Daniela Taborda y Esteban Blanco se conocieron durante su primer año como estudiantes de la carrera de Arte y Comunicación Visual en la Universidad Nacional, en Heredia.
Esteban se enfocó en el área de diseño ambiental, mientras que Daniela en la pintura.
Pronto se hicieron novios y, tras graduarse, comenzaron a desarrollar proyectos juntos.
Una de esas iniciativas consistió en impartir talleres de creatividad para niños entre cinco y diez años en una galería en Avenida Escazú.
A los niños se les planteaban desafíos ligados al diseño y el arte y tenían que ofrecer una solución innovadora.
“Aprendían de dibujo y de escultura, mientras resolvían algún problema. La idea era enseñarles desde muy chiquitos a pensar fuera de la caja”, explicó Esteban.
Por ejemplo, se ponían dos mesas y se les daban a los menores materiales como plasticina, palitos de madera y lana para construir una especie de puente que los sostuviera entre mesa y mesa.
Esta dinámica de enseñanza la ofrecieron entre el 2013 e inicios del 2015.
En el 2015, la pareja de novios decidió realizar un paseo a Nicaragua durante Semana Santa y les gustó mucho el país.
Allí pudieron ver que, luego de regresar de sus centros educativos, algunos niños tenían mucho tiempo libre por las tardes, el cual perfectamente podrían aprovechar creando arte.
Vieron que había una oportunidad para reforzar “la parte práctico manual y el pensamiento creativo”.
Hablaron con algunas familias para ver si tendrían interés en matricular a sus hijos, le hicieron números y elaboraron un plan de negocio.
Arrancaron en setiembre del 2015 con una gama de talleres. A su emprendimiento lo bautizaron como Índigo Laboratorio Creativo.
En ese entonces, Daniela y Esteban no se habían establecido en Nicaragua, sino que viajaban periódicamente para brindar los cursos en la zona de Santo Domingo.
Cuando los padres de ciertos niños les contaron que estos ya no solo veían televisión, sino que sacaban un rato todas las semanas para pintar, hacer moldes y crear prototipos, la pareja vio que su trabajo había generado un impacto.
A inicios del 2016 decidieron establecerse en Nicaragua de forma permanente y a finales del año pasado se casaron.
Índigo decidió aliarse con la Fundación Costa Rica para la Innovación, que fue cofundada por la tía de Daniela, la diseñadora de interiores Carolina Taborda.
Representantes de la fundación viajan cada cierto tiempo al país vecino para enseñar sobre innovación y capacitarles.
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Actualmente, Índigo da cursos de robótica, de diseño e impresión 3D, de arte y de pensamiento creativo.
Dada la situación política en Nicaragua, Esteban contó que algunas escuelas están tomando la decisión de cerrar, por lo que Índigo se convierte en un espacio al que los niños pueden acudir para distraerse e idear.
Cada semana reciben alrededor de 50 niños y jóvenes.
Aparte de trabajar en su emprendimiento, ambos emprendedores dan clases en colegios.
A pesar del difícil panorama que se vive, el matrimonio se mantendrá allá y seguirá educando a niños y jóvenes, pues su proyecto “es una respuesta viable para muchas familias”, concluyó Esteban.