Esta columna es un intento de ponerme al día por el hecho de que publico en ella semana de por medio.
#yo les creo, a las valientes mujeres y hombres que han enfrentado sus temores personales para denunciar a figuras de renombre, a la Iglesia, y a tantos otros que por carecer de peso mediático no vemos.
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Limón tiene que recibir la fuerza del Estado con inversiones y concesiones en infraestructura, inversión prioritaria de programas sociales y un enfoque dedicado de instituciones autónomas para cerrar brechas en progreso social y productividad. Ya es hora de reparar la negligencia colectiva de muchas décadas y darle a nuestro principal puerto la importancia que merece.
Hay que preparar el país para la cuarta revolución industrial: terminando la autopista cibernética de la tercera revolución y preparando a nuestros jóvenes para ser creativos, adaptables y productivos en el mundo volátil que les tocará enfrentar.
Cambio climático
La reforma educativa, que nos debe dar niños y jóvenes felices, saludables, productivos, responsables y adaptables, no puede esperar. Esto implica trabajar sobre los maestros, los directores y la juntas de administración; cambiar los enfoques del proceso educativo para que realmente formen los valores, prácticas y actitudes que necesita una persona lista para desplegar su pleno potencial en este “nuevo mundo” que enfrentamos a diario.
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El cambio climático debe ser prioridad en los procesos de planificación a largo plazo del Estado, autónomas, corporaciones, municipalidades y más. Es una realidad con la que tendremos que lidiar y como istmo tropical entre océanos y regiones vamos a vivir una gran volatilidad que nos obliga desde ya a la máxima productividad en el uso de cada recurso y a eliminar emisiones a un ritmo superior: bienvenido sea el Plan Nacional de Descarbonización; ojalá no sean solo objetivos y programas bonitos del Estado, sino que tenga “dientes” para obligarnos a cambiar a todos.
Y hay más, pero será en otra ocasión.