Los hermanos Alexandre, Miguel y Gabriel Carmona tenían sus propias ocupaciones. Miguel en Miami, en un fondo de capital de riesgo, y Alexandre y Gabriel en Sao Paulo, Brasil, en una empresa informática y en un banco de inversión, respectivamente. Un día decidieron dar un giro radical en sus vidas.
Después que Miguel conoció Costa Rica estudiaron un mercado muy particular, crearon Pronuvo para cultivar la larva de la mosca, la cual sirve en la producción de proteína para alimento animal, y empezaron operaciones en Guápiles con miras a exportar a mercados desarrollados por ahora.
“Es proteína sostenible a base de insectos”, explica Alexandre. “No usamos recursos naturales, pues el único insumo es el desecho natural, y se contribuye con la economía circular”.
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El giro empezó cuando, en 2012, Miguel visitó Costa Rica y se enamoró de su espíritu ambiental. Vivía en Miami y, con la perspectiva que brinda el estar viendo siempre oportunidades de inversión, empezó a detectar posibilidades de negocios. En el país ha estado cerca de inversiones en biotecnología y producción forestal.
Una de las áreas que le llamó la atención fue la acuicultura sostenible, el cultivo de especies acuáticas, en el que se producían larvas de moscas para producir proteínas para alimentación animal en mercados desarrollados, en Estados Unidos, Europa y Australia.
En América Latina no había demanda alguna. En México y en la misma Costa Rica se produce proteína a partir de grillos. Era lo más cercano.
Hace cuatro años, Miguel llamó a sus hermanos que estaban en Sao Paulo. Por sus raíces multiculturales y haber vivido en Asia, Brasil y Colombia, no tienen barreras culturales para una empresa dedicada a una producción no tradicional en Costa Rica. Tampoco para pensar en exportar al continente donde se estuviera generando demanda. La decisión, empero, no se tomó de la noche a la mañana.
Los tres analizaron durante un año el mercado, viendo los tipos de productos y el potencial. Empezaron a contactar y a conversar con los potenciales clientes que buscaban proteínas alternativas.
Se detectaron amplias posibilidades de venta a la industria avícola y en la acuicultura, especialmente en el cultivo de peces, en este caso tanto por su crecimiento actual como futuro debido al agotamiento acelerado de las especies marinas y la caída de la industria pesquera. El diagnóstico es consistente a lo largo de las décadas.
En 2003 la Organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) indicaba que la acuicultura crecía a un ritmo más rápido que otros sectores de producción de alimentos de origen animal y que su aportación a los abastecimientos mundiales de pescado, crustáceos y moluscos había pasado entre 1970 y el año 2000 del 3,9% al 27% de la producción total en peso.
El informe de la FAO advertía, entonces, que la mitad de los bancos de pesca mundiales no ofrecía expectativas razonables para una expansión y estaban completamente explotados, por lo que las capturas habían alcanzado el límite máximo sostenible o estaban a punto de hacerlo. El reporte lanzaba una alarma sobre la pesca excesiva en alta mar.
En 2016 la misma entidad publicó un reporte que estimaba que el pescado superaba a la carne en la producción global de alimentos y que, de las 171 millones de toneladas de producción de pescado, el 53% provenía de la acuicultura.
Actualmente, según la misma FAO, existen cerca de 580 especies acuáticas que se cultivan en todo el mundo, “lo que representa una enorme riqueza de diversidad genética dentro y entre las especies”, tanto agricultores pobres de los países en desarrollo como empresas multinacionales.
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El organismo indica que el 80% de la producción acuícola deriva de animales que se encuentran en la parte inferior en la cadena alimentaria, como peces omnívoros y herbívoros y moluscos. “Teniendo en cuenta su comportamiento dinámico en los últimos 30 años y la disminución de la pesca de captura, es probable que el crecimiento futuro del sector pesquero derive principalmente de la acuicultura”, sostiene la FAO.
La apuesta de los tres hermanos estaba hecha. Gabriel dejó el banco donde trabajaba y se vino a Costa Rica a principios de 2018 con la misión de localizar sitios donde ubicar la fábrica y trabajar en el plan de negocios. Alexandre debía esperar más, pues su experiencia es más en mercado y comunicación. Cuando se inició la producción se trasladó a Costa Rica.
