La empresa Super-Sharp Space Systems, liderada por el ingeniero costarricense Marco Gómez, dio a conocer en mayo un acuerdo de adquisición por parte de la compañía española Satlantis, firmado en marzo.
Satlantis es una compañía de tecnología espacial, proveedora de satélites de observación de la Tierra. Fue fundada en 2013 y un año después estableció su sede central en Bilbao, España, según indica su sitio web.
El monto de la transacción no fue revelado.
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Super-Sharp Space Systems es una empresa spin-out de la Universidad de Cambridge, lo que significa que su nacimiento se dio como parte de un proyecto de investigación mientras Gómez cursaba una maestría en Administración de Empresas (MBA) en el Imperial College de Londres.
La empresa empezó actividades en diciembre del 2020, cuando firmó el primer contrato con la agencia espacial del Reino Unido.
Gómez es ingeniero aeroespacial y cuenta con una maestría en Sistemas Aeroespaciales por la Universidad Tecnológica de Delft, Países Bajos.
En Costa Rica, trabajó en el proyecto Irazú, el primer satélite costarricense que llegó al espacio; también laboró como investigador en el Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Tras estas experiencias, el ingeniero consideró que el dinamismo que existía en el sector aeroespacial y la rebaja de costos hacía accesible montar una empresa. Ahí fue cuando viajó a Londres y desarrolló su proyecto de investigación con un equipo de Cambridge que estaba construyendo telescopios desplegables. Ese fue el punto de inicio de Super-Sharp.
La tecnología
El foco de Super-Sharp es el desarrollo de una tecnología de telescopios desplegables que viajan al espacio montados en satélites. Ahí se expanden y apuntan hacia la Tierra con el objetivo de tomar imágenes térmicas en muy alta resolución.
Al ser desenrollable, el telescopio se envía plegado, lo que reduce costos de manufactura y de lanzamiento por ser un paquete pequeño.
“Con un telescopio grande uno puede capturar imágenes de más alta resolución”, contó Gómez.
Las imágenes térmicas que captura el telescopio producen un mapa global de temperatura que tiene diferentes aplicaciones. Por ejemplo, permite identificar edificios poco eficientes energéticamente para tomar acciones y reducir las emisiones de carbono.
En agricultura se puede usar para determinar las plantaciones que están mal irrigadas y sus partes calientes. Asimismo, puede servir como sistema de alerta temprana de posibles incendios.
Otra utilidad es en el ámbito militar, pues el mapa deja ver de noche edificios ocupados, por el calor de la estructura. La guerra en Ucrania disparó la necesidad de datos desde el espacio.
El requerimiento esencial de estos telescopios es que tomen imágenes de alta resolución y de forma continua.
Super-Sharp se encuentra actualmente en una etapa temprana, desarrollando la tecnología y fabricando la primera versión del telescopio que pueda sobrevivir en órbita, el cual estará listo en diciembre de este año y se espera lanzar a inicios de 2025.
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Luego de ese momento la empresa entrará en la fase de producción y comercialización del producto, pues en la industria aeroespacial uno de los requerimientos de los clientes es que la tecnología esté probada en el espacio.
Super-Sharp aspira a ser uno de los actores clave en el mercado mundial de las imágenes térmicas.
Con la compra de Super-Sharp, Satlantis apuesta por ampliar su catálogo. A cambio, la compañía ayudará al desarrollo del negocio y al desarrollo técnico de su ahora subsidiaria. También servirá de respaldo, pues es una firma que ya tiene camino recorrido en el sector.
“Ellos vieron una oportunidad para expandir su portafolio de productos. Ellos desarrollan satélites que pueden tomar otros tipos de imágenes pero no tienen cámaras térmicas”, aseguró Gómez.
Super-Sharp emplea a ocho personas, una de Argentina y el resto británicas. El CEO agregó que esperan contratar a dos personas más en los próximos dos meses.
La industria en Costa Rica
Aunque por el momento Super-Sharp descarta tener algún tipo de operación en Costa Rica, al estar en una etapa inicial, Gómez tampoco descartó esta opción a futuro, especialmente las oportunidades que el país puede ofrecer en manufactura.
“Costa Rica es un excelente lugar para desarrollar este tipo de actividades. A futuro veo posibilidades de que haya centros de manufactura de la industria espacial en Costa Rica”, aseveró el ingeniero.
Costa Rica se está volviendo más atractiva para esta industria. Hace dos años, la compañía Leo Labs escogió a Guanacaste para establecer uno de sus radares que se encargan de recoger y suministrar información sobre los objetos de la órbita terrestre baja.
Ad Astra Rocket, propiedad del exastronauta Franklin Chang, también está llamando la atención de firmas internacionales.
También están surgiendo startups costarricenses de este sector, como Orbital Space, que trabaja en la primera misión espacial privada de una empresa costarricense.
Un grupo de 38 empresas de esta industria están agrupadas en el clúster aeroespacial de Costa Rica. El país se está especializando en el desarrollo de sistemas electromecánicos y la manufactura de motores.
El clúster está trabajando con la Agencia Espacial Costarricense para ir un paso más allá y crear enlaces con otras agencias para potenciar las áreas de diseño y desarrollo.
Gómez destacó que un buen indicio es que existen grupos de estudiantes que están desarrollando sus propias ideas, pero apuntó que en el país faltan métodos de inversión e infraestructura.