”En una clase me pidieron hacer seis páginas web, un trabajo que lleva mucho tiempo, pero con ayuda de ChatGPT las hice muy rápido, no tardé nada y lo único que les cambié fueron los colores para darles una apariencia diferente y listo”, relató un estudiante que cursa su quinto año universitario en el Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Este joven, quien prefirió no revelar su identidad, dijo que la inteligencia artificial (IA) generativa le apoya en la creación de código de programación y también para ”trabajos más tediosos como la redacción de ensayos”. Dice que le ahorra tiempo y que “casi todos en la clase” lo hacen.
ChatGPT causa furor desde finales de 2022, cuando OpenAI lanzó esta plataforma al público de manera gratuita. Este es un sistema de inteligencia artificial capaz de generar textos, contestar preguntas y resolver una amplia lista de tareas. A la herramienta le bastó cinco días para superar el millón de usuarios y los 100 millones los alcanzó en apenas dos meses.
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Ante esta revolución surgen múltiples interrogantes: ¿cómo se regula este tipo de herramientas? ¿La humanidad está lista para trabajar mano a mano con la IA generativa? ¿Cómo evolucionará esta tecnología? ¿Qué pasa con la IA generativa en el sistema educativo; es buena, mala o hay una escala de grises?
En este reportaje abordamos las preguntas pero en el sector académico universitario, donde existe el temor de que los estudiantes carezcan de conocimientos y habilidades por dejarle todas sus tareas a ChatGPT. Exponemos si en Costa Rica están preparados o no los estudiantes y centros educativos para usar de forma responsable la plataforma que tiene respuestas para casi todas las preguntas (a veces con información falsa —generada por la interacción o prompt del usuario—).
Encrucijada actual
En Costa Rica ya existen precedentes sobre la complejidad de la relación entre IA y estudios. El profesor de Humanidades de la Universidad de Costa Rica (UCR), Melvin Campos, reprobó en julio a 18 estudiantes por utilizar IA generativa para responder dos preguntas de desarrollo en una de sus evaluaciones.
“Las IA son inútiles en cierto tipo de aprendizaje. En un curso de diseño gráfico básico, sobre distribución de volúmenes, orden en una página, selección de paletas de colores y similares, si un estudiante presenta un trabajo hecho en IA, entonces no lo está diseñando él. El estudiante no está aprendiendo los principios que debe aprender para ser diseñador en el futuro. Si queremos que aprendan a diseñar, ellos deben hacer el diseño, no copiarlo de una IA. Así de simple”, declaró Campos al periódico La Nación.
Esta afirmación no la comparte una estudiante universitaria de mercadeo que utiliza la herramienta. “Yo uso a ChatGPT para que me oriente con ideas de publicaciones creativas para redes sociales y también en diseño. No me quedo solo con lo que me dice el robot, pero sí me ayuda a desbloquear otras ideas. Yo sí estoy aprendiendo en la universidad, y eso no quiere decir que por usar IA no esté capacitada para llegar al mercado laboral”, relató a El Financiero la estudiante de 28 años.
ChatGPT es tan solo una gota de agua en el vaso de la IA generativa —una gota muy grande, pero gota al fin—. Su popularidad se debe al fácil acceso que hay a la plataforma, porque es gratuita y solo se necesita tener una cuenta en redes sociales o en Google para crear un usuario. Gracias a la rápida adopción de esta plataforma, otros desarrolladores se motivaron a publicar múltiples herramientas más que trabajan bajo este principio.
La bola de nieve apenas se está formando pues “las herramientas que tenemos todavía son muy primitivas con respecto a lo que vamos a tener en un par de años”, afirmó el fundador de ChatGPT, Sam Altman, en junio pasado durante una gira que realizó en Tokio, Japón.
Es cuestión de tiempo para observar el desarrollo y madurez de estas plataformas, por lo que prohibirlas en los salones de clase no sería el camino correcto, según afirmaron cinco universidades consultadas por EF.
