La publicista Adriana García Garro tiene alrededor de nueve años de ser emprendedora, luego de haber trabajado como publicista en diversas empresas.
Al quedarse sin trabajo, se dijo: “¿ahora qué hago?”.
Como es una persona creativa, buscó diferentes opciones para obtener ingresos más allá de las asesorías en materia de publicidad que le otorgaba a algunas instituciones y empresas.
Primero probó vendiendo bolsos hechos a mano por ella, pero no tuvo la respuesta que esperaba.
Luego empezó a hacer tarjetas de presentación con mensajes creativos.
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Cuando inició con este segundo proyecto, se dio cuenta de que estaba en embarazada.
Al nacer su hija (en agosto del 2013) decidió poner en pausa algunos de sus planes para dedicarse a la pequeña.
Después de que la niña creciera un poco, ella y su esposo, Jorge Villegas, la matricularon en una guardería y Adriana ya tenía más tiempo para desarrollarse como profesional.
Junto a Jorge, pensó en qué área podía emprender y a ambos se les ocurrió importar vinos.
Desde Portugal
Al investigar sobre los tipos de vinos que se vendían en Costa Rica, vieron que había muchos de Chile, Argentina, España, Francia y Alemania. Pero muy pocos de Portugal, que es un país que también es productor.
Contactaron a un productor de allá y curiosamente él venía a pasear a Costa Rica y aquí le propondría matrimonio a su entonces novia.
Adriana percibió esto como “una señal”. Lo conocieron, Jorge luego viajó a Portugal y se concretó el negocio.
Los vinos provienen de la zona de Alentejo y se producen en un sitio llamado Casa Santa Vitória.
Se ofrece vino tinto, así como vino blanco. Dentro de ellos, hay una línea premium (de mayor calidad) de reserva y gran reserva.
“En este caso, estos vinos han tenido guarda por más de 18 meses en barriles de roble francés. Eso hace que el vino tenga un sabor más delicado, más gustoso y sea de mayor costo”, explicó Adriana.
Para poder traer los vinos, Adriana hizo todos los trámites para inscribirse como importadora ante la Dirección General de Aduanas, para registrar los vinos en el Ministerio de Salud y buscó empresas de logística que le ayudaran a traer los productos, entre otras gestiones.
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El proceso fue bastante engorroso y agotador, pero ya podía importar. El nombre de la empresa es La Corchería.
En diciembre del 2016 trajo 100 cajas, que tenían aproximadamente seis botellas cada una.
La carga llegó bien a Costa Rica, pero al trasladarla a la casa de la emprendedora, donde acondicionó un espacio para almacenar los vinos, muchas de ellas se quebraron.
“El carro en que los trajimos decidió poner las cajas una sobre otra. Entonces, cuando dio una curva muy rápida, las cajas se cayeron”, contó Adriana.
“Yo le decía a mi esposo: ¿cómo es posible que de Portugal a España y de España a Costa Rica no pasara nada, pero que de Limón a Heredia se nos quebraran?”, añadió la emprendedora de 38 años, quien es la vendedora, diseñadora, bodeguera y encargada de las redes sociales de la pyme.
Esto fue bastante desmotivador, pero logró vender el resto de vinos principalmente a familiares y a amigos.
Como hubo una respuesta positiva, siguieron importando y actualmente su público meta principal son los restaurantes.
Los vinos se venden en los restaurantes Árbol de Seda, Casa Piemonte e Isolina, todos ubicados en Barrio Escalante.
Trataron de ingresar a diferentes supermercados, pero el precio de venta no era tan atractivo para estas empresas, por lo que decidieron enfocarse en los restaurantes y que sea algo mucho más exclusivo.
Actualmente, están buscando nuevos restaurantes en los cuales comercializar los vinos.
Además, Adriana planea importar vino de Lisboa y aceite de oliva portugués.
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