Como amante de la robótica y los legos, hace dos años el niño Sebastián Luna Ulate –en ese entonces de siete años─ quería comprarse un lego nuevo.
Para ahorrar el dinero, su mamá, Marianne Ulate, le encomendó pequeñas tareas en su tienda de ropa.
El pequeño acomodaba los zapatos y limpiaba con un trapito los vidrios y muebles del local.
Llegó un momento en que esto le pareció insuficiente.
“Esto no me gusta. Yo lo que quiero es un negocio, yo quiero vender”, le dijo el menor a Marianne.
Muy motivados, empezaron a preparar helados de frutas en palito para vendérselos a sus vecinos.
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Su primera producción fue de 60 helados de mora, coco, rompope, fresas con natilla y ron con frutas.
Los vendieron en tan solo dos horas en el parque al frente de su casa, en la urbanización La Trinidad, en Alajuela, el cual es muy concurrido.
Para sorpresa de Marianne y de su esposo José Luna, las ventas de los helados fueron exageradas, tanto así que en un mes obtuvieron más de ¢500.000.
Pasó otro mes y las ventas seguían igual de fuertes.
Esta situación los hizo ver el potencial que tenía el negocio, “no era algo normal” y Marianne decidió dedicarle mayor tiempo a este.
El mismo Sebastián aspiraba a más: ahora no solo quería un lego, sino ir a Disney, pues había ahorrado bastante.
Con las ganancias obtenidas de los helados, la familia construyó un quiosco en su vivienda para ofrecer los helados. Allí, es común ver a Sebastián atender a los consumidores.
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Colocaron un rótulo con el nombre de su empresa, Los Heladitos, a raíz de que así llamaba el niño a los productos que hacía.
La respuesta fue muy positiva y muchas veces se hacían largas filas de tanta gente que quería adquirir los helados.
“Fue una locura. Imagínese que los vecinos llamaban a la policía porque les bloqueaban los garajes para sacar los autos”, recordó Marianne.
Marianne decidió capacitarse sobre la preparación de helados y viajó a México para recibirla. De allá se trajo equipo para mejorar su producción.
En el anexo de su casa crearon una pequeña fábrica en la que hoy preparan entre 3.000 y 4.000 paletas semanales, de muchos sabores como fresa, kiwi, frutas, algodón de azúcar, menta, con cubierta de chocolate y con rellenos, entre otros.
El año pasado, Marianne decidió cederle la administración de su tienda a su mamá, quien es su socia en esa empresa, y ahora se dedica de lleno a Los Heladitos.
José renunció a su trabajo como diseñador gráfico en una agencia de publicidad.
Con la empresa, ahora puede pasar más tiempo con su familia (incluidos los gemelos que tiene la pareja).
Actualmente, sus helados se distribuyen en 40 puntos de venta del país, lo cual incluye a heladerías, universidades, supermercados, restaurantes y cafeterías.
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Asimismo, les venden sus productos a entidades bancarias para los eventos que estas organizan.
La empresa planea aumentar su oferta, por lo que a inicios del próximo año empezará a vender gelatos artesanales a heladerías.