Paula Montecinos es de San José, pero no disfruta cada día trabajar en Birrí de Heredia en su empresa Aluap, dedicada a procesar frutas y vegetales.
“Aquí es muy tranquilo”, dice Paula.
Ella es la fundadora y la ha dirigido desde 1994 atendiendo clientes nacionales e internacionales e implementando procesos de certificación en calidad, ambiente y social-laboral para elevar la competitividad.
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Hace un mes instaló unos paneles de energía solar, que, además de ayudarle a cumplir con una de esas certificaciones, le genera ahorros a la empresa y contribuye en lo ambiental.
Paula se graduó de tecnología de alimentos en la Universidad de Costa Rica en el año 1985 y empezó a trabajar de inmediato en McDonald’s.
Ahí tenía relación directa con diversos proveedores de insumos para los restaurantes, pues su tarea tenía que ver con el control de calidad.
En 1992 dejó McDonald’s y empezó su empresa para proveer frutas y gallopinto a la cadena.
Se instaló en Birrí, donde su familia tenía una finca que estuvo dedicada a ganado y al cultivo de fresas.
En la finca existían ya algunas instalaciones para el procesamiento de las fresas, infraestructura que sirvió de base para la nueva iniciativa.
Luego esta marca de comidas rápidas hizo algunos cambios y ella más bien recibió solicitudes de diversas empresas, a las que había conocido estando en la cadena de restaurantes, para que fuera su proveedora de pulpas de vegetales.
Ella empezó a proveerles de pulpas de cebolla, de zanahoria y de coliflor, entre otros, para hacer –por ejemplo– salsas y condimentos.
Con los años Aluap fue incrementando la cantidad de clientes y también de empleados.
Actualmente tiene 15 colaboradores, todos de la zona de Birrí.
Paula, que está casada y tiene tres hijos de 18 a 24 años, siente mucha satisfacción tanto por el crecimiento de la empresa como por las oportunidades que sus colaboradores han aprovechado para estudiar y sacar adelante a sus familias.
A ella le encanta, además, implementar iniciativas para mejorar la calidad de los productos y en lo ambiental, cumpliendo con las condiciones de sus clientes y porque reconoce que el mercado se orienta hacia este tipo de exigencias a las empresas.
La empresa inició certificandose en inocuidad y calidad. Es Bandera Azul y Esencial Costa Rica. A nivel internacional ya cuenta con la certificación Eco Vadis y este año espera obtener la de SMeta (Sedex Members Ethical Trade Audit).
Ella admite que las certificaciones son costosas, pero que su rentabilidad y beneficios vienen de la mano de una mejor comercialización, en especial a nivel internacional.
“Depende de los clientes”, precisa. “Ellos saben que si una empresa está certificada ya se le realizan auditorías y revisiones de cumplimiento de sus requisitos”.
En el caso de la certificación ambiental una de las condiciones a cumplir es la utilización de energías limpias.
Paula y su equipo analizaron las opciones de instalar paneles solares, sin perder de vista que esta alternativa les generaría ahorros.
Con el apoyo de la empresa Sunshine se realizaron los estudios de tiempo de sol, generación de energía y volumen de electricidad que requerían.
El siguiente paso fue instalar 48 paneles y un inversor Fronius que generan unos 18,48 KWp, siempre con el apoyo de Sunshine, la cual se encarga del monitoreo, la operación y el mantenimiento.
El sistema le permite ahorros de 22% en la factura eléctrica (unos $4.000 al año), compensa dos toneladas de carbono y reemplaza el equivalente a 10.000 kilómetros recorridos de un vehículo.
De paso se hace frente a los altos costos energéticos y se obtiene un sobrante que se traslada a la Compañía Nacional de Fuerza y Luz.
“A todo el mundo que llega le llaman la atención los paneles instalados”, afirma Paula. “Es un plus para las certificaciones”.