La semana pasada tuve el honor de ser invitada al Foro Económico Mundial (WEF) para celebrar 25 años de la Fundación Schwab, organización hermana del WEF. La reunión inició con las palabras del profesior Charles Schwab, CEO del WEF, y en intervención hubo muchas ideas poderosas y dignas de compartir.
La primera está relacionada con la transformación disruptiva que vivimos. Schwab explicó que hay cuatro fuerzas actuando simultáneamente para acelerar esta transformación a nivel global: 1) una fuerza de transformación económica hacia la bio economía y la descarbonización; 2) una fuerza de transformación tecnológica (lo que él llama la Cuarta Revolución Industrial); 3) una transformación política profunda (neo globalización); y 4) una transformación social en la que las personas están en buscan de su identidad.
Schwab afirmó que en estos tiempos de transformación acelerada la única forma de tomar buenas decisiones económicas es tomando en cuenta nuevos requerimientos y nuevas reglas del juego. Primeramente, que la tecnología y la innovación son más importantes que nunca (“first mover takes it all”). El segundo elemento a considerar es que el talento es mucho más importante que el capital (el capitalismo está siendo reemplazado por el talentismo). Y en tercer lugar, mencionó la mayor importancia que ha tomado el poder accesar los recursos para operar, es decir, seguridad de abasto es ahora más importante que eficiencia.
Posteriormente, Schwab explicó que es necesario que los líderes tengan alma, cerebro, corazón, músculos y nervios. “Alma” que se refleje en un propósito de largo plazo; “cerebro” para el pensamiento creativo y la comprensión de sistemas complejos; “corazón” que se refleje en pasión para hacer cosas pero también que incluya compasión por los otros seres humanos; “músculos” para alcanzar el impacto económico y social que se requiere en el mundo y finalmente “nervios” para ser resiliente y al mismo tiempo sumamente flexible.
Sin embargo, lo que más me impactó fue cuando Schwab afirmó que el concepto de economía debería ser redefinido. Él explicó que el objetivo debería ser “crear una economía que genere prosperidad a través de alta productividad e innovación, pero que simultáneamente asegure y mejore la calidad de vida de todas las personas y regenere los recursos del planeta”.
Yo, que siempre he sido una fiel creyente de que la definición de éxito económico está obsoleta y debe ser reemplazada por éxito en las tres dimensiones: económico, social y ambiental; no puedo más que celebrar esta invitación del líder del Foro Económico a reimaginar la economía y nuestra forma de operar en el mercado.