El cerebro es uno de los órganos del cuerpo que más energía consume. Por eso, para ahorrar energía y tiempo, muchas veces utiliza atajos mentales para asumir una posición rápida ante ciertos estímulos y situaciones, debido a la incapacidad de procesar y filtrar toda la información en cada momento. Esto le proporciona mayor agilidad, pero sacrificando racionalidad.
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Estos atajos mentales, basados en suposiciones, se conocen como sesgos cognitivos. Sin embargo, el tomar atajos nos puede conducir a hacer juicios incorrectos, o tomar caminos equivocados. A continuación, algunos sesgos comunes:
El sesgo de confirmación hace creer como verdadera la información que reafirma las opiniones propias, e ignorar aquella que las contradiga. Este sesgo facilita la propagación de fake news y la polarización de la sociedad.
El sesgo optimista hace creer a las personas que son menos propensas a los peligros. Piensan que, a pesar de las estadísticas, a ellas no les va a ocurrir. Las tasas de accidentes y contagios de enfermedades resaltan la amenaza social de este sesgo.
El sesgo de anclaje hace que los pensamientos sobre algo o alguien se basen en una única referencia, generalmente del pasado. Por eso es tan difícil romper los estereotipos.
El sesgo de la retrospectiva es la inclinación a pensar que un hecho fue más probable que sucediera cuando se sabe que ocurrió. Esto a pesar que existiera alta incertidumbre a la hora de tomar la decisión. Por eso, es fácil criticar a los tomadores de decisiones.
Con sesgo de ilusión de control, las personas que se encuentran en medio de situaciones incontrolables por ellos como una pandemia o una enfermedad grave, recurren al pensamiento mágico o la pseudociencia con el fin de creer que pueden retomar el control.
El sesgo del falso consenso es la tendencia a creer que las opiniones, valores y hábitos propios están más extendidas en la población de lo que realmente están. Asimismo, el efecto Dunning-Kruger hace que personas poco conocedoras se perciban a si mismas como expertas, luego de informarse superficialmente.
El ser conocedores de estos sesgos no es suficiente para evitar caer en ellos. Está en la naturaleza del cerebro utilizar atajos.
Sin embargo, es reprochable no comprobar los prejuicios, mantener posturas cerradas, y no tratar de usar la razón para evaluar, cambiar y evolucionar.