El régimen de tributación simplificada es una opción que pueden utilizar los pequeños negocios como bares, floristerías, sodas y otros comercios minoristas, ya que les facilita el manejo de la contabilidad y les permite declarar con base en sus compras, no de acuerdo con sus ingresos.
Carla Coghi, gerente senior de impuestos de Deloitte, explicó que este régimen se emplea en casos muy puntuales y que no está previsto para grandes empresas. Antes de acogerse a este régimen, las empresas deben analizar muy bien si les conviene utilizarlo.
Pero, ¿en qué se diferencia del régimen tradicional? Veamos algunas características.
Primero: Se trata de negocios específicos.
Según el decreto 25514-H, los negocios que pueden acogerse a este régimen son expresamente los siguientes: bares; cantinas; tabernas; comerciantes minoristas; estudios fotográficos; quienes fabriquen calzado artesanalmente; quienes fabriquen muebles y sus accesorios y los que elaboren objetos de barro, loza, cerámica y porcelana.
Asimismo, aquellas empresas que fabriquen productos metálicos estructurales; floristerías; panaderías; restaurantes, cafés, sodas; pescadores artesanales en pequeña escala, pescadores artesanales medios y los taxistas que tengan un solo vehículo.
Segundo: Hay limitaciones en cuanto a las compras que realiza la empresa, los activos que tiene y la cantidad de empleados.
Para que la mayoría de negocios mencionados previamente puedan usar este sistema, no pueden efectuar compras anuales que sean mayores a 150 salarios base, lo cual equivale a casi ¢60 millones, explicó Coghi. El salario base actual es de ¢399.400.
Si se trata de pescadores, para acogerse a este régimen, las compras de combustible no pueden superar los ¢3,5 millones.
Además de lo anterior, sus activos fijos no pueden tener un valor superior a 350 salarios base y la cantidad máxima de empleados que puede tener el negocio –sin contar al contribuyente- son cinco personas.
Existen otras limitaciones que hay que analizar según cada actividad. Por ejemplo,si en el menú de un bar, alguna bebida alcohólica tiene un valor superior al 1% del salario base (¢3.994), el negocio ya no puede formar parte del régimen de tributación simplificada.
Tercero: ¿En qué radica la simplificación?
Este régimen pretende ayudar a los pequeños negocios a cumplir con su preparación de declaraciones, ya que les facilita la determinación de la base imponible, la cual va en función de las compras.
“No obliga al contribuyente a llevar una contabilidad formal. A tributación, por decirlo en lenguaje coloquial, no le interesa cuáles son sus ingresos, sino que le dice: ‘Usted me va a declarar en función de sus compras’”, manifestó Coghi.
El contribuyente tiene la obligación de guardar todas las facturas que respalden esas compras. “Eso es lo que tributación va a verificar después, que no excedan de los topes que ya estableció en la regulación. Los trámites de lo que es un proceso de contabilidad, como cualquier otra empresa, eso no lo tiene que hacer el pequeño contribuyente”.
Las empresas que empleen este régimen tienen que presentar declaración de ventas de forma trimestral, mientras que en el régimen tradicional se presentan mensualmente.
La declaración de renta se presenta trimestralmente, mientras que en el régimen tradicional se hace anualmente con pagos parciales.
Coghi indicó que en este régimen no hay que hacer anticipos o pagos parciales porque trimestralmente se va pagando el impuesto real que corresponde, según las compras realizadas.
“Sí se les simplifica el tema del cumplimiento de una contabilidad completa, no significa que no la puedan llevar, pero para control de su negocio, no para control fiscal”, dijo la contadora pública.
Por otro lado, los negocios que usen este sistema no están obligados a emitir una factura autorizada, a menos que el cliente se las pida o en caso de que la venta de cada mercancía sea mayor del 5% de un salario base.
“En estos casos, utilizan un formulario pre impreso o una factura de librería y le ponen un sello que dice: ‘acogido al régimen simplificado’”.
Cuarto: Posible desventaja.
Una posible desventaja, es que quien se acoja a este régimen siempre deberá pagar impuesto sobre la renta, independientemente de si el comercio tuvo ganancias o pérdidas.
“Por ejemplo, si es fabricante de calzado artesanal y el cuero subió mucho, entonces sus costos son muy altos y va a generar pérdidas. Bajo este régimen, sí tendría que pagar renta, bajo el otro régimen normal no tendría que pagar renta, siempre que haya demostrado que la pérdida es real”, ilustró Coghi.
La especialista recomendó, antes de pasarse a este régimen, hacer un análisis para ver qué es más rentable: si estar en el régimen tradicional (lo cual dependerá de los ingresos que se generen) o en el régimen simplificado.
“Si usted cumple con las condiciones del simplificado, hay que hacer los números y sí pareciera que es más ventajoso”, indicó.
Tome en cuenta que si las condiciones de la empresa que está en el régimen simplificado varían, entonces, deberá registrarse en el régimen tradicional o puede ser multada.