El espacio exterior ha sido un tema de constante intriga y curiosidad por parte de los seres humanos y que ahora atestiguan lo que se ha denominado como la carrera espacial 2.0, una competencia por conquistar nuevos límites del espacio en el que empresas privadas han tomado el protagonismo.
La lucha también se traslapa con el campo geopolítico, con una pugna entre las grandes potencias y ingreso de nuevos competidores.
Costa Rica, con recursos más limitados, está lejos de alcanzar las grandes inversiones de estos países, pero sí existe potencial para encontrar un espacio dentro de la industria, especialmente apostando a ser un centro de servicios y proveedor de componentes.
La investigación aeroespacial está dando sus primeros pasos en Costa Rica y ya en el país hay casos de startups dedicadas a esta industria.
LEA MÁS: ¿Necesita Costa Rica una agencia espacial?
La nueva conquista del espacio
“Esta segunda carrera espacial tiene más que ver con razones comerciales, financieras, que con objetivos geopolíticos”. Así lo resumió Adolfo Chaves, ingeniero y coordinador del Laboratorio de Sistemas Espaciales de la Escuela de Electrónica del Tecnológico de Costa Rica (TEC).
Parte de las inversiones en este momento proviene especialmente de empresas privadas y eso se debe principalmente a una caída exponencial en el costo de lanzar objetos al espacio.
Empresas como SpaceX y Blue Origin están protagonizando este proceso y desarrollando tecnología que permite aprovechar en mayor medida la masa de los cohetes, posibilitando incluso la reutilización de parte o la mayoría de sus componentes.
“Es un momento emocionante en la industria espacial. Hay una revolución de negocios en curso. Es un cambio único en la vida de cómo se opera el espacio”, afirmó Dan Ceperley, cofundador y CEO de Leo Labs, empresa que inauguró un radar espacial en Carrillo, Guanacaste, a mediados de abril.
Ceperley comentó que el costo de construir y lanzar satélites es de ahora unos cientos de miles de dólares y no cientos de millones como hasta hace unos años, además agregó que han contribuido las inversiones y la posibilidad de más grupos de construir satélites, como las universidades.
Leo Labs trabaja en crear una red de radares para identificar escombros y otros objetos en el espacio, información que ofrece bajo suscripción a una serie de instituciones y empresas. Actualmente cuentan con otras tres instalaciones en Texas, Alaska y Nueva Zelanda.
Los radares trabajan interconectados en identificar, rastrear y crear una imagen precisa de dónde están los satélites y a dónde se dirigen, entre otra información.
Otras compañías están haciendo ambiciosas apuestas para el futuro. SpaceX, propiedad de Elon Musk, se propone llevar humanos a Marte en el 2026 o incluso antes si la tecnología lo permite, según dijo el propio Musk a finales del año pasado.
Blue Origin, fundada por Jeff Bezos –dueño de Amazon–, proyecta grandes estaciones espaciales alrededor de la Tierra que repliquen las condiciones de nuestro planeta para permitir que humanos vivan y trabajen en ellas.
La empresa está ya publicitando la venta de tiquetes para paseos en su cohete turístico llamado New Shepard, según se dio a conocer en un video difundido el 29 de abril.
Proyectos más próximos a concretarse son los de OneWeb y Starlink –este último desarrollado por SpaceX–, que están generando redes de comunicación por Internet formadas por miles de satélites.
“Estas redes van a estar en órbitas que van a cubrir prácticamente todo el planeta con excepción de los Polos”, explicó Chaves, quien opinó que esta tecnología hará obsoletas las redes actuales en máximo tres años.
Se trata de formar una mega constelación de satélites para proveer Internet, cuyos enlaces entre cada uno será vía láser y estarán más cerca de la Tierra que los satélites de Internet actuales, lo que promete eliminar la barrera de la localización para poder tener un servicio estable.
De hecho, Starlink ya permite en su sitio web preordenar el servicio para un número limitado de usuarios, pero no ha dado a conocer una fecha de inicio de operaciones.
