Renata Beffa es suiza, tiene 62 años de edad y la mitad viviendo en Costa Rica y fundó una empresa que diseña, fabrica y comercializa los MyMat, un dispositivo de salud con enfoque de terapia alternativa.
La promesa es estimular la oxigenación celular, retardar el envejecimiento, acelerar el proceso de cicatrización, permitir una pronta consolidación de fracturas, producir relajación muscular y es eficaz en el tratamiento del insomnio, el estreñimiento y los dolores óseos, entre otros.
“Alguien me preguntó si hacía esto para ganar dinero”, cuenta Renata. “Yo les digo que si le ayudo a las personas, gano”.
Ella estudió y se graduó de administración de negocios en Suiza. Trabajaba en bancos y al mismo tiempo empezó a estudiar y brindar cursos en hoteles de montaña sobre meditación, yoga, aceites esenciales y otras prácticas y tendencias en medicina alternativa.
Por razones de salud y buscando un estilo de vida saludable, migró a México con su familia. Pero en la capital mexicana “no se podía ni respirar”. Entonces, viajó a Costa Rica, atraída por el ambiente, la cercanía del océano Pacífico y el Mar Caribe, y porque no hay ejército. Acá se dedicó a los negocios.
Con su ahora exposo, instaló una galería de antigüedades y un piano bar detrás de la Casa Amarilla. Renata continuó sus estudios de medicina alternativa. En un viaje a Europa en 2001 vio unos dispositivos creados para diagnósticos y que se usaban en medicina holística, basados en los Campos Electromagnéticos Pulsados (CEMP), un tratamiento para el manejo del estrés, dolor y afecciones que envía pulsos de energía y que ayudaría en la regulación de las células.
En 2011 un reporte de Statista indicaba que el mercado de la medicina alternativa daría un salto desde casi $12.000 millones a $14.400 millones en 2016 en Estados Unidos. Los especialistas advierten que las personas deben recurrir a las prácticas y medicinas probadas, que tienen evidencia científica de resultados efectivos.
Los dispositivos que Renata conoció eran caros (hasta $25.000) y grandes, por lo que ella empezó a pensar en uno que fuera más pequeño, más modular y fácil de usar dirigido a un mercado que confía en el uso de la tecnología y este tipo de terapias alternativas.
“No es un dispositivo médico”, recalca. “Trabaja con frecuencias sanas para que el organismo trabaje en la autosanación. Es algo que las personas han empezado a entender”.
Teóricamente el cuerpo, los órganos y las células se comunican a través de frecuencias. El MyMat ayudaría con información y energía para restablecer el balance con frecuencias saludables y que las células se comuniquen. Se parte del supuesto de que la enfermedad es causada por un bloqueo del flujo de información y que el MyMat transmite la cantidad suficiente de información para generar la frecuencia electromagnética correcta.
Renata registró el dispositivo como una almohada de relajación, el cual se apoya en aplicaciones a través de la computadora o móvil (se dispone para sistemas operativos iOS, Android y Huawei) para que la persona eleja uno de los 85 programas o alguna combinación según sus necesidades: estrés, depresión, regeneración celular, dolencias, control de peso, lesiones, sueño, concentración y molestias digestivas o estimular el rendimiento durante el ejercicio.
El MyMat se empezó a fabricar en Costa Rica en 2010 a través de una firma en Santa Ana que producía dispositivos médicos. El capital para obtener los prototipos y las primeras unidades que vendió lo obtuvo al vender el automóvil que le había regalado su padre, ya fallecido. “Fue el último obsequio que me dio”, recuerda Renata.
Lo que siguió fue ir al vaivén propio de los negocios, con sus dificultades y posibilidades. La empresa que lo manufacturaba cerró y ella continuó con algunos de los empleados de la fábrica. Los componentes electrónicos inicialmente se traían desde China y actualmente desde Suiza, para ser ensamblados en Costa Rica. Actualmente vende el dispositivo en 60 mercados. De esta forma, se apalaca en la demanda de los consumidores a nivel global por mayor bienestar, según firmas como McKinsey.
Los modelos tienen precios desde $1.155 hasta $3.200, este último para tratamiento de caballos. “Sufren mucho estrés”, dice Renata. También se ofrece para instalar en camas de médicos o fisioterapeutas y en sillas de odontólogos, por ejemplo.
Renata cree que es un buen momento para comercializarlo y crecer, pues —a diferencia de cuando tenía 19 años y realizaba talleres en hoteles de su natal Suiza o cuando llegó a Costa Rica— aumentó la cantidad de personas “que comprenden cómo opera el cuerpo y cómo enfrentar el estrés”.