Proverde es una empresa especializada en jardinería y paisajismo que se adentró en el mercado costarricense hace más de 20 años. Clorofila es una micropyme que lleva apenas un año en operación. Ambas empresas se han aventurado a explorar el negocio de jardines verticales.
¿Cuáles son las claves para iniciar un negocio y mantenerlo por muchos años?
Jilma Ramírez y Pamela Molina traen las historias de dos empresas en diferentes etapas de desarrollo. Aunque la naturaleza del negocio es similar, sus retos son muy distintos.
El reto de iniciar un negocio
Cuando Pamela Molina terminó la Licenciatura en Espacio Interno, estaba decidida en montar su propia empresa. Había seguido de cerca la tendencia del desarrollo urbano de apartamentos y casas cada vez más pequeñas en el país. Clorofila nació entonces con la visión de incorporar el elemento verde y vivo en espacios pequeños.
Desde mayo del 2013, Clorofila ofrece el servicio de jardines verticales especiales para instalar en apartamentos u oficinas.
Además de crear jardines verticales con plantas ornamentales para sol o sombra, la empresa ha estado instalando paneles con huertas de hierbas naturales.
"Hemos trabajado con un cliente que tiene cáncer, y esta persona prefiere saber de dónde viene lo que come. Ella puede sembrar su propia menta, hierbabuena, tomillo, romero y otras hierbas en su casa", cuenta la joven.
Molina reconoce que iniciar un negocio es difícil, sobretodo cuando se tienen conocimientos técnicos en un área específica pero se carecen conocimientos en aspectos administrativos como la contabilidad y las finanzas.
"Mi familia me ha ayudado un montón. Uno está acostumbrado a diseñar y no le han enseñado esos pilares, pero me he apoyado en gente que sabe y he ido absorbiendo el conocimiento de todos", afirma la empresaria.
La diseñadora enfatiza que la parte más difícil de iniciar un negocio es darse a conocer y formar una base estable de clientes.
"Lo más importante y que yo le diría a las personas que quieren emprender es que busquen bien su nicho de mercado y que ofrezcan productos o servicios de calidad que se destaquen de la competencia", recalca.
Enfocarse en un público de adultos jóvenes con apartamentos le ha permitido arrancar e ir creciendo. "Las redes sociales han sido muy importantes para darnos a conocer e ir abriendo espacios... hasta para encontrar proveedores han sido útiles", revela.
Por el momento, Clorofila ofrece jardines verticales montados en paneles de plástico reciclado que importan de Estados Unidos. La empresaria estudia la posibilidad de hacerlos en Costa Rica.
El reto de crecer y mantener un negocio por 20 años
Después de más de 20 años en el mercado, Proverde sigue fortaleciendo el giro de negocio que lo hizo crecer: el paisajismo, el diseño y la confección de jardines en espacios públicos y privados. Sin embargo, en todo este trayecto, el negocio también ha evolucionado diversificándose y adaptado sus prácticas a las últimas tendencias.
"La clave para haber crecido y mantenido la empresa ha sido siempre darle un producto bueno al cliente. No es la venta inmediata lo que lo va a hacer triunfar, sino que tiene que ser profesional y respaldar lo que hace", dice Jilma Ramírez, dueña y fundadora de Proverde, quien estudió fitotecnia y luego se especializó en paisajismo.
La empresaria asegura que una venta de un jardín no termina una vez que esté instalado, porque el jardín va a evolucionar. "Si al evolucionar el jardín hay un problema y usted sabe que se debe a una falla en el diseño o la instalación, entonces tiene que resolverlo, es su responsabilidad", afirma.
Con los años, la calidad de su trabajo se ha transformado en el fiel apoyo de clientes que la han seguido, además de recomendarla a otros. "Casi nunca hemos invertido en publicidad, pero hemos adquirido muchos clientes por las recomendaciones de boca en boca".
Entre sus clientes más recientes se encuentran Coca-Cola, Avenida Escazú, Distrito 4, Plaza Roble, Multiplaza, Plaza Tempo, y los hoteles Intercontinental, JW Marriott y Quality Inn.
Ramírez considera que otro de los factores que la ha impulsado lejos es la pasión que encuentra en su trabajo y que trata de contagiarla a su personal. En su empresa, que ahora ahora creció a convertirse en una mediana, trabajan unas 60 personas.
En los 20 años que lleva en el mercado, Proverde se ha verticalizado. Aparte de hacer el diseño y la instalación, ahora tienen tres fincas donde producen las plantas –dos en Atenas y una en Guácimo–, además que se encargan del servicio de mantenimiento de los jardines.
Para el diseño de jardines verticales y de paredes vivientes, Ramírez inventó un sistema propio de módulos que le permite crear la pared del tamaño que quiera. Eso le permitó construir, por ejemplo, una pared viviente para el edificio corporativo de Coca-Cola de 60 metros cuadrados.
"Cualquiera puede construir una pared, pero una pared que dure es otra cosa", dice.