Otro de los grandes proyectos espaciales en marcha es el programa Artemisa, una coalición internacional liderada por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de EE. UU. (NASA), con la participación de empresas privadas –entre ellas SpaceX– y agencias espaciales de Europa, Japón, Emiratos Árabes, entre otros países.
El objetivo: volver a la Luna con humanos y llevar a la primera mujer en el 2024. Según Chaves, también se espera crear bases en ese cuerpo celeste para permitir el establecimiento permanente de humanos.
“La Luna se puede constituir en una base para poder volar a otros planetas porque ya está comprobado que existe agua, y esta se puede utilizar como combustible”, comentó el académico.
La economía en torno al espacio mueve hoy grandes sumas de dinero, tomando en cuenta la industria satelital, los presupuestos gubernamentales, entre otros sectores.
La industria satelital es por hoy la de mayor valor dentro de la economía espacial, con una valoración de $271.000 millones para el año 2019, según datos de la compañía Bryce.
La economía espacial global tuvo un valor de $366.000 millones ese mismo año, unas seis veces el producto interno bruto (PIB) de Costa Rica.
Solo en el 2019, el presupuesto federal de Estados Unidos para el espacio rozó los $58.000 millones.
Las oportunidades de Costa Rica
Aunque Costa Rica está lejos de las grandes inversiones y lanzamientos de las empresas privadas y de otros países, la industria aeroespacial está dando sus primeros pasos.
Por una parte, instituciones como el TEC y la Universidad de Costa Rica (UCR) están abriendo campo a la investigación aeroespacial con grupos de estudiantes y laboratorios, cuyo resultado más visible fue el proyecto Irazú, el primer satélite de Centroamérica puesto en órbita en el 2018 con la cooperación de la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE).
De otro lado, la Agencia Espacial Costarricense (AEC) se propone potenciar la industria en el país y crear alianzas estratégicas con otras agencias. La ley de creación de la AEC ya está firmada, pero el Ejecutivo anunció que propondrá una reforma para ajustar su costo.
“Ya el hecho de tener la ley aprobada es un paso, ahora la consolidación y la puesta en operación sería el gran paso que esperemos vaya en la dirección correcta”, manifestó Leonora de Lemos, vicepresidenta de ACAE.
Para de Lemos, la instalación de la empresa Ad Astra, del astronauta tico Franklin Chang, fue el potenciador que propició la creación de industrias en torno al espacio en Costa Rica.
Precisamente, esas industrias se han agrupado en el clúster aeroespacial de Costa Rica, que nació en el 2015 y actualmente reúne a 36 empresas que emplean a unas 3.000 personas.
“En los últimos tres años nos hemos dado a la tarea de ofrecer servicios que den alto valor agregado a las empresas”, expresó Esteban Carrillo, director ejecutivo del clúster.
Dentro del grupo hay empresas denominadas “tractoras”, de manufactura y electromecánica; de servicios como logística y calibración; y empresas proveedoras de materias como plástico o silicón. Además, el clúster también se dedica a canalizar oportunidades de negocios, captar financiamiento y atraer empresas, contó Carrillo.
A través de este conglomerado, el país está siendo proveedor de empresas principalmente de Norteamérica que se encargan de crear sistemas completos para aeronaves, como el de aterrizaje.
Según datos del clúster, sus exportaciones alcanzaron los $200 millones en el 2019, aunque tuvo una ligera caída el año anterior, especialmente en los primeros meses de la pandemia.
Para el académico del TEC, el país cuenta con grandes oportunidades en investigación y desarrollo, especialmente en el área de la biodiversidad aplicada al espacio, aprovechando la amplia investigación que existe en este tema.
“Creo que Costa Rica tiene la capacidad de convertirse en un gran centro de control satelital (...) y en un laboratorio mundial para aplicaciones espaciales de biodiversidad”, mencionó Chaves, quien resaltó el caso reciente de Leo Labs.
