En los negocios como en la vida todo tiempo su momento y la actual ocasión es propicia para la empresa familiar Ecoquintas, de La Fortuna de San Carlos, que ofrece propiedades en condominios horizontales para quienes desean trabajar en forma remota y encontrarse diariamente con la naturaleza y la belleza del Volcán Arenal.
“El nómada digital es una tendencia”, dice Gaudelio Zúñica, presidente de Ecoquintas. “Es un cambio de estilo de vida. Con el teletrabajo las personas pueden estar varios días de la semana en la zona y los otros en su oficina”.
Ecoquintas empezó a vender lotes para quintas en el año 2000, cuando empezaba el auge turístico de La Fortuna. En ese momento un terreno de 1.000 metros cuadrados tenía un costo de ¢1,5 millones.
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Las primeras quintas se ubicaron en Chachagua, en la finca que había heredado su padre, Gaudelio Zúñiga Monge. Él había llegado con apenas tres años desde San Ramón en 1939 con su madre y su padre en el grupo de agricultores que inició la colonización de La Tigra. La parcela que ocupaban en Chachagua fue legalizada en 1961 por el antiguo Instituto de Tierras y Colonización (ITCO).
Durante las siguientes décadas fue dedicada a producir. Con el auge del turismo en la zona, habían otras posibilidades económicas y pensaron en vender quintas. Los tiempos, sin embargo, eran muy distintos. Pagar publicidad en medios tradicionales se salía del presupuesto. Internet apenas empezaba a brindarse en el Valle Central y ni la publicidad digital ni las redes sociales se asomaban.
En 2004 se obtuvo un canje con Radio Omega y se logró vender 100 propiedades. Lo vendido permitió comprar otras fincas y continuar, a partir de 2005, con la razón social y la marca de Ecoquintas. La consolidación de la empresa —en la cual ahora trabajan otros hermanos y familiares— tardó 10 años.
Las ventas se aceleraron con el auge del mercadeo digital, especialmente en redes sociales, desde hace 11 años. Hacia 2013, Ecoquintas empieza a desarrollar urbanizaciones y a recibir turistas extranjeros, principalmente.
En la actualidad ya se contabilizan 30 proyectos en un radio de 15 kilómetros alrededor de La Fortuna, incluyendo localidades como El Tanque y Los Ángeles, y se pasó de urbanizaciones a condominios horizontales, en sitios rodeados de naturaleza, con buena vista al Volcán Arenal y en terrenos planos. En total, se han construido 200 viviendas y se han vendido 4.000 propiedades.
Los condominios incluyen facilidades de infraestructura: vías asfaltadas, agua potable y canalización de agua pluvial, electricidad y alumbrado, sistemas sanitario con plantas de tratamiento, Internet, pórticos para restricción de acceso y áreas comunes (casa club, rancho, barbacoa y piscina).
Por la cercanía con La Fortuna , las personas también tienen fácil acceso a más de 100 actividades de turismo de aventura (incluyendo canopy, puentes colgantes o aguas termales) y a servicios comerciales (supermercados, ferreterías, farmacias).
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Ecoquintas incluso cuenta con dos hoteles ubicados en la zona: La Fortuna Downtown, diagonal a la iglesia católica de este distrito, y Chachagua Rain Forest, que conecta con El Bosque Eterno de los Niños.
Parte de los compradores de propiedades son turistas estadounidenses, canadienses y europeos que pasan una temporada al año en la zona, regresan a sus países y alquilan sus viviendas a otros turistas a través de plataformas como Airbnb.
Con la reactivación de la economía, luego del periodo de confinamiento por la pandemia del Covid-19, lo que antes ocurría solamente con los extranjeros se empezó a dar con nacionales y se empezó a ver profesionales y familias nacionales que se iban a la zona por semanas, aprovechando las facilidades de conectividad para el teletrabajo y las clases virtuales.
Cuando se reabrieron aeropuertos y se reiniciaron los vuelos de las aerolíneas, empezaron a regresar los turistas extranjeros. “Lo que da la zona es lo que busca el nómada digital”, sostiene Gaudelio.
Ya en el 2017 una porción de los trabajadores eran remotos en Estados Unidos (6%), Europa Occidental (16%) y Centroamérica (14%), según la Digital Nomad Survival Guide y citada en el proyecto de Ley para Atraer Trabajadores y Prestadores Remotos de Servicios de Carácter Internacional (Nº 22.215), que se tramita en la Asamblea Legislativa.
Con la pandemia en los mercados desarrollados se produjo una migración de empleados de empresas a sitios alejados que contaran con conectividad banda ancha. La firma MBO Partners indica que los nómadas digitales pasaron de 7,3 millones en 2019 a casi 11 millones en 2020 en EE. UU., al tiempo que estima que unas 17 millones de personas aspiran a ser nómadas digitales.
Podrían recibir una ayuda de sus mismas compañías que en la post-pandemia aplicarían el trabajo híbrido, donde los colaboradores asisten unos días a la oficina y otros teletrabajan. Un estudio de Gartner mostró que el 90% de las empresas considera que, incluso cuando las oficinas vuelvan a abrir, permitirán a sus colaboradores trabajar desde casa al menos parte del tiempo.
Y los colaboradores no se oponen, dado que mantienen preocupaciones por el retorno a la oficina, mientras el virus sigue contagiando población, al mismo tiempo que la mayoría (79%) desean una separación más clara entre el trabajo y la vida personal cuando cumplen sus tareas en forma remota, según Manpower.
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) afirma que, de hecho, nómadas digitales de Chile, Estados Unidos y Portugal viven y trabajan, algunos por lapsos de meses y en otros casos por un año, en zonas del país como Jacó, Manuel Antonio, Santa Teresa de Cóbano y Monteverde, entre otros.
Gaudelio destaca que en La Fortuna las familias y profesionales nacionales y extranjeras trabajan desde sus casas en una zona donde abundan la vegetación, los ríos, y sitios turísticos.
“Tienen una conexión con la abundante naturaleza que hay aquí”, enfatiza Gaudelio. “Empezamos a ver familias congregadas haciendo cosas diferentes, escapando del confinamiento de las ciudades, los chicos disfrutando de la piscina o en los ríos. Se convirtió en un segundo hogar”.
Muchos empezaron alquilando, pero Gaudelio dice que el cambio de perspectiva viene acompañado de un mayor interés por la oferta de propiedades en la zona, que en su caso está orientada tanto a costarricenses de clase media como a turistas norteamericanos y europeos.
Actualmente cuentan con 100 propiedades listas y otras 400 “que están por salir” (están en la fase de terminar trámites y la preparación de los terrenos). Los precios van desde ¢12 millones (para un terreno de 400 metros cuadrados, donde se puede construir una vivienda de 320 metros cuadrados de cuatro o cinco aposentos) hasta ¢32 millones, financiados por Ecoquintas.
El servicio de Internet es de la zona la Cooperativa de Electrificación Rural de San Carlos (Coopelesca), que está desarrollando una proyecto de red de fibra óptica en 40 comunidades de la zona norte, incluyendo —afirma Gaudelio— los sitios donde se encuentran los proyectos de Ecoquintas.
En los casos de las urbanizaciones y condominios que contaban con Internet cable módem, el proyecto de Coopelesca, que concluiría en 2022, contempla la migración a fibra óptica.
Ecoquintas podría extender su propuesta a otras regiones, como San Ramón y Guanacaste. Por ahora, se sigue pensando en atraer a La Fortuna a todas las personas que quieren colocar “su oficina en el equipaje”.