Fundaron Pronuvo hace tres años y empezaron la operación con fondos propios, una oficina en San José y la fábrica en Guápiles, una ubicación que —entre otras cosas— facilita el traslado de los productos a Puerto Limón para los envíos internacionales.
Tras estudiar cómo se realiza la producción de este tipo de proteína, contrataron a un biólogo para probar el concepto. Había que manejar variables de temperatura, humedad, ciclo de vida y producción, viendo cada detalle. Luego se apoyaron en consultores en ingeniería para diseñar el proceso. El mayor reto, sin embargo, no era ahí.
Venía el momento de ir a explicar en qué consistía la operación para obtener los permisos de operación y para la comercialización, teniendo en claro que la mosca tiene una connotación negativa en nuestra cultura. Pero su cultivo dista mucho de todo lo que normalmente pensamos.
Alexandre explica que la mosca soldado negro, que es nativa y conocida como Black Soldier Fly, no tiene partes bucales ni come y tampoco pican en su época adulta. Para su producción se mantiene en cuartos cerrados —como invernaderos— con cierto nivel de temperatura y humedad, donde se cumplen sus ciclo de vida: huevo, larva, pupa y mosca. En esta última etapa, de cinco días, se reproducen y se mantienen en cautiverio. Cada mosca hembra pone hasta 500 huevos dos o tres veces en ese corto periodo.
Para la producción se toman los huevos, se dejan crecer las larvas y se deja un porcentaje pequeño para que pasen a la etapa de mosca, de forma que se garantice su reproducción. La proteína se genera a partir de la larva.
“Nos ha tocado educar a las personas”, dijo Alexandre. “La recepción ha sido muy positiva, por la mentalidad ambiental que hay en el país”.
La empresa tiene un portafolio de cuatro productos: la larva seca y abono natural (que es lo que se comercializa actualmente), así como el polvo de proteína concentrado y aceite, que se empezará a comercializar hacia finales del año 2021.
Alexandre detalla que la larva es un descomponedor natural de material orgánico muy eficiente, que consumen el material orgánico y lo convierten en proteína. Para su venta se seca en un horno. Así sirve de alimento para gallinas domésticas ponedoras y pescados, con excelentes resultados.
En el caso de las gallinas —se estima que solo en EE. UU. hay 10 millones de viviendas con gallinas domésticas— las larvas son fuente de calcio y proteína, con lo que se obtiene un huevo más consistente y beneficia el plumaje de los animales. Aquí la larva seca se comercializa entera.
En acuicultura, la larva seca se procesa para generar concentrado para alimentación de los pescados, en sustitución de harina de pescado producido a partir de la sardina, la anchoveta y otros pescados secundarios.
Para el aceite también se hace una extracción en fábrica y se puede usar en la industria de alimentos de animales como ingrediente, dados sus beneficios como fuente de energía. Alexandre también dice que a futuro se tendrán otros usos en la industria cosmética.
En lo ambiental, a diferencia de otros tipos de fuentes de proteína que requieren muchos recursos de tierra y agua, en el caso de la producción de larvas solamente utilizan granjas verticales de diez metros y no requiere agua. Además, se utiliza desecho orgánico (de cáscaras y otros de frutas) como alimento de la larva, bajo un enfoque de economía circular.
“Es un producto de alta calidad”, recalca Alexandre. “Es proteínas de mayor nivel, comparable con la harina de pescado, que es considerada como de alta calidad. A diferencia de ésta, es sostenible y es de alta aceptación por parte de los animales, tanto gallinas como pescados. Es natural en su dieta y muy digerible”.
Para los dos productos actuales de Pronuvo hay mercado más que suficiente. La empresa apuesta actualmente a los países desarrollados donde el precio de venta les permite obtener mejores márgenes de ganancia. Eso facilitará tener los recursos para iniciar la comercialización en el mercado latinoamericano.
La empresa actualmente tiene una docena de colaboradores y en su evolución se apoya en las habilidades de cada uno de sus socios, los tres hermanos Carmona: Alexandre en el campo del mercadeo; Gabriel como CEO y en el manejo de los números; y Miguel, que potencia sus contactos, sus habilidades para estructurar las operaciones y su visión.
“Teníamos una carrera y le apostamos a la empresa”, dice Alexandre. “Queremos también ofrecer la proteína en la industria de mascotas y a muy largo plazo en el mercado de productos de alimentos para personas, lo que requiere nuevas regulaciones en consumo humano y romper tabúes”.