Cuando Mayela Zúñiga y su hijo Kenneth empezaron a sembrar lechugas en su propiedad en Tempate de Santa Cruz, en Guanacaste, no faltaron las miradas escépticas de vecinos y conocidos.
¿Cómo iban a cosechar lechugas frescas con ese calor?
Mayela y su hijo estaban claros de que la oportunidad de mercado existía. "La mayoría de las lechugas las traen desde San José y vienen todas mayadas. Cuando les quitan las hojas feas quedan como cuatro hojas nada más", explica ella.
Por eso ambos estaban convencidos que por medio de la hidroponía conseguirían sacar un producto de calidad.
Fue así como en agosto del 2011 recogieron los ahorros que tenían y montaron Lowlands Paradise, una empresa que se abastece hoy en día de lechugas frescas a hoteles y restaurantes de las zonas de Santa Cruz, Nicoya y las playas de Guanacaste.
Tras dejar su empleo como empleada doméstica en una casa costera en Flamingo, Guanacaste, Mayela empezó a sembrar las lechugas con la técnica que su hijo le enseñó.
"Antes no sabíamos mucho, pero mi hijo fue adonde una señora que tenía un proyecto de hidroponía en Alajuela, y lo que venía aprendiendo me lo venía transmitiendo a mí", recuerda Zúñiga.
En las primeras cosechas sacaron unas 50 unidades de lechuga, culantro y apio, y salieron a tocar puertas a hoteles y restaurantes.
"Al inicio ni nos volvían a ver, entonces empezamos a regalarles las lechugas. A los pocos días nos estaban llamando para comprarnos, porque veían que el producto era de muy buena calidad", cuenta la empresaria.
Volver a empezar
La base de clientes empezó a crecer y Lowlands Paradise mantuvo una producción estable durante un año, hasta que sus operaciones se vieron sacudidas por el terremoto de Nicoya el 5 de setiembre del 2012.
Fue un trago amargo para la familia y el negocio. Todas las instalaciones se vinieron al suelo y los costos de la reparación superaban los de la inversión inicial.
Doña Mayela y su hijo decidieron buscar financiamiento para seguir creciendo. "No podía quedarme de brazos cruzados. Estaba muy contenta porque me gustaba mucho el proyecto; habíamos visto que funcionaba y no podía dejarse caer", recuerda.
La familia entonces volvió a reconstruir las instalaciones y compró un camión para hacer las entregas, con un préstamo del Banco Popular.
Lowlands Paradise creció nuevamente y en la actualidad cosecha unas 15.000 lechugas hidropónicas mensuales, libres de agroquímicos y en un ambiente controlado, cuenta Zúñiga.
En la actualidad las lechugas se venden a hoteles y restaurantes de la zona, además de a Interfruit, uno de sus principales clientes.
La empresa se mantiene familiar, pues la dirigen Mayela y su hijo, sus padres y su hermana.
"Sé que voy a seguir creciendo porque no doy abasto con los pedidos", plantea firmemente Zúñiga. "La verdad que nada es fácil en la vida. Para salir adelante todo es duro".