La administradora de empresas Katherine Vargas Zárate requería ingresos para mantener a su familia, pues el trabajo de su esposo Luis Montoya no bastaba para suplir las necesidades del hogar.
Aunque trabajó por un tiempo, tuvo que renunciar para cuidar a su hija Erika quien, debido a una condición que tiene, necesita de cuidados especiales y debe asistir a terapias en el hospital.
Frente a la imposibilidad de cumplir un horario típico de trabajo, Vargas tenía que ver de qué forma generaba dinero.
La única manera que le permitiría seguir atendiendo a su hija sería crear su propio emprendimiento, pero ella no tenía claro qué exactamente.
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Inspirada por su hija
Un día a su hija mayor, Sofía, se le dañaron sus aretes y Katherine utilizó unas herramientas de su mamá para diseñar unos nuevos.
En ese entonces Sofía tenía cuatro años y la niña le dijo a Katherine: "Mami, ¿por qué no pones una aretería?".
Katherine tomó la recomendación de su pequeña. Empezó a diseñar y crear aretes, que en ese momento eran "muy básicos": de alpaca (un metal), con conchas y piedritas de plástico.
El trabajo manual no era algo desconocido para la nueva emprendedora, pues en su familia hay varios artistas. Por ejemplo, su mamá es pintora y escultora y, cuando Vargas era niña, su progenitora solía participar en ferias en las que comercializaba sus artesanías.
Con los dos primeros aretes que vendió, Katherine compró más materiales y con el tiempo fue desarrollando nuevas técnicas y mejorando sus diseños. Todo esto ocurrió en el año 2011.
A su vez, incorporó collares, pulseras y llaveros y nombró a su negocio Sófika Accesorios, que opera desde Miramar, Puntarenas.
Hoy la empresaria reflexiona que su negocio nació por "accidente", pero con horas de trabajo y con el apoyo inicial de algunas instituciones ─como el Instituto Mixto de Ayuda Social y el Instituto Nacional de Mujeres─ fue consolidándose.
Las técnicas que emplea la emprendedora para crear su bisutería varían e incluyen el uso de fotografías que se fijan en las piezas con el empleo de resina epóxica, algunos accesorios se pintan a mano y se trabaja con alambre de cobre y cordón de algodón, entre otra materia prima.
Ciertos collares se diseñan para que sean reversibles.
Fauna y flora tica
Dentro de sus colecciones se encuentra una denominada ¡Qué linda es Costa Rica!
Esta incluye bisutería con flora, fauna y elementos culturales del país, como la mariposa morpho, la rana 'blue jeans', el manigordo, la carreta, el antiguo billete de cinco colones, la tortuga verde, el tucán, el quetzal y el mono cariblanco.
Igualmente, hay una colección de mandalas, que son representaciones coloridas que se emplean en el budismo e hinduismo.
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La empresa ha crecido mucho y hoy sus creaciones se venden en varias tiendas del aeropuerto Juan Santamaría, incluidas las de Café Britt.
En el negocio labora a tiempo completo su esposo Luis, quien trabaja en la producción de la bisutería y en ventas, y su prima Sonia Umaña.
La pyme participa en ferias y vende sus productos por medio de Facebook.
En abril de este año, durante la Expo Pyme, fue premiada con el Galardón Pyme, en la categoría de industria.
Recientemente, la empresa empezó a capacitarse con la Promotora del Comercio Exterior para analizar dónde puede exportar.
La meta de la emprendedora es alcanzar el mercado europeo y también trabaja para posicionar sus productos en hoteles y en zonas con alto potencial turístico del país.
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