El promedio mundial de uso del celular a nivel global es de 4,8 horas. Con el objetivo de limitar de alguna manera el tiempo de conexión, desde hace años existen aplicaciones móviles como Quality Time, Forest y Freedom, por mencionar solo algunas. Básicamente, este tipo de recurso permite establecer un tiempo máximo de uso diario, o incluso bloquear algunas apps durante determinados días en el calendario.
Por otra parte, también es posible poner límites en cualquier teléfono inteligente desde los ajustes del menú principal, tanto de iOS como de Android. Mientras que en el primer caso hay que hacer clic en Ajustes y luego en i, en los modelos Android hay que ir a Ajustes y tocar Bienestar digital y controles parentales para proseguir con la configuración.
Como si esto fuera poco, los principales fabricantes de teléfonos también ofrecen recursos similares. Por ejemplo, hace pocos meses Motorola presentó Moto Unplugged. Se trata de un software que permite a los usuarios elegir qué aplicaciones y notificaciones desean recibir y cuáles bloquear temporalmente, además de solicitar una contraseña para finalizar la sesión.
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Pero parece que estas herramientas no son suficiente. Esto se evidencia por la aparición en tiendas varias de una especie de caja fuerte para guardar smartphones. Según datos provistos por Jungle Scout, que es una plataforma que ofrece información sobre las ventas en este Marketplace, entre enero 2022 y enero 2024 se cuadruplicaron las unidades comercializadas de cajas bloqueadoras de dispositivos móviles con temporizador. Este producto también está disponible en tiendas internacionales como AliExpress
Si bien en algunos casos se trata simplemente de una caja para guardar el dispositivo, en otros casos la propuesta es más sofisticada. Es el caso de ARO, que ofrece una caja de diseño minimalista, que se combina con una app con gamificación, para que el usuario pueda cuantificar su tiempo de desconexión a fin de lograr el hábito de no usar el teléfono.
Por qué comprar una caja si hay recursos sin costo
Dado que existen herramientas sin costo alguno que permiten bloquear el uso del dispositivo, vale preguntarse cuáles son las causas que motivan a que los consumidores inviertan en cajas bloqueadoras específicas para guardar el smartphone. “La respuesta a este interrogante se puede hallar en la magnitud de la conducta altamente adictiva que el uso del smartphone puede generar en sus usuarios”, explica Mariano David Cáceres, Licenciado en Psicología y docente de la Escuela Superior de Ciencias del Comportamiento y Humanidades de la Universidad de Morón, y se explaya: “Evidentemente, para una gran cantidad de personas, utilizar aplicaciones de control de uso del celular resulta insuficiente, ya que el objeto adictivo continúa al alcance y visible ante los ojos de los mismos. En consecuencia, deben acudir a un artefacto, como la caja de bloqueo, que oculta el teléfono y, a su vez, provoca un potente impacto visual que induce a una mayor sensación psíquica de prohibición en quienes las emplean”.
El profesional explica que día tras días aumentan las consultas psicológicas por el uso problemático del smartphone, y que este fenómeno afecta a personas de todas las edades, pero, especialmente, en niños y adolescentes con dificultades atencionales y pobre control de los impulsos.
“La existencia de un mercado de dispositivos de desconexión da cuenta de la necesidad de ciertos usuarios de alejarse parcial o totalmente de los consumos digitales tales como las redes sociales, las aplicaciones de mensajería, contenidos o videojuegos”, reflexiona Pedro Damián Orden, especialista en tecnología y presidente del Colegio de Sociólogos de la Provincia de Buenos Aires. Según él, esta situación evidencia lo que podríamos llamar “saturación tecnológica”.
En la economía digital actual se valora la atención de las personas. Las empresas buscan mantener a los usuarios en sus plataformas durante períodos prolongados, lo que se traduce en mayores ingresos y crecimiento financiero. Para lograrlo, utilizan técnicas sofisticadas de experiencia de usuario, basadas en el análisis de datos personales, con el objetivo de mantenerlos el mayor tiempo posible, sin importar las circunstancias.
“La complejidad de este esquema radica en lo que conocemos sociológicamente como consecuencias no buscadas de la acción, es decir, los efectos “adversos” de la economía de la atención”, explica Orden, y profundiza: “al centrarse en la captura y retención de la atención de las personas, se agotan y saturan los recursos de atención disponibles. Ello conlleva a que los usuarios pierdan tiempo para realizar otras actividades y limita su capacidad cognitiva, productiva y de relacionamiento social. Estos límites se hacen evidentes, por ejemplo, en la creciente demanda de dispositivos diseñados para desconectar, que reflejan un intento de contrarrestar los efectos negativos de la sobreexposición a la economía de la atención”.
Dado lo difícil que resulta para algunos ponerle un límite al uso de dispositivo móvil es que los entrevistados consideran oportuna la utilización de estos productos bloqueadores en casos que lo requieran, sobre todo, en poblaciones más vulnerables hacia los efectos de conductas adictivas.