Valorar una empresa es un proceso complejo que requiere de amplios conocimientos financieros, además, de necesitar una serie de insumos para determinar cuál es el método más apropiado de valoración; entre estos se encuentran: un adecuado entendimiento del giro del negocio, la estrategia de la compañía, el mercado en el que se desarrolla, sus elementos de generación de valor, aunados a la etapa de madurez en la que la misma se encuentra, así como la información financiera de que se disponga, entre otros.
Uno de los métodos más conocidos y utilizados es el método de mercado, específicamente la valoración por múltiplos del EBITDA. Este enfoque compara la empresa que se quiere valorar con empresas similares, y ha ganado su fama por la ventaja de su rapidez, simpleza y practicidad en comparación con otros métodos; pero a su vez, si no se aplica bien puede brindar un resultado alejado de la realidad.
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Para que la valoración por este método sea lo más efectiva posible, se debe:
- Tener acceso a información de empresas comparables que coticen en bolsa, lo que permitirá que la información analizada sea lo más fiable y actualizada posible.
- Seleccionar las empresas que realmente sean comparables, esto quiere decir, que se encuentren en el mismo sector, en igual grado de madurez, tamaño semejante, riesgos similares, tasas de crecimiento parecidas, flujos de caja, inversiones, márgenes, perspectivas de futuro y otras características similares.
Por lo que no es correcto considerar que, porque una empresa se encuentre en el mismo sector que la empresa a valuar, ésta es comparable. Por ejemplo, entre más intangibles posea una empresa, más única y menos comparable se vuelve.
Parte de la popularidad que ha ganado la utilización del EBITDA se da principalmente porque es un indicador que no se ve afectado por los cambios en la estructura de financiamiento y, por lo tanto, hace posible la comparación de empresas con distintas formas de financiamiento; además de que elimina el efecto de los gastos no monetarios, que son de menor importancia para los inversionistas.
A pesar de lo anterior, existen diferentes indicadores bajo los cuales se puede llevar a cabo la valoración, como por ejemplo mediante múltiplos del EBIT (Utilidades antes de intereses e impuestos), unidades vendidas, número de clientes, cantidad de ventas, entre otros.
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Por lo que se debe determinar cuál es el indicador que refleja de mejor manera las operaciones y estructura de la compañía para llegar al valor más adecuado. Pensar que el EBITDA es siempre el indicador con el que se deben realizar las valoraciones, puede llevar a cometer un error importante en la determinación del valor de una compañía.
En el mercado costarricense, donde son sumamente pocas las empresas que cotizan públicamente, este método se vuelve más complejo y menos veraz, ya que se debe acudir a identificar empresas comparables de otros países, y en consecuencia aplicar una serie de ajustes, y entre más se den, existe mayor probabilidad de alejarse de la realidad de la compañía. Por lo que se considera que este método es útil como herramienta de contraste y comprobación de valoraciones efectuadas con otros métodos, principalmente el de ingresos.
El método de valoración por excelencia es el método del ingreso, más conocido como el método de descuento de flujos de efectivo, el cual considera la empresa como un ente generador de flujos de fondos y determina el valor de la compañía a través de la estimación de los flujos de dinero que generará en el futuro, y descontándolos a una tasa de descuento que refleje un adecuado nivel de riesgo.
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Este método tiene como ventajas que toma en consideración variables clave de los negocios y que estima el valor intrínseco que no es afectado por las variaciones relativas del mercado, consiguiendo de esta forma estimaciones más precisas en el largo plazo.
Un punto importante que se debe tomar en consideración es la etapa de madurez en la que se encuentra la empresa. Por ejemplo, para una compañía con grandes proyecciones de crecimiento lo ideal sería utilizar el método del ingreso como el método principal de valoración, ya que este va a considerar ese crecimiento dentro de sus supuestos proyección para llegar a un valor de lo que a futuro ésta podrá generar.
A diferencia de una empresa que esté en proceso de liquidación o que esté generando pérdidas, donde muy probablemente sus elementos de generación de valor serán los activos que posea.
Es importante recordar que la valoración de empresas no es una ciencia exacta y no nos proporciona un único resultado correcto. Según las consideraciones que se tomen, las expectativas de proyección, diferentes situaciones que hayan sucedido en el pasado y diferentes posiciones al respecto que tenga el valuador, generará que existan diferentes posibles valores y muy probablemente todos sean razonables.
Lo principal es que los supuestos y bases utilizados para llegar a esos resultados sean lo más consistentes posibles con la realidad de la compañía.
Estamos en una situación global complicada, donde todas las industrias han sufrido afectaciones en lo que se podría llamar su comportamiento normal. Muchas han padecido disminuciones importantes en sus volúmenes de ventas, algunas otras al contrario han logrado generar mucho más que antes de la pandemia.
Nos encontramos en un punto donde la economía está intentando volver a crecer y muy probablemente la mayoría de las empresas están bajo la incertidumbre de como seguirá evolucionando la industria en la que se desenvuelve, por lo que se vuelve aún más importante la selección del método a utilizar si se quiere valorar la compañía.
Es por lo anterior, que, si se desea conocer el valor de una empresa, se debe realizar un análisis previo sobre el objetivo bajo el cual se desea realizar la valoración, el nivel de madurez en la que se encuentra y la información disponible que se tenga para este proceso. Esto, con el objetivo de identificar cual es método de valoración más adecuado.
El autor es consultor Senior Grant Thornton.