Precisamente en un foro virtual sobre IA organizado por EF el pasado 27 de julio tres especialistas dudaron acerca de que la prohibición de estas herramientas sea la mejor opción y que precisamente llegaron y se usan para cambiar las dinámicas dentro del salón de clase.
“Lo que el profesor tiene que hacer es cambiar la forma de dar clases, no asustarse por el ChatGPT”, dijo Rogelio Umaña, conferencista de temas tecnológicos y director de la Unidad de Pensamiento Digital en RDP Consulting.
En la siguiente tabla le mostramos el resumen de las declaraciones de las universidades con respecto a su opinión sobre la IA generativa y si ya aplican cambios en la forma de evaluar debido al impacto de esta tecnología.
”Tenemos una nueva herramienta en educación. Como una calculadora para las palabras. (...) Y la forma en la que enseñemos va a tener que cambiar y la forma en la que se evalúe a los estudiantes también va a tener que cambiar”.
— Sam Altman, fundador de ChatGPT.
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La velocidad a la que avanza la tecnología no puede ser comparable a cómo lo hace el sistema educativo, y en Costa Rica específicamente el rezago en capacitación de los docentes es un tema que se ha estudiado desde hace varios años. Sobre todo en la educación pública primaria y secundaria.
“En la educación en particular, un uso adecuado puede contribuir en el logro de importantes aprendizajes en los estudiantes, incluyendo capacidades cognitivas de mayor nivel de abstracción como el desarrollo del pensamiento crítico; sin embargo, en la educación costarricense no predominan las condiciones apropiadas para un uso estratégico de estas herramientas, que estimule y enriquezca los aprendizajes de los estudiantes”, afirmó Leda Muñoz, directora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo.
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Según Muñoz, uno de los puntos débiles es la formación de los docentes en el aprovechamiento de la tecnología. Esta prácticamente no se recibe a nivel universitario y tampoco cuando ya el docente está en servicio.
“La velocidad de creación de las herramientas de IA no se compara con la capacidad de actualización del sistema educativo. Si bien es cierto los beneficios de IA son muchos, también es cierto que debemos tomar medidas para contar con profesionales que sean especialistas en IA”, dijo Olda Bustillos, directora de la Escuela de Ingeniería Informática de la Universidad Internacional de las Américas (UIA).
Sin embargo, como vimos con las respuestas de los centros de enseñanza superior, existen diferentes enfoques sobre el uso de estas plataformas en los salones de clase.
Universidades como la UCR y la U Latina plantean una mayor libertad para estudiantes y profesores en relación con el empleo de esta tecnología, mientras que en Fidélitas apuestan porque el estudiante use esta tecnología en un proceso de aprendizaje más avanzado. En la UIA, por su parte, dice que supervisan su uso en las aulas para que el alumno lo utilice de forma controlada.
“No podemos omitir u ocultar herramientas como ChatGPT a los estudiantes, pero sí guiarlos en un uso correcto”.
— Ariel Ramos, docente con permanencia de la Facultad de Ciencias de la Computación en Fidélitas.
“Yo uso ChatGPT para que me guíe cómo debo presentar un trabajo en clase. Él me hace un esqueleto de los puntos claves que debo explicar y el orden de los contenidos. Yo era pésima en exposiciones y ahora me ha ayudado. También me sirve para buscar datos y le digo que lo busque en una fuente específica para evitar que me falle con la respuesta”, dijo Raquel Ruiz, estudiante de 30 años, quien prefirió omitir el nombre de su universidad.
En el caso de Cenfotec, creen que el uso de aplicaciones como ChatGPT es algo positivo porque el valor de los modelos de procesamiento de lenguaje está en la forma en la que se les habla a estas herramientas, por lo tanto, los estudiantes comenzarán a desarrollar una mayor capacidad de construcción de soluciones a través del diálogo en lenguajes naturales con sistemas artificiales.
