Intel anunció en octubre pasado el lanzamiento de la familia de procesadores CoreTM de 12° generación, incluido el i9-12900K, calificado como el mejor procesador del mundo para gaming. “El i9 es nuestro producto insignia”, dijo Gregory Bryant, vicepresidente ejecutivo de Intel y director general del grupo de computación para clientes en el Intel Innovation, el evento donde la firma realizó la presentación en Santa Clara, California.
En el diseño de ese procesador i9 y de otros de esta familia (del i3 a i8) participaron los equipos de ingeniería y desarrollo de Intel Costa Rica, que tuvieron el desafío de realizar la misión durantel la pandemia y con nuevas tecnologías para equipos de alto poder de computación y rendimiento. “El capital humano ha seguido demostrando su capacidad”, destacó Timothy Scott, director de asuntos gubernamentales de Intel Costa Rica.
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El equipo de ingeniería es liderado por Marcela Villalobos. Ella empezó a trabajar hace casi 20 años en la compañía cuando era estudiante de computación del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC). Entre 2008 y 2009 estudió una maestría en la Universidad de Salamanca, España, y actualmente está optando por un doctorado en negocios internacionales en el mismo TEC.
Su equipo se formó hace casi siete años con 20 personas y creció a 130, incluyendo ingenieros eléctricos, termomecánicos, químicos, de software, de computadores y project managers, pues deben abarcar una diversidad de áreas: desde cómo se enfría un chip hasta cómo se le da la potencia y cómo se conecta a Internet.
“Es un equipo chivísima”, dice Marcela Villalobos. “Tenemos un 10% que son todavía estudiantes, eso nos encanta, y que los acabamos de contratar, que no han ido a la oficina, que no hemos visto en persona. Y también mayores de 45 años. Trabajan desde Limón, Grecia y San Ramón. Queremos más y queremos más mujeres”.
El grupo de desarrollo lo lidera Ronny Ramírez, quien proviene de Ciudad Quesada, San Carlos, y cuenta con una ingeniería en electrónica y una maestría en gestión de proyectos también del TEC. Lleva 16 años en la compañía.
Aquí participan ingenieros eléctricos, electrónicos y de software, con edades entre 24 y 42 años, muchos de los cuales empezaron a los 22 años de edad cuando todavía eran estudiantes. Por la pandemia trabajaron desde sus hogares desde Guanacaste, Limón, Pérez Zeledón y San Carlos, entre otros. Otros ingresaron a la empresa en el 2020. “Todavía no conocen la planta en Belén”, dijo Ramírez.
La participación en el diseño de procesadores muestra la evolución hacia procesos de mayor valor agregado, como ha destacado en sus estudios Ricardo Monge, presidente de la Academia de Centroamérica. Intel Costa Rica ya cuenta con 3.075 personas (mantiene vacantes en diferentes posiciones tecnológicas) y abarca desde las áreas de investigación y desarrollo, servicios a nivel corporativo y la fabricación.
Proceso y retos
El desarrollo de los procesadores empieza con el análisis de las expectativas y necesidades del mercado en diferentes plazos, considerando los saltos tecnológicos en marcha. Cuando se tiene ese diagnóstico, se pasa al diseño a nivel de arquitectura, donde se va de lo más amplio a los más específico o detallado.
Al equipo de desarrollo le corresponde trabajar en el enrutamiento y posicionamiento para obtener los sets de planos de los circuitos (en dos o tres niveles), que luego Intel imprime para obtener las unidades físicas.
Y la misión del equipo de ingeniería es diseñar, por ejemplo, componentes como las tarjetas madres (que es la placa base de circuito impreso a la que se conectan los componentes) y ofrecer el diseño óptimo y las herramientas de validación para que las marcas aprovechen la tecnología que incorporan los chips, garanticen la calidad de sus dispositivos, se diferencien en el mercado y lancen productos de interés para los consumidores.
No es el primer procesador diseñado y probado por Intel Costa Rica. Pero en este caso se combinaron varios factores que fueron un desafío y pusieron a prueba la capacidad de los ingenieros costarricenses.
Un proyecto como estos se inicia con dos años de anticipación. Para los procesadores CoreTM de 12° generación el equipo de desarrollo empezó a trabajar en 2019 y el de ingeniería, ya con algunas “reglas definidas”, a comienzos de 2020.
Aunque en Intel se trabaja de forma remota con equipos ubicados en Estados Unidos o Asia, el reto durante el año anterior fue adaptar localmente las tareas a la virtualidad, potenciar la colaboración, entrenar personal nuevo y entregar los resultados a tiempo y con la calidad exigida en condiciones de aumento de la demanda mundial y crecimiento de Intel, global y local. El equipo de ingeniería también tuvo que ajustarse a los protocolos cuando se requirieron tareas presenciales en los laboratorios a finales del 2020.
La tarea no fue sencilla. Los seis procesadores de escritorio en los que se trabajó desde Intel Costa Rica lideran la transición a lo último en tecnología de memoria (DDR5, que es mucho más rápida y supone un mayor rendimiento, en especial en juegos) y en tecnología de conectividad (PCIe 5.0, la cual amplía la capacidad de transmisión de datos).
Intel destaca a nivel mundial que es una nueva arquitectura híbrida que aumenta el rendimiento de multihilos y facilita crear contenidos hasta dos veces más rápido, en comparación con la generación anterior de procesadores. En especial, el foco estaba concentrado en mejorar la experiencia en gaming con el i9.
Ante la alta complejidad, la virtualidad y los retos de desarrollo de software y hardware, el equipo accionó su experiencia, conocimiento y capacidad para encontrar las respuestas en forma colaborativa. “Las soluciones fueron muy ingeniosas”, afirmó Ramírez.
Lo mismo ocurrió con el diseño de las plataformas para que los fabricantes, con base en los diseños que Intel les envía, validen la calidad eléctrica de sus dispositivos y los empiecen a ensamblar en altos volúmenes. Los productos deben convertirse en referentes a nivel global. “Este es el nivel de diseño de hardware que hacemos en Costa Rica”, dijo Villalobos.
Por el tipo y los resultados de su trabajo, los equipos de ingeniería de Intel Costa Rica ya suman 1.000 personas, el 22% de las cuales son mujeres y cuyo porcentaje la firma quiere aumentar. Se enfocan en diferentes nichos (computadoras, servidores y otros dispositivos) y compiten en calidad con los grupos de ingenieros que la firma tiene en Silicon Valley, India, Israel y China, entre otros sitios.
Desde ya los equipos de ingeniería en Belén están trabajando en los procesadores de los equipos que saldrán en dos, tres o más años. “Aquí mismo en Costa Rica, sin necesidad de tomar un avión, se está trabajando en las tecnologías del futuro’', recalcó Scott.