Ronald Marín no solo logró su meta de convertirse en barista, sino que este año lanzó su propia marca denominada Bee Café.
Antes de ser barista, Ronald trabajaba como bartender.
Pero él es un amante del café y lo consume desde los dos años de edad.
En su casa, procuraba hacer bebidas que involucraran el café y jugaba con ingredientes como el helado.
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Otra afición, ligada al café, era asistir a fincas y hacer recorridos para conocer el proceso de producción.
Algunos de sus clientes le hablaban de café y para él era muy interesante oír las historias sobre esta bebida.
Su interés en el café y en aprender a prepararlo de diferentes maneras fue su motivación para convertirse en barista.
Hace siete años obtuvo su título en el Instituto del Café de Costa Rica (Icafe).
Gracias a su nueva ocupación, empezó a trabajar en cafeterías y en hoteles.
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Nacimiento de Bee Café
Llegó un momento en el que deseó independizarse y desarrollar su propio emprendimiento.
Algunas personas le decían que, aunque compraban café, no les sabía verdaderamente a café o tenía un sabor demasiado amargo, entre otras críticas.
Ronald quiso desarrollar una marca de café que tuviera un rico sabor.
A inicios de este año se alió al productor Miguel Padilla, de la región de Tarrazú, y así inició el camino para crear su propia marca.
El proceso de producción de su café se conoce como honey mill process, el cual consiste en tomar los frutos maduros del café y quitarles la cáscara.
A los frutos se les deja el mucílago o la pulpa para inmediatamente ponerlos a secar al sol.
Así se aprovecha el azúcar natural que posee el grano de café.
“Tiene un sabor a chocolate oscuro, semiamargo”, detalló.
Aunque el café no tiene miel, él decidió hacer alusión a las abejas en su nombre, por el sabor dulce del café.
Y también porque las abejas consumen cafeína.
Estos insectos extraen la cafeína del néctar de la flor del café y, según algunos estudios científicos, eso ayuda a su memoria.
Para desarrollar su empresa, Ronald creó la sociedad Café Abejas del Cafetal S.A., se inscribió en la Dirección General de Tributación, registró la marca, obtuvo el registro sanitario del Ministerio de Salud y el código de barras.
En agosto de este año inició su venta entre sus amigos y conocidos.
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Proyectos
Su meta es vender su producto en supermercados y ya está en trámites para hacerlo.
Además, quiere exportar, por lo que pronto espera venderlo en línea a través de diferentes plataformas.
Actualmente, él ofrece el café en grano como molido y en tres presentaciones.
Una de ellas es de 250 gramos y cuesta ¢2.750. La de 500 gramos cuesta ¢4.650. Y la de 2,5 kilos tiene un precio de ¢22.250.
Ronald les aconseja a los emprendedores que “cierren los ojos y se tiren al agua”, pues es la única manera de aprender a nadar.
“Vale la pena. Aunque se llegue a fracasar, se cierran unas puertas, pero hay que abrir otras”, concluyó el empresario de 36 años.