Cuando la industria turística global vuelva a la “normalidad” cada destino afiliará sus mejores ofertas para ganarse a los visitantes europeos, estadounidenses y asiáticos.
Trabajar con esa proyección es necesario, pero no hay nada definitivo sobre el futuro.
Tan es incierto cuándo abrirán fronteras los países que son los principales mercados para el turismo en Costa Rica, como cuál será el comportamiento que tendrán los turistas.
Los hoteles locales, como el Hotel Casa Turire, ubicado en Turrialba, por eso enfocan sus ofertas hacia los turistas locales, que empezaron a moverse de la capital a distintos puntos apenas se pudo.
“Preparamos paquetes para atraer a los turistas nacionales, anticipando que será el que sostendrá la actividad en el segundo semestre”, dijo Jana Daigle, gerente general de Hotel Casa Turire.
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Casa Turire es un hotel boutique de 17 habitaciones, ubicado a 10 kilómetros de la cabecera de este cantón cartaginés, el cual reinició operaciones en mayo pasado recibiendo huéspedes y visitantes a su restaurante, los senderos, la piscina o el spa.
El hotel fue fundado en octubre de 1991 por los Rojas, una reconocida familia de Atirro que tenía diversos cultivos.
Cinco años después lo vendieron a Werner Fuchs, un suizo que lleva ya 30 años de residir en el país y también es propietario de los hoteles Palma Real (en Sabana Norte) y Lavas Tacotal (La Fortuna, San Carlos).
“Son productos distintos”, destaca Jana.
Werner mantuvo la planilla original y a la fecha cuentan con empleados que trabajan en el Hotel Casa Turire desde su primer año.
Por supuesto, durante este tiempo se invirtió en la renovación de las habitaciones, en ampliaciones en la finca y en el mantenimiento, pero siempre conservando el concepto original que le dieron sus fundadores, en lo cual ayuda el personal que lleva varias décadas.
Atirro es una zona de caña y café, con muchas naturaleza alrededor y el fuerte atractivo de los paisajes de la zona.
El hotel explota esos atractivos y cuenca con 27 hectáreas que incluyen jardines, senderos y la finca, donde el visitante puede observar animales como gallinas, cabras y caballos.
Incluye una huerta orgánica que provee alimentos al hotel.
Para el hospedaje, los turistas pueden elegir habitaciones de diversas categoría (de luxe, suite y master suite), restaurante y bar.
Estos dos están abiertos al público que desee visitarlos por un solo día, lo mismo que el spa, la piscina y el jacuzzi.
El “pase del día” también incluye caminar en jardines, senderos, finca y almuerzo.
La mayoría de los clientes son europeos y antes de la pandemia tanto el sector turístico como el Hotel estaban en plena temporada alta.
Tenían todas las habitaciones ocupadas y los fines de semana la actividad aumentaba con los turistas nacionales.
Cuando se escucharon las primeras noticias sobre la expansión de la pandemia del COVID-19 en Europa, Jana y sus colaboradores pusieron atención.
En ese momento ayudaron a los clientes europeos a regresar a sus países, pues empezaba a darse el cierre de fronteras con la cancelación de todos los vuelos.
“Pensamos que iba a ser pasajero”, dice Jana.
A principios de marzo empezaron a entrar las cancelaciones de las reservaciones que habían para la segunda mitad de marzo y para después de Semana Santa.
Fuen cuando vieron que la situación se había agravado, lo que quedó confirmado cuando el gobierno de Costa Rica adoptó las medidas de emergencia, que incluían el cierre de fronteras.
Jana recuerda que el último grupo de turistas, 14 alemanes, salió el 24 de marzo. Ellos regresaban en vuelos de socorro organizados por la embajada de su país.
Fue un martes. Ese día Hotel Casa Turire cerró temporalmente.
Solamente se mantuvo dos personas en el hotel y una más en la finca de las 17 personas que formaban la planilla.
El Hotel aplicó la suspensión de contratos al resto.
Para ayudar a los empleados suspendidos se aprovecharon los productos de la huerta orgánica.
En abril pasado Jana empezó a negociar con operadores de la zona para empezar a diseñar paquetes a los turistas costarricenses.
Casa Turire podía aprovechar varias fortalezas y oportunidades: la cercanía al Valle Central (de solo dos horas), la fidelidad de una buena base de clientes de Cartago y San José, y el cierre de las playas.
Empezó a investigar cuáles era los protocolos que debían cumplir, el tipo de productos a utilizar, y las medidas que debían mantenerse con los clientes y los empleados para garantizar seguridad, siempre pensando en mantener la calidad de los servicios.
Como el precio es fundamental con el cliente local, y por la competencia de otras marcas que también iban a reaccionar de forma similar, se decidió ofrecer el 50% de la tarifa normal.
El paquete estrella es de un día, el cual incluye habitación, cena y desayuno.
También hay tours por la zona, pero –como algunas actividades no tienen permisos de operar todavía– se realizan otras actividades, como un taller de chocolate.
Eso sí, no se descuidan los protocolos.
Al confirmar una reservación se envía un resumen de las medidas: 50% de ocupación del hotel y de sus distintas áreas, uso de caretas, limpieza de manos, desinfección de muebles e instalaciones constante, y mantener burbujas sociales y distanciamiento físico, entre otras.
Algunos espacios, como el restaurante, se diseñó para facilitar la circulación de las personas y que no se presentarán aglomeraciones.
Así recibieron el primer cliente el pasado 16 de mayo.
Ese fin de semana llegaron turistas nacionales y unos residentes de Manuel Antonio que querían cambiar por la montaña.
Jana confiesa que tenía dudas sobre cuál iba a ser la reacción de los clientes, pero que la respuesta ha sido positiva y que cumplen sin tener que estar recordándoles las medidas.
Así lograron que en mayo la ocupación fuera del 15% y en junio del 25%. Los fines de semana se mantiene en el 50% de la capacidad total.
Entre semana se queda muy poca gente y del viernes a domingo es cuando aumentan los visitantes. La mayoría se queda un día.
La planilla también se reincorporó, aunque en distintos turnos.
Los viernes, sábados y domingos trabaja el 100% del personal y entre semana se hace una rotación, manteniendo siempre al 50% en cada turno.
Jana dice que también deben tomar en cuenta que, si bien todos son de Turrialba, algunos colaboradores viajan desde algunas zonas alejadas y también hay madres solteras.
¿Cuándo volverá todo a la normalidad?
Es muy difícil calcularlo.
“Una cosa es que Costa Rica abra la frontera y otra cuándo lo harán los países de donde vienen los turistas”, dice.
Por eso la apuesta para la mayor parte del segundo semestre es en el turismo local, con la esperanza de que el inicio de la temporada alta, a finales de noviembre, dé luces sobre cómo se comportará la industria.
“Estamos viendo paquetes, precios y cómo definir un producto atractivo, porque todos los países estarán compitiendo”, anticipa Jana.
Ella no oculta que Turrialba no está en el foco de los turistas al mismo nivel que La Fortuna o las playas.
Confía plenamente, no obstante, en aprovechar el gran atractivo de la zona y la fortaleza del concepto con que se fundó y se mantiene el Hotel Casa Turire.