, ni con vocación para investigar”, añadió Rojas.
El Estado de la Ciencia, Tecnología e Innovación (ECTI) reafirma la teoría de Rojas, ya que muestra que la plataforma actual para la tecnología e innovación es frágil, desigual, poco incentivada y relativamente desconocida.
Los logros son menores a los esperados de acuerdo con el nivel de desarrollo del país y la modernización experimentada en las últimas décadas.
“Las políticas nacionales son débiles, fragmentadas y desconectadas de las fortalezas científicas que han logrado construir las comunidades locales de investigadores”, añadió el ECTI.
Consecuencias
El ECTI, muestra que una plataforma robusta para la ciencia, tecnología e innovación es crucial para el futuro del país por temas de competitividad.
Santiago Núñez, director de Investigación y Desarrollo del Micitt, afirmó que el país necesita un esquema de financiamiento público del país, no solamente se necesita que obtengan el bachillerato o licenciatura, sino también que opten por maestrías y doctorados.
Con un grado académico mayor, los profesionales podrían desarrollar investigaciones profundas y que le aporten al país.
Otro aspecto crucial para las autoridades es el estado del mercado y las oportunidades que le ofrece a los profesionales para el desarrollo de investigaciones y no con el establecimiento de “maquilas tecnológicas”.
De hecho, un 42% de los más de 400 ingenieros y tecnólogos costarricenses que viven en el extranjero no quieren regresar al país porque no encuentran posibilidades reales de trabajo.
Costa Rica camina hacia una economía del conocimiento, pero la infraestructura y el desarrollo aún están deficitarios.