Arriesgarse a crear una empresa, después de estar en un trabajo fijo, y saber enfrentar los momentos difíciles en los negocios, como los actuales, requiere decidirse e innovar, como con la creación de una tarjeta de presentación digital.
Allan Bonilla y Adriana Gómez, fundadores de IZI Card, son un matrimonio de Guadalupe con una niña de cinco años y un niño de dos años y medio.
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A ellos se les unió el año anterior Ameth Alvarado, como socio, quien en su tiempo libre se encarga de los desarrollos en lenguaje de programación PHP de las tarjetas digitales.
“Cuesta abrir camino y también la mentalidad del cambio”, dijo Adriana. “Hemos tenido valor. Renunciamos a trabajos y plazas con propiedad, pero creemos en el proyecto. Además, hemos recibido la colaboración de amistades”.
Allan trabajó en empresas privadas. Su último empleo fue en un sportbooks, pero hace ocho años decidió tener su propio negocio de diseño gráfico, diseño web y producción audiovisual.
Pronto se le unió Adriana, quien es desarrolladora, y tenía cinco años de tener una plaza fija en el Servicio Civil.
Dificultades
El negocio venía creciendo. Desde principios del 2018, sin embargo, notaron que la demanda de servicios estaba disminuyendo.
Primero por el cambio de gobierno y luego por la incertidumbre a raíz de la aprobación y la implementación de la reforma fiscal.
“Pensamos que necesitábamos un producto de consumo más masivo”, dijo Allan.
En febrero de 2018 empezaron a diseñar ese producto: una tarjeta de presentación digital.
Las tarjetas de presentación que usan los ejecutivos, vendedores y profesionales siguen siendo claves en los contactos de negocios, pero algunas circunstancias cambiaron.
Ahora es más importante andar con el teléfono móvil, cuando las tarjetas de presentación de papel se agotaban hay que correr a hacer nuevas y actualmente se tiene mayor conciencia ambiental.
A eso hay que sumar los costos. Uno de los servicios de IZI Card era precisamente el diseño de tarjetas de presentación y conocían este terreno.
Un cliente le comentó a Allan que al año gastaba ¢2 millones en tarjetas de papel para diez colaboradores y que cada dos meses debía estar realizando nuevos pedidos ya que cada impresión era en cantidades limitadas.
Sólo que ofrecer tarjetas de presentación digitales implicaba, por encima de ofrecer un menor costo, ir más allá de un simple sustituto electrónico. El producto debía tener más funcionalidades para ser atractivo.
Creación
Adriana empezó a desarrollar el software, viendo modelos, prototipos, probandolos.
“Un sábado en la mañana le comenté que ya tenía una idea más completa”, recuerda Allan.
La tarjeta debía personalizarse, con logo, colores, información de contacto y servicios. Había que ofrecer paquetes individuales y para empresas.
Y también dar opciones para compartir, tener control de a quién se compartía y agregar más servicios según lo requieran los clientes.
Adriana es especialista en tecnología .Net y vio que para todo eso requerían la ayuda de otro colega con conocimiento y habilidades en PHP, un lenguaje de programación.
A mediados del año anterior le contaron la idea a Ameth, a quien de inmediato le gustó la idea, se convirtió en socio y trabaja en el desarrollo de la aplicación en su tiempo libre, pues mantiene su empleo actual.
Desde mayo anterior empezaron a mostrar el producto a varios potenciales clientes y en ese tiempo doce de ellos lo adquirieron.
Cómo funciona
Se llama Eco Tarjeta Digital.
Cuando un ejecutivo requiere entregar su tarjeta de presentación la envía al móvil de la persona contacto a través de un mensaje corto (SMS), correo electrónico o WhatsApp.
El número telefónico del contacto no es necesario registrarlo o agregarlo como nuevo contacto para enviar la tarjeta. Solamente se digitaliza en la aplicación y se envía la tarjeta.
El contacto recibe un mensaje con un link, que puede guardar en sus contactos, con los datos respectivos, y que abre la tarjeta digital en el navegador del móvil.
Aparece, entonces, una tarjeta digital personalizada con el logo de la empresa, foto y datos del contacto (teléfono y otros que se deseen incluir), ubicación (con Google Maps o Waze) y la función de llamar, enviar un mensaje o ir al sitio web de la empresa.
La tarjeta digital se puede compartir y el propietario de la tarjeta puede ver en su cuenta en cuál país y a quién se le envió, lo cual puede ser muy valioso para efectos de ampliar los clientes potenciales.
Costo
El enfoque ambiental del producto les valió obtener el sello ecológico del Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (Fonafifo).
Allan y Adriana indican que se dona un porcentaje de cada venta para el Programa de Bosque Vivo Costa Rica de conservación ambiental en la Península de Osa.
Los costos van desde los $100 a nivel individual y para empresas hay paquetes de hasta $1.500. Para el primer año se ofrece un descuento que va del 25% al 50% de ese precio.
“La ventaja es que se pueden generar un número ilimitado de tarjetas por día y por año”, recalcó Bonilla.
Ese costo sería, además, menos de la mitad que cuando se adquiere una cantidad limitada de tarjetas de presentación de papel.
Las tarjetas digitales pueden incluir información de productos y servicios, paquetes o planes de las empresas, código QR para sustituir tarjetas de seguridad de empleados, y lo que requiera cada cliente.
Incluso se puede estimar la emisión de carbono, mediante una calculadora, para efectos de acciones de compensación.
La meta ahora es alcanzar ventas de la Eco Tarjeta Digital por $20.000 para pasar a una segunda etapa.
Allan reconoce que hay momentos en que han querido flaquear, pero el apoyo recibido y ver el producto los recargan.
El producto es especialmente bien recibido entre las nuevas generaciones.
En la comercialización Adriana, Allan y Ameth están recibiendo la ayuda de dos ejecutivos que pueden vender el producto en Panamá.
Las perspectivas de regionalización son positivas porque en el bechmarking que realizaron no encontraron ningún producto similar en Centroamérica.