"Eso es una locura, que se te pase ya esa idea. Costa Rica no da para vivir del arte”.
Estas fueron las palabras que emitieron los padres de Maripili Araya el día que ella les anunció que quería dedicar su vida a bailar.
Curiosamente, fueron ellos quienes la introdujeron a este arte cuando a los cinco años la matricularon en clases de danza para que hiciera ejercicio.
Nunca imaginaron que la joven que practicaba horas y horas acrobacia, ballet, tap y jazz convertiría lo que parecía ser un simple pasatiempo en su pasión.
A los 18 años, a Maripili la aceptaron en una escuela de baile, en Liverpool (Inglaterra), en la que realizó una audición.
Sus padres no estaban convencidos de que eso era lo mejor y decidieron no pagar sus estudios en ese lugar.
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Persistencia
Maripili no dio marcha atrás y continuó por su cuenta formándose en diversas escuelas de baile nacionales e internacionales y participando en diferentes eventos.
Ella lo tenía muy claro: “Una de las razones por las que estaba en este mundo era para bailar”.
A los 27 años, Maripili quería tener una mayor estabilidad económica, pues ya era madre de una niña de cinco años.
Por ello, aunque lo que más le gustaba era bailar, pensó que sería una buena idea fundar una academia para enseñar a otros y demostrar que sí se podía vivir del arte.
La academia Warehouse Dance Complex arrancó en el 2002 y 16 años después se mantiene.
Hoy día ofrece un abanico de opciones para quienes deseen aprender a bailar: se imparten clases de ballet, jazz, hip hop, tap, acrobacia, latin jazz y acondicionamiento para bailarines, entre otros.
Los bailarines de su academia han tenido la oportunidad de participar en programas de televisión, en conciertos, en series televisivas foráneas y en videos de artistas internacionales, lo cual enorgullece a la emprendedora.
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Conservatorio
Hace un año y medio, Maripili detectó la necesidad de crear un espacio en el que los jóvenes pudieran optimizar sus horas de estudio para bailar más.
La emprendedora sentía que la rigidez de los colegios y de los centros educativos tradicionales no les permitía entrenar el tiempo que requerían.
Mientras tanto, en otros países los bailarines sí tenían sistemas de homeschooling (estudio en el hogar), lo que les posibilitaba tener entrenamientos más largos.
“Nosotros estábamos como estancándonos", aseguró Araya. "No lográbamos dar el paso a un sistema de educación alternativo donde los jóvenes pudieran seguir con sus estudios, graduarse y obtener su título del Ministerio de Educación Pública”.
Conversó con algunas mamás, quienes la terminaron de convencer de dar el paso.
Se unió a una tutora y con una psicóloga para ofrecer un programa integral.
Así creó el Conservatorio de Artes Escénicas WDC, de manera que los participantes se egresen con un título de danza y con el título educativo del Ministerio.
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El conservatorio, que empezó a operar en enero de este año y está abierto para niños desde los 10 años, tiene tres áreas:
-Artística: Abarca 30 horas semanales de formación en danza y artes escénicas. Estudian temas como historia de la danza, nutrición, anatomía, actuación y canto.
-Académico: Se otorgan 12 horas semanales de educación académica individualizada (las otras 12 horas los jóvenes estudian en sus casas).
-Psicológico (bienestar): Se le brinda apoyo psicoemocional a los participantes. Se realizan ejercicios en los que se habla de valores, se medita, los participantes miden sus fortalezas, entre otras dinámicas.
El conservatorio también está abierto para atletas y músicos interesados específicamente en la parte académica del programa.
Justamente, dentro de sus alumnas se encuentran una gimnasta y una música que toca viola.
Si alguien solo quiere matricularse en la parte artística y de bienestar puede hacerlo.
Hoy Maripili sabe que inclinarse por el baile fue la mejor decisión que tomó y sus padres, quienes en su momento se opusieron a que siguiera su pasión, la apoyan totalmente y "se sienten muy orgullosos y realizados".