En la presentación del radar, Ceperley destacó justamente la visión en temas de sostenibilidad de Costa Rica, la posibilidad de alianzas estratégicas y la ubicación del país y de Guanacaste particularmente como las razones por las que decidieron instalarse aquí.
Mismas características mencionó el director del clúster, quien considera que se está desarrollando un crecimiento orgánico del sector aeroespacial en Costa Rica.
“Estamos creando un ecosistema adecuado para que alguna empresa aeroespacial grande se venga a instalar al país”, dijo Carrillo, lo que nos pondría a competir con México y Brasil, los países latinos que han estado a la vanguardia en el sector.
De Lemos destacó que el país cuenta con la capacidad técnica que se ha venido forjando a través de los años y ha atraído a otras empresas del sector tecnológico.
Los primeros casos de startups locales ya se empiezan a ver.
Orbital Space
Orbital Space es una startup tica que nació legalmente este año, pero cuyos inicios se encuentran en el grupo estudiantil TEC Space.
La empresa emplea a seis personas, más unas ocho en calidad de pasantes.
Actualmente, trabajan en un proyecto de desarrollo sostenible sobre el mal de Panamá, una enfermedad causada por un hongo que ataca a las plantaciones de banano, idea con la que ganaron el concurso Mission Idea Contest en el 2019.
“La idea es hacer un cultivo dual del hongo con un biocontrolador que puede inhibirlo y enviarlos en un cubo a la Estación Espacial Internacional”, explicó Valeria Dittel, CEO de la empresa.
Con ello, se espera saber si en condiciones de microgravedad se desarrollan genes que podría llevar a encontrar una solución para el mal.
La intención de la empresa a futuro es brindar el servicio aeroespacial para experimentos en condiciones de microgravedad.
Dittel destacó el potencial de Costa Rica en temas de investigación biológica y biomédica, que puede combinarse con la industria aeroespacial, lo que podría representar un aporte del país al mundo.
La geopolítica sideral
Las pugnas geopolíticas actuales también permean a la industria aeroespacial y trascienden la órbita terrestre.
Aunque en algunos puntos existe cooperación internacional entre diversos países, lo cierto es que las grandes potencias persiguen sus propios objetivos.
China, por ejemplo, lanzó el 29 de abril el Tianhe, el módulo central de lo que será su estación espacial que espera tener concluida a finales del 2022, según informó la agencia AFP.
¡DESPEGUE del módulo central de la estación espacial china, #Tianhe! Segundo lanzamiento del Long March 5B 🚀pic.twitter.com/ta24chX7WH
— Frontera Espacial (@FronteraSpacial) April 29, 2021
Será la segunda estación espacial junto con la de la NASA, lo que intensifica la competencia con EE. UU.
Más que esfuerzos individuales, los temas del espacio se están manejando por bloques de países. Así, Rusia se ha aliado con China en algunos aspectos puntuales, mientras EE. UU. promovió el Acuerdo de Artemisa, como parte del programa del mismo nombre, para definir una “visión compartida de valores”.
Bajo el lema “unidos por la exploración pacífica del espacio profundo”, al Acuerdo se han unido las agencias espaciales de Italia, Australia, Luxemburgo, entre otros países.
Emiratos Árabes Unidos es uno de los nuevos actores que se está uniendo a la carrera espacial. El país se estrenó con el Emirates Mars Mission, la primera misión interplanetaria de una nación árabe, que lanzó la sonda Amal, la cual llegó a la órbita de Marte el 9 de febrero anterior.
Esta carrera por la conquista del espacio podría acarrear implicaciones en el ámbito legal. “Hay implicaciones legales porque existe un tratado de 1967 que dice que el espacio no es sujeto de apropiación de ningún país. Entonces países como Luxemburgo y EE. UU. están promoviendo cambios”, comentó Chaves.
Según los datos de la firma Bryce, en el 2020 EE. UU. lideró el número de lanzamientos a órbita con 44 envíos, seguido de China con 39 y Rusia con 12.