Gloriana Barrantes Naranjo inició su viaje en el mundo de la danza desde los ocho años, cuando su mamá le preguntó si quería aprender a bailar y ella le dijo que sí.
La joven creció en Alajuela y, en ese entonces, no había muchas opciones de escuelas de baile, lo que la obligaba a viajar hasta San José a recibir lecciones.
Se matriculó en la academia Jazzgoba, donde se empapó del jazz (que es su fuerte) y de otros tipos de danza como el ballet y el tap.
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A los 16 años, se convirtió en asistente de su profesora y así empezó a formar a niños y a jóvenes.
De la misma forma, en vacaciones impartía clases a pequeños en el rancho de su casa en Alajuela.
Su pasión por la enseñanza la motivó a estudiar educación preescolar en la Universidad Latina y, mientras cursaba su carrera, trabajaba en un kínder del cual provenían gran parte de sus alumnos cuando los instruía en su vivienda.
Una oportunidad fuera del país
En julio del 2008, Gloriana participó en una competencia mundial de jazz en Chicago (Estados Unidos), en la que realizó una audición.
Su presentación llamó la atención y a los 20 años le otorgaron una beca para bailar un año en la compañía de danza Giordano.
Allá bailaba todo el día y en disciplinas muy variadas: jazz, tap, danza moderna, lírico y hip hop y participaba en diversas presentaciones que organizaban, por lo que esta fue una importante experiencia.
En Costa Rica decidió crear su academia Dansteps, pues algunos padres de familia del kínder en el que trabajó le manifestaron el interés de matricular a sus hijos en alguna escuela de danza en Alajuela.
La hora de emprender
A inicios del 2011 abrió su estudio dentro de un spa, en el que le habilitaron un pequeño espacio para enseñar.
En el lugar atendía dos veces por semana a alrededor de 30 estudiantes, quienes aprendían a bailar jazz, ballet y a hacer giros y saltos. Estuvo en ese sitio por dos años.
Con el paso del tiempo, Dansteps empezó a crecer: había más alumnos y los padres y madres pedían que les dieran más clases.
En el 2013, se cambió a un lugar más grande y su despegue fue mucho mayor, lo que la hizo contratar profesores.
En su academia cuentan con un equipo de competencia, de modo que asisten a eventos nacionales e internacionales y realizan una presentación anual en un teatro del país.
En el lugar también se ofrecen clases de Antigravity.
La emprendedora decidió seguir con su educación y sacó una maestría en estimulación temprana en la Universidad Santa Paula, cuyo enfoque le sirvió para abrir una nueva marca dentro de su empresa.
Esta se denomina Funky Monkey, en la que brinda clases de estimulación temprana a bebés, quienes asisten con sus mamás una o dos veces por semana.
Se realiza masaje infantil, los niños juegan con texturas, trabajan con tarjetas que tienen imágenes, les enseñan canciones y hacen ciertos ejercicios para mejorar su motora.
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Este año, la pyme se pasó a un local más espacioso y moderno, de 200 metros cuadrados, en el que se invirtieron $25.000 en su remodelación y equipamiento.
La academia tiene cinco profesores, más de 100 estudiantes y Gloriana espera seguir creciendo y participando en competencias dentro y fuera del país.