El destino puede configurarse de múltiples formas y abrir distintas posibilidades, a pesar incluso de las dificultades del entorno económico, estar en otro país y reconocer que se llega a cumplir un ciclo laboral o de negocios y hay que reiniciar.
Hace cinco meses el argentino Sebastián López García y el dominicano Michael Alvarez Peña abrieron el restaurante Mamalila Cocina al Fuego, en Cartago centro.
“Es el nombre de la bisabuela de nuestras esposas”, dijo Sebastián.
Habían conversado sobre iniciar un negocio más pequeño. Pero cambiaron de idea cuando descubrieron la antigua casa del abuelo recién fallecido de sus esposas en la Vieja Metrópoli.
Sebatián empezó a viajar desde su natal Argentina cuando su padre, el conocido Oscar López Salaberry, era embajador de su país en Costa Rica y tras su cumplir su periodo en ese puesto se quedó a vivir aquí.
En el año 2000 Sebastián hizo lo mismo, se quedó aquí, trabajó con la marca deportiva Wilson y luego en la empresa de administración de condominios Neret, en este caso como gerente de operaciones.
Con su padre, que toca el bandoneón, participó en un programa de televisión en Canal 13 y en otro en Radio Eco.
Durante los nueve años que estuvo en esta empresa inmobiliaria adquirió mucha experiencia, pues se pasó de 14 a 80 condominios administrados.
Llegó el momento en que sentía que había cumplido su ciclo, ese instante en que empiezan a darse diferencias de criterio y se siente el cansancio de estar en el mismo sitio.
Antes se había casado con la costarricense Oriana Madriz, oriunda de Cartago.
Michael es oriundo de Santo Domingo, la capital de República Dominicana, pero conoció a Leonora –hermana de Oriana– en Bélgica.
Cuando Leonara vivió en Miami lo visitaba y luego vivió en Santo Domingo.
Finalmente decidieron venir a Costa Rica y crearon una empresa de computación, Laptop Center, ubicada también en Cartago, cerca de los bomberos.
“Al año ya teníamos empleados”, cuenta Michael.
En las reuniones de las dos parejas, Michael y Sebastián hablaban de crear un negocio. Hasta llevaron un curso de técnico de administración en el Instituto Tecnológico de Costa Rica.
En el curso, aparte de las herramientas de gerencia, vieron las posibilidades de impulsar un emprendimiento, cómo diseñar un plan de negocios y la definición de una estrategia.
En el 2016 ambos empezaron con un catering de parrilla llamado Fuegos del Sur, para atender eventos, brindar cursos de asado en empresas y a ejecutivos.
El negocio prosperó. Establecieron alianzas con Coopeovino (proveedor de carne de cordero), Domingo 7 (de Florida Ice & Farm) y Grupo Pampa (que comercializa el vino Trapiche).
Uno de los eventos en que participaron fue asado realizado en Los Reyes y al que llegaron más de 300 comensales, todos argentinos.
Los compromisos con hoteles y con diferentes restaurantes que surgieron con Fuegos del Sur ocupaban cada vez más tiempo, por lo que Michael decidió dar un paso al lado hace un año para no descuidar su negocio de computación.
Eso sí, le dijo a Sebastián que le avisara si llegaba a pensar en abrir un restaurante.
De hecho ambos siguieron conversando sobre esta posibilidad.
Como la situación y las perspectivas de economía global y de la local sugieren cautela, ambos empezaron a darle vuelta a la idea de abrir una ventaja de empanadas argentinas.
Primero pensaban que en Cartago y luego vieron un local en Barrio Escalante que reunía las condiciones. Hasta dieron el enganche de $200.
En ese momento pasaron dos cosas.
Sebastián viajó a Argentina y vio cómo la gente se empunchaba con diferentes proyectos propios, lo cual le llenó de ánimo para querer hacer algo más.
Y en el último rezo del novenario del abuelo de sus esposas Michael y Sebastián conocieron la casa heredada desde otra generación anterior y con más de 100 años.
Es una de esas construcciones céntricas, a sólo una cuadra del cementerio de Cartago, con sus pisos originales, paredes de bahareque y un enorme patio.
Los abuelos de Oriana y Leonora tuvieron ahí hasta una lechería.
La remodelación, a cargo de Michael, duró cuatro meses e incluyó habilitar las condiciones para cumplir con los requerimientos de la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (7.600).
Fueron meses duros física, emocional y económicamente.
Hace cinco meses empezó a operar Mamalila Cocina al Fuego, definido como un restaurante de comida casera de Argentina con algunos aportes de la Patagonia.
El menú ofrece costillas de cerdo, carne de cordero, salmón, empanadas (incluyendo de espinacas para quienes no comen carne) “preparadas con los ingredientes, el tiempo y la forma que permitan ofrecer platos de alta calidad”.
Por ejemplo, los comensales pueden encontrar unas lentejas hechas con fondo de caldo de ossobuco (parte alta y carnosa de las patas traseras y delanteras de la ternera, cordero o cerdo), vino tinto, tocineta y vegetales.
Su preparación lleva cinco horas y la receta que se utiliza es la que Sebastián aprendió en su país, Argentina.
La carne de cerdo, pollo y cordero la obtienen a nivel local, mientras que los cortes de res son importados desde Estados Unidos.
Junto al menú, la propuesta de Sebastián y Michael es que los comensales pasen un buen rato y obtengan la mejor experiencia, no que coman y tengan que irse.
En el primer mes llegaron clientes que ya los conocían a través de Fuegos del Sur. Luego había que atraer a más comensales.
Lo lograron a los dos meses y medio. Ahora les llegan clientes desde Escazú y Heredia.
En este momento no tienen planes de expandir el negocio, evidentemente.
Aunque tienen espacio para ampliarlo, por ahora mantendrán el restaurante con la actual capacidad (entre 30 y 40 personas).
La idea ahora es consolidar el restaurante, ser más eficientes y mantener el nivel de atención a los clientes. Si se da el crecimiento, que sea en forma natural. No es un fin en sí mismo para ellos.
“Queremos que el negocio sea exitoso”, insiste Sebastián.