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Natalia Sibaja es una de las primeras conquistadoras de la convergencia tecnológica en los textiles del país. La programadora y dueña de la empresa Lana Urbana introduce en sus tejidos pequeños sensores y luces LED que se activan con movimientos y que iluminan bufandas y prendas de vestir según el gusto del usuario.
Los incipientes pasos de la ropa inteligente comienzan a darse en el país así: experimentando.
Mientras tanto, al otro lado del océano, los españoles ya disponen de sábanas capaces de ayudar a cicatrizar llagas y heridas de pacientes obligados a estar en cama durante meses.
La medicina y la ingeniería hacen buenas migas con el diseño y la confección en el mundo: desde fibras curativas hasta las más diversas formas de ahorrar energía convergen en las nuevas modas.
La ropa, ahora, es mucho más que una simple cobertura. Una pantaloneta con franjas absorbentes de energía solar, por ejemplo, puede producir electricidad para un cargador de dispositivos móviles.
Se les llama fibras funcionales, tecnología vestible, tejidos inteligentes... Sin importar su denominación, todas estas innovaciones pretenden agregarle funcionalidades a las prendas.
Primeros pasos
¿Está Costa Rica tan lejos de alcanzar este nivel de desarrollo?
Quizás no tanto. El Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) detectó la tendencia mundial y va tras ella. El miércoles 15 de octubre, la institución firmó un convenio con una fundación española que se dedica a la investigación y validación de las prendas inteligentes.
Aitex, la organización española, se interesó en la propuesta de formar una alianza con el INA por el expertise con que cuenta el instituto en materia de confección y producción, dijo Jorge Navarro, director del Núcleo Textil de la entidad nacional.
La fundación, a su vez, aportará conocimiento en la observación tecnológica (método mediante el cual se detectan las principales tendencias y se aplican localmente), desarrollo de mercados y validación de productos.
En un país que se encuentra en franca decadencia de producción textil, la tecnología se presenta como un nuevo impulso.
“La única forma de no ser uno más es innovando”, dijo José Vicente Gisbert, representante de Aitex, quien vino al país a dar una charla para empresarios del sector sobre la expansión de este tipo de mercado.
Costa Rica disminuyó en un 27% la cantidad de exportaciones textiles del 2009 al 2013 por la salida de un puñado de grandes maquiladoras.
Los empresarios de la moda y la producción de tejidos deben enfrentarse a retos como los decrecientes precios en la ropa importada y la avalancha de marcas internacionales en los centros comerciales.
“Ayer estuve en un centro comercial y no había ninguna marca costarricense”, criticó el consultor internacional.
El impulso a proyectos como Lana Urbana, de Natalia Sibaja, debe enmarcarse en un contexto de políticas país que beneficien a los productores con sello propio, agregó el especialista.
Con él coincidió Norberto Pelozo, presidente de la marca de ropa Motor Oil en Costa Rica.
“El Gobierno tiene que tener un norte. En la apertura que se le le dio a las maquilas, ellas venían, daban trabajo para mano de obra, pero eso no dejaba un valor agregado adquirido”, dijo Pelozo.
Proyectos como Lana Urbana, aunque incipientes, comienzan a dar las primeras pistas de cómo apropiarse de la tecnología en el país: se necesitan profesionales de diferentes disciplinas, alianzas entre empresas y capacitación a los empresarios.
Fibras inteligentes
Protectores de ondas: los celulares reciben cargas electrostáticas que, en grandes cantidades, pueden dañar la salud. Algunos estuches funcionales para móviles las detienen antes de transmitirlas al cuerpo.
Hilos absorbentes: algunos hilos almacenan la energía de la luz solar para emitirla durante la noche en chalecos de policías o motociclistas.
Calcetines funcionales: las bacterias producen mal olor en los pies. Las medias con tejidos funcionales poseen micropartículas que matan a esas bacterias y evitan sus efectos.
Fuente Aitex.