Tres startups, tres emprendedores, tres enfoques diferentes y cada uno desarrollando su proyecto en diferentes partes del mundo: uno en Costa Rica (en San Pedro), otro en Inglaterra y otro en España.
Se trata de los jóvenes Isaac Portocarrero, costarricense de 21 años; Gilbert Corrales, costarricense de 32 años; y Miguel Pardo, español de 35 años.
A pesar de sus diferencias, los tres comparten una cosa: están convencidos de que su trabajo puede generar un cambio en la sociedad, en la manera de hacer negocios y perseveran para alcanzar sus objetivos.
Ellos participan desde ayer en el Festival Internacional de Innovación, que se realiza en la Antigua Aduana.
Beach Lab: solventar problemas de ruido
Miguel Pardo es un ingeniero industrial quien vive en Barcelona, España.
Desde hace 11 años trabaja en la empresa eléctrica Endesa, que se dedica a realizar proyectos de innovación relacionados con la energía y de desarrollo de redes eléctricas inteligentes (smart grids) y ciudades inteligentes (smart cities).
Aunque él empezó a trabajar en esos proyectos innovadores en Endesa, luego se dio cuenta que había un sector de la población que necesitaba emprender de otra manera.
“No gracias a las empresas grandes como en las que yo trabajo, sino también con emprendedurías pequeñitas, de gente que tiene ideas y que quiere fabricar sus cosas”, contó.
Se percató que había poco espacio en la ciudad donde crear y construir esas innovaciones y hace dos años decidió crear su propio laboratorio de fabricación digital (fab lab) en la ciudad de Sitges en Barcelona, el cual se llama Beach Lab, debido a que Sitges se ubica al frente de la playa.
En la provincia de Barcelona existen varios laboratorios de este tipo, pero él quería apoyar a los emprendimientos desde el suyo propio.
En el laboratorio hay una serie de máquinas e insumos para fabricar cualquier tipo de proyecto: desde impresoras en tres dimensiones (3D), cortadoras láser, máquinas TNC, equipo electrónico y microprocesadores.
Cada cinco meses reciben a estudiantes a quienes se les enseñan aptitudes relacionadas con la ingeniería mecánica, eléctrica, electrónica, diseño industrial, diseño en tres dimensiones y, al final, pueden crear cualquier cosa que se les ocurra.
Este lab es de fabricación rápida y se crean prototipos que, eventualmente, se pueden generar con más detalle en empresas grandes que quizás cuentan con un equipo más especializado y que puede producir a grande escala.
En Beach Lab también se gestan proyectos para el gobierno local dirigidos a solventar problemas sociales.
Por ejemplo, al Sitges estar frente a la playa, es un sitio de veraneo, recibe muchos visitantes. Aunque eso es positivo, se genera mucho ruido, que crea incomodidades entre los pobladores.
Actualmente, están trabajando en la fabricación de unos sensores para medir el ruido (equipos electrónicos open source), para lo cual se están apoyando con personas desempleadas a quienes les están dando una oportunidad de trabajo.
“La policía puede saber si hay contaminación acústica o no (cuando se sobrepasen los 65 decibeles permitidos), pueden denunciar a los locales, pueden dar sanciones a las personas que están ahí fácilmente, es su obligación”, explicó Pardo.
De acuerdo con Pardo, este es tan solo uno de sus proyectos.
En otros fab labs, como en uno que hay en Barcelona, se desarrollan placas electrónicas (sensores) que le reparten a los ciudadanos para que puedan medir la temperatura, la humedad relativa, la presión y otros parámetros mediombientales.
Precisamente, uno de los propósitos de estos fab labs es contribuir a mejorar la calidad de vida de las ciudades, de modo que puedan evolucionar hacia smart cities.
GoPass: generar un transporte más eficiente
Isaac Portocarrero, de 21 años, desarrolló una plataforma de transporte público inteligente, que permite utilizar un llavero o calcomanía que puede pegarse detrás del celular y con ello pagar el pasaje del bus.