“La evaluación debe pasar a una forma de que el estudiante pueda ir autocorrigiendo sus errores, y no que sea castigado por saber o no saber algo, cuando incluso para nosotros, los profesionales, nuestra capacidad se mide por la habilidad de construir una solución nueva, no por hacer procesos repetitivos, pues esos mismos trabajos repetitivos serán sustituidos por la IA”, acotó Tomás de Camino, director de la Escuela de Sistemas Inteligentes de la Universidad Cenfotec.
De Camino también señaló que la llegada de estas herramientas genera miedo entre docentes, pues constituye una vía accesible e inmediata para cuestionar los enunciados, conceptos y evaluaciones que se dan una clase. Es decir, se tradujo en un dardo hacia las figuras que ejercen el autoritarismo en las aulas.
Problemas éticos
Otra consideración a tomar en cuenta con el uso de la IA en los salones de clase es la ética con la que los estudiantes emplean estos recursos.
Definir claridad en los objetivos académicos ayuda a los docentes para que no toda la responsabilidad de la calificación recaiga en ejercicios que puedan asumir plataformas como ChatGPT.
“Creo que a las personas se les debe preparar para el uso consciente de estas tecnologías, porque parte del riesgo es que se pierda la perspectiva de la educación”, señaló Andrés Segura, coordinador del Laboratorio de Investigación e Innovación Tecnológica de la (Universidad Estatal a Distancia) UNED.
El investigador comentó que el tema de fondo es determinar con cuál criterio es que el estudiante utiliza estas tecnologías y si las aplica de forma correcta para su proceso de aprendizaje.
La ética y el plagio son temas que siempre han estado presentes en el sistema educativo y es una de las preocupaciones que se acrecienta con la IA generativa.
Este tipo de IA permite desde hacer preguntas básicas para profundizar en procesos de aprendizaje hasta la redacción de tareas completas, según narran los mismos estudiantes.
“Uso a ChatGPT para que me escriba marcos teóricos, me ahorra tiempo. En la U nos dijeron que los textos los pasan por sistemas de control de plagio, pero al parecer todavía no funciona con este chat porque me calificaron bien el texto”, relató un estudiante consultado por este medio que solicitó mantener su anonimato.
El rol del docente
Las universidades consultadas concuerdan en que el principal reto educativo con las herramientas de IA radica en determinar cómo se pueden usar estas tecnologías como un instrumento complementario y responsable de la actividad principal del estudiante.
“Consideramos que las herramientas de Inteligencia Artificial pueden ser un apoyo para las personas docentes, pero no pueden reemplazar o sustituir la labor de docencia. En la UCR se ha utilizado al IA en múltiples maneras. Una primera consulta realizada con el personal docente arrojó al menos 49 experiencias de uso de las IA”, afirmó Felipe Alpízar, vicerrector de Docencia de la UCR.
Los profesores quieren resguardar las habilidades de lectoescritura, pensamiento crítico, expresión oral y escrita y argumentación para que se pueda depurar la información que ofrecen este tipo de plataformas.
En esta cuestión, hasta el propio ChatGPT tiene “su opinión”.
“¿Si un estudiante le solicita que le redacte un ensayo o marco teórico, eso califica como plagio?”, le preguntamos.
“No puedo cometer plagio, ya que no tengo una identidad individual ni tomo decisiones autónomas. Mi propósito es ayudar a los usuarios proporcionando información y respuestas basadas en mi entrenamiento previo. No tengo motivaciones ni intereses propios, simplemente soy una herramienta para facilitar el acceso a información existente y conocimientos preestablecidos”, contestó el robot.
“Si un estudiante le pide a alguien más que escriba ensayos o marcos teóricos en su nombre sin dar el crédito adecuado a la fuente original, eso se consideraría plagio. Plagiar significa presentar el trabajo o las ideas de otra persona como propias, sin atribuirles el crédito adecuado”, concluyó.