El diputado Ottón Solís ha sugerido la posibilidad de fusionar las superintendencias del sector financiero. Habiendo sido superintendente, considero que la idea no solo es pertinente, sino que ofrece múltiples beneficios.
El argumento del ahorro en costos es de mis preferidos. El desequilibrio fiscal en Costa Rica es suficiente como para ensayar esfuerzos como este. Desde luego no es solo ahorrar, es que además podemos replantear a qué dedicamos los recursos.
Me temo que el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) es un organismo que puede (y debe) ir más lejos en la promoción de un mercado financiero de primer mundo.
No se trata de favorecer a los bancos o a la Bolsa, como algunos comentan, con destacado conocimiento . De lo que se trata es crear condiciones para un manejo más eficiente del ahorro nacional .
Un segundo argumento a favor de la idea es que el desarrollo del mercado financiero debe ser de una vez integrado.
Ya en varias ocasiones he mencionado que la regulación bancaria en el país está totalmente “desenganchada” del mercado bursátil, y ni qué decir de pensiones o seguros. La integración de las cuatro entidades debiera favorecer una visión unificada, como ocurre en los mercados que han logrado un desarrollo adecuado.
La fusión de las superintendencias permitiría, en mi opinión, favorecer también la formulación de política pública más inteligente.
A manera de ejemplo, la tan mencionada financiación de obra pública podría ser vista como lo que es, una sola operación en que se integran servicios bancarios en una fase, del sector de bolsa en otra y los seguros en otra.
Algo que destaca a los mercados financieros con mayor desarrollo que el nuestro, es la cantidad (y calidad desde luego) de los estudios e investigaciones que llevan a cabo las entidades reguladoras.
Una sola superintendencia podría liderar ese tipo de iniciativas, de manera que con una sola visión se favorezca la creación de instrumentos y mecanismos que mejoren la canalización del ahorro nacional.
Pero el argumento que más me atrae, es la posibilidad de obligar a la rendición de cuentas de parte del único regulador que habría, en cuanto a lo que se hizo o se está haciendo en favor del funcionamiento del sector financiero como un todo. En la actualidad eso es muy difícil, porque cada superintendente tiene solo unas pocas piezas del rompecabezas. En el escenario que don Ottón propone no habría excusas ni justificaciones.
Desde luego que la propuesta podría deparar temores de que se concentra demasiado poder en un solo superintendente. Asimismo, podrían surgir voces de que no hay profesionales con conocimientos de todos los sectores a regular. E incluso alguien podría tantear con el argumento de que la atención que demandaría el sector bancario sería en detrimento de las otras áreas.
Confieso que esos argumentos en contra pueden ser atractivos, pero no creo que pasen la prueba del sentido común. La concentración de poder podría preocupar en mercados muy grandes, sofisticados e internacionales. El nuestro no cae en ninguna de esas categorías.
La segunda crítica no es relevante. No se ocupa a un especialista en todo, basta alguien que entienda la integridad de todos los componentes del sector financiero y cuente con el apoyo del Conassif.
Y el argumento de que el negocio bancario podría “canibalizar” a los otros sectores, en la dedicación del regulador, es muy relativo, porque lo cierto es que una mejor banca requiere más que nunca de un buen mercado de valores o de seguros. Una dedicación profunda para mejorar la regulación de los bancos llevaría inevitablemente a considerar a los otros sectores. Ahí está el encanto de la propuesta.
En resumen, ojalá la propuesta de don Ottón sea escuchada, mejorada y aprobada. Por lo menos ya puede contar con el apoyo de este ciudadano.