El proyecto se denomina GoPass y la empresa de Portocarrero se denomina Dopamind.
Se trata de un sistema de pago digital, que se diferencia del pago electrónico, que generalmente requiere el empleo de tarjetas de crédito o débito.
La calcomanía o llavero está ligada al número de celular o al de la cédula del usuario.
“Cuando vos lo comprás, vale ¢ 1.000, le das el número de cédula o de teléfono y, con eso, cuando volvés a recargar lo único que le das es el número de teléfono, no tenés que presentar el dispositivo”, explicó Portocarrera, cuya empresa opera en San Pedro.
Según el joven, uno de los aspectos más importantes es que la información no está en la calcomanía o en el llavero, por lo que no habría forma de vulnerarla o hackearla.
Este llavero o calcomanía se pasa por un dispositivo que tiene el bus y así se realiza el pago de manera rápida. Si el usuario no tuviese saldo, el dispositivo se lo hace saber.
“Se puede recargar en todos los puntos físicos de la red Aló, a través de una aplicación y de una página que estamos prontos a lanzar. Eso también permite recargar desde tarjeta de crédito y débito”, explicó Portocarrero, quien es técnico en electrónica.
La iniciativa cuenta con otra parte que es un sistema de GPS que, contrario a los tradicionales, le brinda información al usuario –por medio de una aplicación- y a la empresa autobusera.
El autobusero puede saber dónde está la unidad, cuántos pasajeros transporta y, además, ver los ingresos que genera cada bus. Entre tanto, el usuario obtiene información de por dónde viene el bus y cuánto falta para que llegue.
El proyecto en este momento se está probando con la empresa Transportes Costarricenses Panameños (Tracopa), que realiza viajes largos.
También van a empezar a efectuar pruebas en Autotransportes Desamparados, que es una ruta más urbana.
Luego de que finalicen las pruebas, si las empresas muestran interés en el servicio, GoPass empezaría a operar.
Este joven emprendedor no desaprovecha oportunidades de negocios: el GPS que creó para GoPass ya lo está comercializando individualmente para aquellos interesados.
Leaf: una tribuna para artistas y amantes de la música
Hace alrededor de un año y medio, el ingeniero en computación Gilbert Corrales y otros tres emprendedores crearon una aplicación con contenido musical que ayudara a los artistas a atraer a una nueva generación de seguidores.
Si bien esa generación no está dispuesta a pagar por ese contenido, pues lo obtiene de forma gratuita a través de distintos medios digitales, tiene una capacidad económica creciente e invierte en productos que antes no existían.
De esta manera, nació Leaf.fm, que ofrece música gratis, pero a su vez permite que los artistas le brinden contenido a sus fans y les vendan otro tipo de productos como tiquetes para eventos o generar experiencias VIP en las que deban desembolsar dinero.
Además, los artistas pueden conocer información de sus usuarios: de dónde vienen, cómo se mueven, qué les atrae más, datos que son útiles para saber dónde hacer sus tours y cómo dirigir sus estrategias de mercadeo.
"Los labels están interesados en ver cómo promocionan contenido por medio de nuestra plataforma. Como la plataforma permite que los artistas le puedan vender directamente a los fans, nosotros ganamos una comisión", dijo Corrales.
Leaf.fm opera en dispositivos iOS y en alrededor de cuatro meses se espera contar con una app para dispositivos con sistema operativo Android.
El proyecto inició como un experimento y hoy su aplicación cuenta con más de 200.000 usuarios en 187 países, donde un 75% de estos tienen entre 13 y 25 años y más del 50% son mujeres.
Inclusive varios artistas los han contactado para aprovechar su vitrina.
Su crecimiento ha sido tal que decidieron mudarse a Inglaterra para aprovechar las facilidades que ofrece la industria musical en esa nación.
Corrales contó que actualmente están levantando una nueva ronda de inversión y han atraído a nuevos socios de la industria de la música para perfeccionar su proyecto.