Cuando Ivannia Villalta Valladares compra ropa y no queda totalmente satisfecha con ella, la trabaja en su casa a punta de hilo y máquina hasta que quede perfecta.
Su habilidad para la costura se remonta a hace muchos años atrás cuando su mamá le enseñó a coser, pues es costurera.
Aunque Ivannia estudió educación especial y posee 20 años de trabajar para el Ministerio de Educación Pública (MEP), las telas, hilos, agujas, botones, alfileres y máquinas han sido sus compañeros, dada su afición por la ropa.
A raíz de su profesión, se topó con que muchos niños y adolescentes con los que trabajaba ─algunos de ellos con parálisis cerebral profunda─ no contaban con ropa creada a su medida.
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Por ejemplo, en las graduaciones, las madres de familia debían vestir a un joven o niño de talla pequeña, con ropa enorme (hasta 2XL), pues por las contracturas que este tenía no se le podía poner cualquier ropa. Se complicaba bastante.
Ella les decía que le llevaran la ropa y les hacía modificaciones: les quitaba los botones y les ponía velcro, las descosía en alguna parte y les colocaba una tela que estirara para que fuese más fácil.
Desde hace alrededor de tres años, quiso explorar otras áreas que trascendiesen su trabajo y fue cuando el emprender en el campo de la costura se volvió una opción sumamente atractiva.
Se matriculó en un curso de mujeres emprendedoras del Instituto Tecnológico de Costa Rica (conocido como TEC) y se empapó de qué se requería para crear una empresa.
En esa misma época, la abuelita de su esposo Rodrigo (conocida como Mimi) estaba muy enferma y quedó postrada en una cama.
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Su suegra era quien cuidaba a la señora y se le dificultaba vestirla, sumado a que no había muchas alternativas de ropa.
Fue cuando Ivannia se percató de que así como le sucedía a su suegra, probablemente el panorama era igual para las personas que cuidaban a sus familiares, pero que no tenían formación en enfermería.
Empezó a pensar en qué cosas necesitaba e hizo algunas muestras de ropa para que las utilizara Mimi. Así surgió El Ropero de Mimi, en honor a ella, quien falleció.
Opciones
Ivannia creó los diseños y recibió el apoyo de un patronista. Las prendas las elabora una maquila en la que laboran cuatro personas.
Su esposo, Rodrigo Mora, le colabora en la parte financiera del negocio y ella está a cargo de las operaciones y ventas.
¿Cómo es la ropa y qué opciones hay?
Se trata de prendas que buscan ser ergonómicas, con la ubicación de los cierres y costuras en sitios en los que no generen presión y que así no afecten a la persona que está en cama por alguna condición o enfermedad.
Dentro de las telas que se emplean se encuentran franela, algodón, antifluido y se recurre a velcro, zípers y broches.
La pyme cuenta con una línea para personas en cama y otra para adultos mayores que tienen un mínimo nivel de dependencia y requieren un vestuario cómodo, que sea sencillo de ponerse y quitar. Abarca pantalones, camisas y vestidos.
Asimismo, se venden accesorios como baberos largos, que impiden que se ensucie la ropa, y un chaleco hecho con material impermeable para evitar que las personas que tienen una sonda (para alimentarse) se la quiten.
Las prendas son personalizadas y la idea es que las personas tengan alternativas para vestirse que vayan más allá de usar un pañal o un pijama.
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Se usan colores y estampados para que las personas “se vean bonitas, que no se vean dejadas” por el hecho de sufrir alguna enfermedad y que así su estado de ánimo pueda mejorar.
Desde el año pasado, El Ropero de Mimi se encuentra incubado en TEC Emprende Lab.
Ivannia espera que el proyecto crezca y consolidar su marca dentro del segmento de ropa inclusiva, así como mejorar la calidad de vida de las personas que empleen las prendas.