La semana pasada me llamó la atención en Facebook un video promocionado como el mejor comercial de Navidad.
Una niña descubre, a través de su telescopio, a un solitario anciano que vive en la Luna. Él tiene allí su casita, en uno de los cráteres de nuestro satélite natural. Ella intenta comunicarse con él, pero el anciano no la ve. Después de varios intentos le hace llegar un regalo. Es un telescopio: el señor mira a la Tierra y ve a la niña saludándolo.
Al final sale la marca del patrocinador del video. No es el típico anuncio que le gusta al gerente tradicional. Es un storytelling, donde se cuenta una historia sin meterle el logo de la empresa al espectador hasta por la nariz.
Sí, el video es el rey del mercadeo digital. Pero en el aluvión de videos resaltarán los que cuenten una historia que identifique al público meta y que lo emocione apelando a los valores universales.
Otras formas Tampoco se podrá abusar. Se debe tener cuidado en no crear una ola de historias lastimeras.
Hay otros recursos a los que recurrir, aprovechando las redes sociales, los blogs y otros canales en Internet: infografías, fotos, imágenes, presentaciones de diapositivas, contenidos interactivos (que apelan a participar), influenciadores (los blogueros, por ejemplo), y tener sitios optimizados para ver contenidos en los móviles.
Incluso estos otros recursos deberán contar algo. No basta una foto o una infografía. Estas imágenes deberán narrar una historia también.
Como en el video de tan solo un minuto y nueve segundos donde una pareja de osos atraviesa un aeropuerto de la mano y al final unos niños corren a toparlos, ya los osos convertidos en sus abuelos.
O el de un soltero que transforma la lúgubre terraza de su apartamento en un jardín, motivado por la visita de un pato, que al final emigra con su bandada hacia el sur pues viene el invierno.
En ambos hasta el final aparecen las marcas. Los espectadores lo agradecemos de verdad. Eso será más efectivo y de mejores resultados.