Cabo Cañaveral, Estados Unidos - SpaceX se dispone a lanzar un peso pesado: su cohete Falcon Heavy, “el más poderoso del mundo”, despegará este martes 6 de febrero desde Florida en lo que podría abrir el camino a la conquista marciana, uno de los sueños de su millonario y excéntrico jefe Elon Musk.
El jefe de la compañía estadounidense, que ya ha reducido significativamente los costos y revolucionado el ecosistema de los lanzamientos espaciales al lograr regresar sus lanzadores a la Tierra, e incluso al mar, quiere ahora inaugurar una nueva era de la conquista del espacio.
La cuenta regresiva ya comenzó y a tres horas del lanzamiento, “la primera prueba del Falcon Heavy” sigue estando programada para las 13H30 locales, 18H30 GMT, desde la base de Cabo Cañaveral, tuiteó SpaceX.
Y puesto que Elon Musk, un inventor e inversor de ingeniería, no participa personalmente en la proeza, decidió poner como tripulación del Falcon Heavy a un muñeco con traje espacial al volante de un coche eléctrico rojo de Tesla, su otra empresa emblemática.
“Me encanta la idea de un coche yendo hacia el infinito en el espacio y que puede ser descubierto por una raza extraterrestre en millones de años”, había imaginado el año pasado Musk, que aspira ni más ni menos que a colonizar Marte.
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SpaceX dijo que “cuando Falcon Heavy se eleve, será el cohete actualmente operativo más poderoso del mundo”.
Cuando los 27 motores Merlin de este súpercohete se enciendan para generar un empuje de más de 2.500 toneladas, el equivalente a 18 Boeing 747 verticalmente, este conjunto de tres Falcon 9 no apuntará directamente a Marte.
El destino de este vuelo es el espacio profundo, a una distancia aproximadamente equivalente a la que hay de Marte al Sol, y ahí la nave se pondrá en órbita después de que los tres lanzadores hayan emprendido su regreso al continente.
Esto es, claro está, si el cohete no sufre ningún problema técnico.
SpaceX, que solo ha realizado pruebas estáticas, está muy consciente del riesgo de falla. Y Elon Musk dijo el lunes que ya sería un éxito si el cohete “se separa de la plataforma de lanzamiento y no la hace estallar en mil pedazos”.
Una cautela justificada por las colosales apuestas que supone el proyecto. En términos tecnológicos, por supuesto, pero también en términos del ahorro de costes que puede implicar tal éxito.
SpaceX afirma que Falcon Heavy “puede trasladar el doble de carga útil que el cohete operativo más poderoso existente, el Delta IV Heavy”, a un tercio del precio.
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Según la United Launch Alliance, que opera los Delta IV, el costo de un lanzamiento es de $350 millones.
A esto se agrega una dimensión geoestratégica significativa. Si SpaceX gana su apuesta, la NASA podrá prescindir de la ayuda de los rusos y su nave Soyuz para enviar hombres al espacio.
La compañía ya obtuvo un contrato de $1.600 millones con la Agencia Espacial estadounidense para abastecer a la Estación Espacial Internacional (ISS).
En SpaceX, “de cada fracaso que han tenido se han recuperado”, dijo Erik Seedhouse, profesor de la universidad estadounidense Embry-Riddle, especializada en el sector aeroespacial.
Seedhouse insistió en que el año pasado la compañía “hizo más lanzamientos que cualquier país del mundo”.
Con su potencia, solo superada en la historia por el cohete Saturn V de la NASA que llevó a los astronautas de las misiones Apolo a la Luna, el Falcon Heavy podrá poner en la órbita baja terrestre hasta 63,8 toneladas, casi tres veces la carga que puede llevar un Falcon 9.
Contradiciendo un comunicado de su propia empresa, Elon Musk dijo que en realidad no será el Falcon Heavy sino otro de sus proyectos, el cohete Big Fucking Rocket (literalmente “maldito gran cohete”) que llevará humanos a la Luna o Marte.
El Falcon Heavy, entonces, abrirá el camino.