Karina Reyes tiene actualmente 24 años y ya lleva tres con su negocio Omina, una pastelería con productos de alta gama o premium, que logró crecer desde 2020 y ahora espera concretar varios planes de crecimiento.
“Es muy bonito ver cómo todo ha cambiado”, dice Karina. “Cuando empecé hay cosas que no imaginaba”.
Karina es de Curridabat y estudió gastronomía en Sabores (actualmente Amura), en la sede de Escazú y antes que se trasladara a Tibás, en la sede de Grupo Nación, al cual pertenece EF. Pero Karina no se quedó estudiando solamente en gastronomía.
Al año y medio de haber iniciado en Sabores empezó a estudiar administración de empresas en la Universidad Fidélitas. Se graduó primero en gastronomía y luego en negocios. Ahora el dilema era qué iba a hacer de seguido.
Empezó a darle vuelta a la idea de abrir su propio negocio. Lo hizo en diciembre de 2019 con apoyo de su familia. Como todo nuevo negocio, las ventas empezaron despacio. Eso estaba previsto. Pero a los tres meses se vino la pandemia.
El confinamiento de marzo, abril e incluso mayo de 2020 generó una oportunidad para Omina, pues los consumidores empezaron a comprar más a través de redes sociales. En ese momento, los consumidores intensificaron las búsquedas en redes sociales especialmente de comida, repostería y pastelería.
Así fue a nivel global. Los ingresos de la compra y entrega de alimentos en línea presentaron una tendencia al crecimiento tanto en entregas para llevar como a través de las plataformas de entregas o delivery. Según Statista en 2017 sumaban $76.194 millones y en 2020 fueron $136.430 millones. La tendencia se mantendrá: para el 2024, la facturación de entregas en restaurante y vía delivery sumarán $182.328 millones a nivel global. De ese total, casi $97.000 millones serán por delivery.
El fenómero tuvo un salto en los meses de confinamiento en América Latina. En ese momento el valor de las ventas de servicios de comida a domicilio a través de Internet ascendió a $71.500 millones, más del 140% con respecto a 2016. Eso lo experimentó Omina.
“Creció mucho. Fue impresionante la respuesta de la gente y la cantidad de pedidos”, recuerda Karina.
Actualmente los clientes encuentran en Omina unos veinte productos, incluyendo queques (para actividades familiares o de amistad, bodas y eventos), tartas, postres, bizcochos y mouses, con ingredientes de alta calidad. “Son productos innovadores”, dice Karina. El catálogo se actualiza según la temporada.
Los clientes pueden pasar a recogerlos al taller ubicado en Guayabos, Curridabat, o se hacen entregas a través de Uber, utilizando su servicio Uber Flash.
Karina recalca que no es que el cliente se mete a la app y pide el producto. Explica que se hace el pedido a través de redes sociales y WhatsApp de Omiva, pues llevan tiempo y dedicación para prepararlos. Con Uber Flash la persona compradora le da seguimiento para que verifique por dónde va el transporte el día de la entrega.
Esa funcionalidad de Uber nació en Costa Rica durante la pandemia cuando las restricciones de movilidad eran muy estrictas. A los negocios les facilita los envíos de todo tipo de productos (ropa, accesorios, repostería o pastelería, decoración, tarjetas y kits de regalo), a los socios colaboradores de Uber les brinda opciones para generar más ingresos y a los usuarios o consumidores les brinda la oportunidad de enviar y recibir artículos sin necesidad de salir de la casa.
La funcionalidad está disponible en 366 ciudades del mundo y 221 en Latinoamérica. En Costa Rica se utilizan para entregas en San José. Se complementa con Flash Moto para envíos de artículos pequeños y medianos a través de motos o bicicletas.
“Funciona de manera muy similar a pedir un viaje de Uber, solo que —en lugar de movilizar a una persona— se lleva un artículo”, explica Miriam Manrique, gerente general de Uber para Centroamérica. En Costa Rica se han completado más de 735.000 envíos desde su lanzamiento.
Para utilizar la funcionalidad de Uber Flash, la persona emprendedora abre la app, selecciona la opción de ‘entrega’ y luego la de envíar un artículo, se ingresan los datos de la persona que envía y de quien recibe el artículo, así como los puntos de retiro y de entrega.
Karina cuenta que al inicio de la pandemia, además de los retiros en la misma empresa, trabajaba con otra firma de delivery, pero las entregas eran con moto y eso no era seguro para los productos. A finales de 2020 empezó a usar Uber Flash, que dice le brinda dos ventajas: un menor costo y más seguridad para el producto.
Como el chofer ya sabe que es un paquete y qué lleva, tiene más cuidado. Además, se envía con condiciones para que no le pase nada al producto, aunque el destino sea cercano o lejano.
“Se ha enviado hasta un cliente que está entre Santa Ana y Ciudad Colón”, indica Karina. El 90% de los pedidos se envían por vehículo; el 10% son por moto o los retira la persona compradora.
Las ventas de Omina a través de estos mecanismos se mantuvieron durante el año 2021. Conforme se volvió a la normalidad, y los consumidores empezaron a salir más de las casas, Karina estableció otras estrategias de mercadeo para posicionar que sus productos con calidad no se consiguen en una cafetería.
Se estableció, además, procesos para adelantar la entrega de los pedidos y, en este 2022, se enfatizó en la estrategia de diferenciación de productos, para destacarlos y que llamen la atención.
Actualmente Omina tiene tres personas y el plan es reubicarse en un sitio más céntrico, probablemente en la vía que va entre San Pedro de Montes de Oca y Curridabat. También sueña con tener un sitio donde brindar clases a menores de edad en pastelería y desarrollar proyectos que generen ingresos, los cuales se destinarían a personas que están viviendo alguna necesidad.
“Cuando empecé había cosas que no me imaginaba”, recalca Karina. “Hay momentos en que no salen las cosas, en que estuve ofuscada. Pero es bonito ver los logros. Me siento orgullosa de mí misma, de lo logrado y cómo ha crecido Omina”.