
Sergio Dobles pensó inicialmente que podría crear un espacio de enseñanza gastronómica, pero rápidamente se dio cuenta que la gente estaba dispuesta a visitarlo a su casa para verlo preparar los platillos y disfrutar de una experiencia distinta.
Así fue como le dio un vuelco a su proyecto El Taller de Billy Sazón, con el que ya tiene más de un año.
Él empezó en el mundo de la gastronomía cuando tenía 19 años. Su primer trabajo fue en un restaurante.
Luego estuvo en varias cadenas de alimentos y comidas, llegó a ser jefe de oficina, y tuvo algunos proyectos de negocios propios, incluyendo dos de batidos y uno de comidas sanas.
Todo eso lo llevó a estudiar gastronomía y administración de negocios.

Hace dos años estaba empleado en la división Vinos y Destilados de Florida Ice & Farm. Pero la cerraron.
Como sabía que no sería fácil encontrar un empleo pensó en iniciar un proyecto por su propia cuenta.
En lugar de un restaurante normal y corriente, abriría un lugar en su propia casa para brindar talleres gastronómicos donde las personas aprendieran a confeccionar platos exquisitos. Luego se quedarían cenando.
La idea no hizo mucho clic.

En eso lo contactaron para contratarle una cena. Lo hizo. La gente quedó muy satisfecha con los platos y encantada con la experiencia de ver cómo se elaboran.
Así empezó el boca a boca: unos le contaron a otros.
“Ese era el negocio”, dice Sergio. “Nos ha ido mucho mejor”.
La experiencia tiene además otros componentes adicionales.
Uno es que las personas no saben exactamente a dónde van ni qué van a comer.
El sitio está ubicado en Rohmoser, en su casa, y ahí ven al chef en plena acción preparando los platos.

Aunque se ofrece la carta para quienes lo prefieran, lo que la gente prefiere más es la experiencia de degustar seis platos sorpresa, el último de los cuales es un postre.
Cada uno se les sirve en intervalos o tiempos de 25 a 30 minutos, para que los comensales no queden llenos desde el inicio y así puedan disfrutarlos todos.
“El menú de degustación es comida de autor, es decir que fue creada por el chef y no una copia de algo que ya existe”, recalcó Sergio.
Los platos son tradicionales costarricenses preparados con técnicas y comida de vanguardia, con el propósito de mejorarlos o evolucionarlos y demostrar así que la comida tica puede ser de alta cocina.
Sergio explica que llevan procesos de elaboración muy sofisticados, con técnicas de vanguardia, cortes no tradicionales e ingredientes preparados con anticipación para que tengan mejor sabor (“que sea espectacular”) y más calidad.

Él recalca que la idea es brindar diversidad de sabores y texturas en el paladar en el momento adecuado “para lograr una fusión increíble” en un lugar completamente distinto.
Para cada plato se hace un estudio y se realizan pruebas previamente. “Cada uno lleva un gran trabajo”, destaca.
La propuesta es atender a parejas o grupos de hasta seis personas, que pueden llevar el vino (uno blanco y dos tintos). Además, se ambienta con música, lo que junto al maridaje de los vinos permite generar una velada muy especial.

Mientras se prepara cada plato, los comensales pueden ir preguntando y conversando con el chef si lo desean.
“Algunos comensales no les gusta conversar, pero sí observan el proceso”, dice.
Sergio explica que el target que usualmente disfruta de este tipo de experiencias abarca personas de 28 años en adelante, profesionales y que les gusta cenar y conversar con tranquilidad.
Incluso lo han contratado de empresas para cenas de sus ejecutivos.